Hay un canto en mí que no
puede salir de mí porqueno se han creadoaún las palabras necesarias.Giovanni Papini
Hay un
canto. Comienza en tono agua. Amanece cuando la noche cede entre pajonales y
gritos
y secretos.
Quien canta parece dormir desde antes que el sueño se
conociera entre los hombres.
El corazón se esfuerza por ser un xilofón prudente
y retiene esas notas para otro momento.
Los cristales y las campanas pretenden compilar
un canto robado a otro poeta.
Todos los poetas se enorgullecen de sus olvidos
y dejan el canto que hay en mí en las cornisas del día cuando
el sol es un charco hirviente en la calle
del horizonte.
Si este canto golpeara a tu puerta, lo mejor sería
que miraras para otro lado o que posaras tus oídos en el
vuelo de las mariposas.
Si este canto mío enmudeciera lo haría en silencio de tronco
de árbol que muere cuando los bosques se incendian.
Mi canto tiene la resistencia de las flores cuando
la
adversidad le toma fotos y las diseca en herbarios sin memoria.
Mi canto se acompaña con palmas y canciones
populares que todavía tararean los muertos.
Todos los enamorados interpelan al cielo
y las estrellas: cómo se llama ese canto que
en la arena de la playa desconocida deja huella
y se concentra en caracoles y conchas y espuma.
Yo me acuno con este canto mío desde el nacimiento de su
armonía hasta el desbarranque de los cuerpos. Me gusta que el río sepa mejor
que yo acerca de este canto que desemboca en lo inmenso y se vuelve
estuario en su intimidad.
Hay una tortuga en mi cabeza
una
tortura
todo
es
remoto
como
las células de su caparazón
alguien
es tan fuerte y viene de tan lejos?
quién
ha cruzado el umbral de los tiempos?
mi
recuerdo más antiguo
es
de ayer
cuando
bailábamos bajo la luna
sin
importarnos la música
escuchando
el
corazón
Afuera está el río
lo
puedo oír
es
apenas un murmullo
pero
es
tal el silencio
la
voz del agua
dice
tu nombre
hay
ahogados
que
te conocen
y
peces que prefieren
dejarte
el espejo
para
que pintes
los
ojos de los camalotes
los
peces son pura empatía
los
camalotes
se
llevan nuestros corazones
es
la única manera de viajar
si
no fuera por el río
esto
sería un cementerio
Adentro hay un perro muerto
la pena de un niño
el luto de una especie
la huella no estampada
de unas patas que
al ser cuatro desafían el orden
nada ladra dentro del poema
ni la luna es plato que falte a la mesa
de esta constelación
ni habrá aullido a ese blanco de ausencia
Ensayamos la coreografía
del absurdo
De: Coreografía del absurdo, e-book, Lago
Editora, Córdoba, 2020
De: Coreografía del absurdo,
e-book, Lago
Editora, Córdoba, 2020
muchas gracias Marcelo querido... gracias!
ResponderEliminarGracias a vos también por estos poemas.
ResponderEliminarGracias Marcelo por publicar estos poemas de Hugo. Y gracias a Hugo por cantar al río como quería Calveyra
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