domingo, 11 de abril de 2021

EL CEREBRO MÁGICO


 












10.  A  á  aaa  áaaaaaa)
casa con altillo, montaña nevada, compás,
punta del lápiz, caballete de pintor, cohete
que parte, barco hundido, escalera de perfil,
lámpara encendida, telón entreabierto, línea
que cruza una ruta vista en perspectiva...
 
 
14.   Que cae como granizo
hiriendo el cristalino de esta postal barata sobre la que
una y otra vez asomo y repito mi desgastado cucu:
 
Mujer japonesa que parece una muñeca
Muñeca japonesa que parece una mujer
Cigüeñas picoteando una víbora
Estrellas peludas
Pastilla para ahuyentar mosquitos
Ir descalzo
Olores en el sanatorio
Oso con bozal
Burbujas de jabón con humo adentro
7 gansos
Poemas cursis que ella recibe
Angeles sobrevolando las olas
 
 
14-    Va vaporosa, impalpable
apenas la voz del destello que un movimiento dispara
A través de la espesura, de la variable densidad
hasta que llega a tu sueño -en el que parecés
de su mundo- y te cubre te oculta, como una manta
de bruma húmeda que ensombrece la costa
Deja que la aspires se deja llevar, te habita
 
»Tenés pies de pato, alguien te los pega al piso,
se acercan hormigas del tamaño de ratones
 
 
14.               Estaba desesperado, busqué algún tipo de ayuda a mi alrededor pero no conocía a nadie. No lo podía creer, en medio de semejante disparate debía además soportar el acoso ensordecedor de ese individuo. Vi que el lugar era una especie de aeropuerto o terminal de ómnibus. Unos parlantes gigantescos emitían música a un volumen excesivo. Más tarde descubriría que los cuatro parlantes que había en el lugar pasaban cada uno música diferente, y todos al mismo volumen. Miré a la gente para ver si alguien más lo notaba, si a alguien más le molestaba, pero no, todos conversaban tranquilos, ajenos a esa barbaridad. Pronto comprendí que integraba un grupo de pasajeros cercado por baúles y cajas. Me extrañó el verme con ropa que no era la mía, usando sombrero y prolijamente afei­tado.
Fue en medio de disquisiciones de este tipo que vi por primera vez a La alemana. Estaba junto a un negro alto de turbante. Era una criatura exhuberante, muy alta y rubia. Mostraba una actitud segura aunque también se insinuaba en ella cierta imprevisibilidad latente. Durante un par de minutos su imagen me sustrajo de esa trama inesperada en la que me veía envuelto. Pero la ensoñación no duró mucho. Una palmada fuerte en el brazo y la risa grosera de Aguilera me volvieron a esa precaria realidad. ¡Que hembrita, eh Bandini? Bandin, le dije algo fastidiado, sin la i final, de hecho mi apellido es Bandin Ron. ¡Ah, Bandín Ron, un doble apellido, no nos olvidemos por favor del Ron! Eeepa, ¿qué nos pasa Bandido, te me hacés el finoli ahora? Si seguro es el apellido de tu vieja, que te agregaste sin siquiera saber bien por qué. El gordo era exasperante, pero ante él, como ante todo lo que allí se producía me sentía impotente. Sabía quién era pero al tiempo me veía comportarme como otra persona. Lo miré, no lo podía creer, escúcheme, le digo, haga un esfuerzo, yo no sé de qué me habla, ni siquiera sé qué hago acá ni en dónde carajo estoy, entiéndame, se lo ruego.
 
 
29.   Ella era un prodigio del Japón moderno
de pelo verde y labios inflamados, ausente
desde siempre ausente inclaudicable
Criatura serena y bien dispuesta
que fingía como nadie la satisfacción
de su fingido apetito. Ella era
Momoko Mashiba: La muñeca Momoko
o Momoko a secas
(Acentuando la primera o: Mómoko)
 
 
 
31.   Como un carnero entre dos chacales hembra,
cuando La alemana sirvió el licor, al susurro
de su cuerpo rozando la seda
          
                  de ombligo desarrollado y saliente
                  de vagina estrecha blanda y cálida
                 carnosa bajo el vello,
 
.. .que la muñeca me besa y me arranca la lengua
...que la muñeca viene de la isla Sado.
 
 
33.      Sabés lo que te pasa a vos Roncito, lo que te pasa es que no tenés sentido del humor, vivís dramatizando, de todo hacés una tragedia, mirarne a mí, ¿vos te crees que yo no tengo problemas? Escúcheme, Aguilera, le digo, veo que usted es un buen hombre, que es así y nada más, pero entiéndame, se lo suplico, cada uno es como es, y yo me veo aquí involucrado en toda una situación que realmen­te no entiendo. ¡Pero no te digo, dice levantando la voz y los brazos, ahí estás otra vez buscándole la quinta pata al gato! Mirá, Roncito, vamos a hacer una cosa, para ver si te saco de este estado de lamentable solemnidad te voy a contar un chiste. ¡No, por dios, le digo, entonces usted no entendió nada, le estoy diciendo que estoy desespera­do, que no sé quién soy ni en dónde estoy y usted me sale con que me va a contar un chiste!
 
75.    Cuando vuelva a tu lado. La famosa noche del 27 de enero en la casa de Cáceres en Ballester. En bolas sobre una me­sa, después de un saque desmedido, El negro canta una atrás de otra. Sentada frente a él, La alemana sigue fascina­da el bamboleo de su trompa asesina. El dueño de casa le hace el culo a La muñeca: chuic chuic chuic... Aunque está demasiado filtrado como para someter a tan imperturbable contendiente. Se para cada tanto y después sigue: chuic chuic chuic... En la cocina Roccatagliatta se me acerca y me reclama no sé qué alquileres. ¿Y ahora me viene con esto?, le digo, aquí somos otros, estamos en otra. La cabeza de Momoko va a parar abajo de un sillón y queda aplastada contra una de las patas. En patética postura soporta la embestida. En su carga final Cáceres opta por abandonar todo estilo. Hija de puta, ya vas a ver quién soy yo, repite entre desquiciados jadeos. Para cuando El negro larga por tercera vez con Pecado, La alemana ya se la había llevado a la boca. Y todo así. Lástima la lluvia y ese final.
 

87.      (.. .que Momoko pide
un brazo de doce dedos tres anchuras de mano
que se extienda hasta el final de su gruta
y se la colme se la cierre al vacío que la ahogue
al inflamarse en su jugoso guante
 
(.. .que Momoko pide
y lo pide todo quiere apaciguar su espíritu
refrescarse los ojos que le inunden la conciencia
con todos los perfumes ámbar almizcle flores fuertes
como rosas jazmines jacintos nardos y claveles
quiere que le suspendan incensarios de oro llenos
con áloe verde ámbar gris y pastillas de incienso
 
(. ..que Momoko pide
distenderse blandamente hasta los bordes
de la vida y que él le pida que despliegue
sus encantos para él cosa que ella le regala como
nadie nunca antes y que él entonces
se aproveche se abuse la posea la someta
en ese estado de agitación y trastorno que la vuelve
a ella fatalmente exquisita
 
(.. .que Momoko pide
y él la complace la pone de rodillas
como para rezar la frente rozando el piso
la grupa alzada como cobra cebada
 
—¿te gusta así? —le pregunta él
—Sí —parecería murmurar ella
entonces ambos milagrosos se diluyen
en la plena satisfacción.
 
 
(Del libro El cerebro mágico, Ed.Último reino, 1999,
Bilingüe (francés-castellano)
 
César Bandin Ron
 


César Bandin Ron nació en Buenos Aires en 1948 y murió en la misma ciudad, en 2019. Poeta, narrador, periodista, artista plástico, diseñador editorial y docente. Ha participado en la fundación de varias publicaciones de arte y literatura ,Lyra, Pluma y Pincel, Artistas, Artemas, Calendario Cultural Boehringer Ingelheim, Revista de Poesía, DoDó/Vida de Artistas...), así como de algunas instituciones de educación artística (Escuela Superior de Diseño y Comunicación, Escuela de Fotografía Profesional "Fotodesign" y el Centro de Estudios Avanzados en Música Contemporánea (CEAM). Como periodista cultural, y en diferentes épocas, ha sido colaborador de los diarios Clarín, La Prensa, La Opinión, Perfil y El Economista. Ha publicado unos quince libros entre poesía, infantiles y ensayo sobre arte. Ha obtenido, entre otras distinciones, el Premio Consagración Nacional en el rubro Producción Artística y Literaria. Parte de su obra poética editada: Dominios naturales (1982), La jaula de los monos a las 3 de la mañana (1985), El globo de la muerte (1993), Collage de la nadadora suplicante (1994), Canto desigual del ganso (1997), Plancton, junto al artista plástico Adolfo Nigro, (1998), El cerebro mágico (1999), Cheroquee y Sistema de alucinaciones (2005), la antología Sumamente hormiga (2006); Oh, Yo, mi efímero Dios (2011) y Poesía y virtud (2013).


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