martes, 10 de septiembre de 2024

A TRAVÉS


Ping Pong

De la matemática, la lógica
de la música, la abstracción
de la poesía, la precisión
de la historia, el relato
de la psicología, los vericuetos
de los viajes, las perspectivas
de las redes sociales, lo desconexo
de la música barroca, el flotar
del cantar, el cuerpo
de los tambores, el trance
del amor, el sentido



Huella

No quise dejar rastros
Cuando parta de aquí habrá semillas de manzana, yerba seca, 
cáscaras de nueces, una bicicleta y algunos árboles que planté. 
Ellos serán los testigos de que anduve por aquí,
cantando algunas canciones,
paseando con mi perra por el parque, amando,
un poco culposa por no haber hecho más por un mundo mejor, 
tratando de no dejar huella.
Pocas fotos. Pocas cartas, objetos.
Viví como si me tuviera que ir con una valija chica a lugar incierto, 
yéndome de todos los lugares.
No dejé pesar mi cuerpo, no lo dejé reposar.
No entregué mi peso a la tierra y resbalé.
No hubo tierra hundida, mis pies no dibujaron el piso... 
es que quería flotar cerca de la arena 
para no interrumpir el flujo de la espuma. 
No quería dejar marca....
y terminé dejando una más grande,
la del cuerpo torcido hundido sobre la arena, 
justo el rastro que no quería dejar. 
No quería que se dieran cuenta de que nací triste
 pero con ganas de aprender eso otro que baila
y sacude para todos lados.
Y elegí dejarles lo inmaterial, lo que está en el aire,
el aire mismo, soplado, vibrando, 
haciendo volar papeles, cabellos, pañuelos. 
Sonidos que sólo están cuando están. 
Lo que estaba aquí y ya pasó, lo que atraviesa el cuerpo, 
lo que deja huella en la memoria, 
no pesa y sólo se hunde en el corazón. 



Sin cuerpo

…que hay que llenar las palabras de historia, 
que la palabra sonando en el aire no sé… 
aunque se la cante,
si no está en el cuerpo no se la digiere, no se nos representa, 
queda flotando en un limbo de presente corto y estrecho.

Y, sabemos:
    el presente tiene que ser ancho.

Y la palabra no puede pesar tan poco 
porque nos deja hambrientos, 
porque si quiero decirte “te amo” 
como lo dije la primera vez que lo sentí; 
naufrago.

En mí naufrago,
al tener que decirte el “ich liebe dich” que necesitás escuchar, 
aunque reconozca la belleza de sus curvas, sus blanduras, 
naufrago,
por el cuerpo flaco,
sin historia de esas palabras en mi voz.

Aunque ame hoy con más hondura que aquella primera vez, nunca lo podré decir
porque estas son palabras infantes aún 
y sólo podría darle el peso que siento
en la lengua que moldeó mis vocales desde la infancia 
y no,
no lo vas a digerir del todo porque no es tu idioma 
y todo se disfraza de exótico…
Pero no te preocupes; nos iremos encaracolando como podamos
                      —aunque si nos encapsulamos y ya no podremos—.
Que la palabra tiene que tener carne,
y cuanto más vieja es, más se llena de colores. 

Y si… que puede confundir,
pero también puede aclarar 
que ser extranjero será trabajar 
engordándola de historias
y de carne.

(Del libro "A través",
Barnacle, 2024,
Envío de Alberto Cisnero)

Cecilia Arellano




Cecilia Arellano. Cantante, compositora y autora argentino-brasileña. Sus obras, búsquedas e influencias están atravesadas por su biografía; natural de Argentina, la dictadura de este país la llevó a Brasil. Estudió Ciencias Sociales en la USP, Brasil. Diplomada en Canto en el Conservatorio Real de la Haya, Holanda. Desarrolló gran parte de su actividad musical a lo largo de 14 años en Suiza y Holanda. Crea espectáculos de artes combinadas. Investiga sobre la palabra escrita y sonora: puentes entre el habla y el canto, la musicalidad de lo oral, la retórica de la música, el cuerpo que viste palabra. Es profesora titular en la Universidad Nacional del Litotal, ISM, coautora del libro “La voz popular” 2da. edición (2019) y autora de “Apego” (2022), mención en Dramaturgia del Concurso Municipalidad de Santa Fe. Editó varios discos.


 

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