miércoles, 29 de marzo de 2023

PENSAMIENTO SENSIBLE


Por LUCÍA TURCO--Fuente: Revista Ñ-2010

GAMONEDA BASICO

OVIEDO (ESPAÑA), 1931.

Es una de las voces más importantes de la poesía de la segunda mitad del siglo XX. Publicó veinte libros de poesia. Entre ellos, “Descripción de la mentira" (1977), “Libro del frío” (1982), “Arden las pérdidas” (2003). Ha recibido el Premio Nacional, el Reina Sofía y el Premio Cervantes. En 2009 publicó “Un armario lleno de sombra", donde narra sus memorias de infancia.


"Yo comprendía todas las cosas como se comprende un fruto con la boca, una luz con los ojos”, dice Antonio Gamoneda en uno de sus versos. Allí palpita su concepción de la poesía y, quizás, de todas las cosas. Los años de guerra y pobreza en que transcurrió parte de su vida se respiran a lo largo de su obra poética, reunida en Esta luz (2004), y en sus memorias de infancia, Un armario lleno de sombra. Sin embargo, aquello que nace de la orfandad y la conciencia de la muerte resulta un relato intenso que permite el encuentro del hombre con su tiempo, un tiempo de intimidad donde aparecen el dolor, la belleza y la imposibilidad.

De visita en Buenos Aires para participar en la Feria del Libro y presentar el documental Escritura y alquimia, Gamoneda habla sobre la capacidad de la poesía para crear pensamiento y erosionar el lenguaje del poder. Además, confiesa que el nacimiento de su nieta ha aplacado su temor a la muerte y asegura que desearía volver a ser “un poeta provinciano”.

-¿Por qué decidió narrar sus memorias de infancia?

- La motivación fue el hecho físico y demorado, después de la muerte de mi madre, de abrir un armario que abría solamente ella. Me propuse una narración -lo más objetiva que yo fuera capaz- de todas las verdades que recordase y fueran significativas de aquel tiempo de guerra y posguerra en que nací a la conciencia. Más que un ejercicio literario, es una recuperación existencial, un reencuentro crítico conmigo y con mi tiempo. 

-¿Cómo forma esa vivencia de la guerra y de la pobreza una oncepción del mundo que se traslada a su obra?

-En mí, la conciencia y hasta la ideología no vienen desde el exterior, sino desde mi propia realidad existencial, y eso marca mi escritura.

-¿Cree que conceptos como la luz, el frío, la edad arman un gran relato en su obra?

-Sí, pero es un relato que se aparta de lo que podría ser la normativa de la narración, es un relato llevado a las pulsiones interiores y generado desde ellas.

-¿Cómo diferenciaría a la poesía dentro de la literatura? 

-Acepto que se diga que la poesía es literatura secundariamente, pero en términos esenciales la poesía no es literatura, es una manifestación existencial y un acto de creación y revelación. Está, por otra parte, casi liberada de las pautas que impone el mercado a narradores, pintores, es un ejercicio existencial que lleva consigo cierta carga de libertad.

-¿Qué influencia tuvo el único libro de poemas publicado de su padre, “Otra más alta vida”? 

-Con independencia de que eso acentuase en mí el sentimiento de orfandad, en cierto modo es un hecho afortunado, porque el pensamiento y el lenguaje poético entraron en mí con naturalidad: los acepté de una manera infantil pero que no he modificado.

- Ha dicho que la poesía es una manera de estar en el mundo. ¿Cómo se vive esa necesidad de lo poético?

-Es una manera de vivir porque el poeta está dominado por la subjetividad, por su interioridad. El pensamiento poético es un pensamiento creador, crea realidades intelectuales. Todos hemos sido felices o desgraciados a causa de un sueño. Hay que extender la conciencia de realidad a la realidad subjetiva, íntima. La poesía tiene un parentesco con los sueños y tiene otra particularidad: no es pensamiento reflexivo, ni filosófico, es pensamiento rítmico. Esa rítmica del pensamiento -de la cual ya hablaba Rubén Darío-genera significaciones imprevisibles. Dice lo que sabemos pero no sabemos que lo sabemos. Cuando digo que la poesía intensifica la conciencia, no quiero decir que proporcione ideología, sino que el hombre magnetizado por la poesía será distinto a la hora de contemplar la vida. 

-¿Podríamos decir que es un pensamiento sensible?

-Sí, Eliot dice que la poesía es aprehensión, captura sensible del pensamiento. La sensibilidad es precisamente esa disposición casi innata en el ser humano a la captación del ritmo: a un niño se le acuna y se consuela. El lenguaje interiorizado que se produce rítmicamente tiene que ver con esa inclinación que parece estar clavada en el hecho biológico de existir.
Por eso, el poeta no sabe lo que sabe hasta que no se lo dicen sus propias palabras ya escritas. Es una dinámica alquímica, porque la creación poética puede ser liberadora: nacer en el sufrimiento e ir a la creación de un objeto de arte que proporciona algún tipo de placer. San Juan de la Cruz, hablando de la experiencia mística, en cierto modo inseparable de la experiencia poética, hablaba de un “no saber sabiendo”.

-¿Esa función creadora de la poesía puede perturbar?

-Un amigo filósofo español, José Luis Pardo, lo explica así: la palabra poética, al no corresponderse con la palabra aceptada socialmente, tiene un poder oculto para perturbar, erosionar, los significados establecidos.

-¿También es perturbadora en su vínculo con la memoria?

-Sí, parece que confunde los tiempos. No hay manera de distinguir el presente del pasado, ni del futuro. Pero no los confunde, los convoca, los reúne dentro de una lógica temporal que no es la instituida. Se ocupa de la realidad oculta, por eso es revelación.

Gamoneda celebra el hallazgo de un sitio donde fumar en el hotel que lo aloja en Buenos Aires. Ante la pregunta por su vínculo con la llamada generación del 50, no duda en responder: “Ninguno” y explica: “Resulta muy fácil atribuir la misma poética a una cantidad de poetas. Si la poesía es radicalmente individual, si hasta está . oculta para el propio poeta”. Asegura que “el verdadero destructor y creador del pensamiento poético es César Vallejo" y, entre los españoles contemporáneos, destaca a tres que “alcanzan tensiones de la expresión”: Diego Jesús Jiménez,que murió recientemente; Manuel Alvarez Ortega y un joven poeta valenciano autor de La marcha de 150.000.000, Enrique Falcón. 

-¿Cómo ve la poesía española actual y la hispana en general? 

-Creo que hay una posibilidad de mejoría notable porque estos “minirrealistas”, los sucesores, imitadores, de la generación del 50, ya han llegado a aburrir a la siguiente promoción de jóvenes, y éstos están también tratando de regresar al “no saber”.

- Es conocida su obsesión por la reescritura. ¿Cuándo siente que está listo un poema?

-La sensación plena de que el poema está totalmente acabado no sé si la habré tenido alguna vez. Como el organismo de un ser vivo, está creciendo y a la vez envejeciendo. Yo no soy un científico del lenguaje, no tengo razones académicas para explicarlo y es posible que no las tenga nadie. Sucede. Se explica por sí mismo. 

-¿Cómo vivió el abandono de la escritura durante su participación en la resistencia?

-Había responsabilidades morales muy fuertes que no hacían posible una libertad interior suficiente para ponerme a escribir. Me abandonó la escritura pero no el pensamiento poético.

-Dice que la crítica de artes plásticas, a la que se dedicó, es un imposible, ¿por qué?

-He visto una enorme dificultad en hacer con palabras la crítica de lo que no son palabras. ¿Se le podría explicar a un ciego de nacimiento cómo es el azul? Si la palabra no es capaz de eso, tiene un grado de impotencia en cuanto a la interpretación de la realidad estética y sensible que es el hecho plástico.

-¿Hay también una imposibilidad en la crítica de la poesía?

-Sí, en la poesía hay quizás una sola cosa que está perfectamente clara: la poesía mala. En la crítica profunda, entramos ya en un terreno de acumulación de hipótesis, todas ellas inseguras, todas probables y todas improbables. Solamente eso está claro.

- En “Escritura y alquimia” habla del blanco como algo a la vez del terreno de la pureza y del vaciamiento. ¿Lo asocia a este momento de su vida?

-Sí, recuerdo un verso mío: la geografía del final es blanca. Hay una asociación de pureza con la presencia, también, de los límites. Lezama Lima dice: “La luz es el primer animal visible de lo invisible”. Es decir que estamos en los límites: lo visible y lo invisible, el ser y el no ser, pero es luz.


Antonio Gamoneda Lobón (Oviedo, España, 1931)




 

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