jueves, 24 de julio de 2008

HABITACIONES PARA TURISTAS




















La poesía convive con las estaciones.
Se puede publicar en agosto o en enero.
No importa si tres cuartas partes de la ciudad
están en la playa o si la niebla humedece
demasiado rápido en el quiosco los diarios y
los suplementos de cultura.
Este verano amable vio un poeta
a Neptuno flotar sobre la línea del horizonte,
demasiado lejos de la atención de los bañistas
concentrados en la observación de sí mismos:
las maniobras de los surfistas,
las transpiraciones del deseo entre películas bronceadoras.
Pero hay algo que raigalmente explica
la estimada relación de empatia entre los poetas y la estación:
ellos, de hecho, arman y dan existencia práctica
a cosas como éstas:
la luz íntima y a la vez fresca de un patio
donde se conversa hasta la madrugada
bajo la glicina/
una rama seca en un búcaro, junto a una ventana
-las copas de los árboles, afuera, todavía conservan
hojas verdes aisladas en las ramas blancas y ceniza.



Jorge Aulicino (Argentina, Buenos Aires, 1949)



IMAGEN: Jardín con glicinas



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