No deseo hablar con alguien que ha escrito más libros de los que ha leído.
viernes, 12 de septiembre de 2008
EL FIN DEL MUNDO
El más viejo del mundo será probablemente
también el último oficio en desaparecer: escritores,
pintores, etc, habrán desaparecido hace rato
para ese momento: nuevos oficios habrán surgido
en el medio para desaparecer ellos también,
sin chance, tarde o temprano, y algunos antiguos
tendrán de yapa antes de extinguirse tal vez
un ultimo auge; carpinteros y albañiles,
plomeros, electricistas y otras yerbas de la construcción
durarán mucho más que la mayoría sin duda,
para apuntalar las viejas ciudades en decadencia
o para fundar nuevas lejos del cambalache;
pero a la larga se habrán vuelto obsoletos
también ellos: la construcción: obsoleta,
los porteros obviamente obsoletos
arrastrados en esa misma vorágine
y junto con ellos los soderos y jardineros,
los ascensoristas y empleadas domésticas,
al igual que biólogos y botánicos empeñados
en bautizar y catalogar las nuevas especies;
sobre el yuyo que en seguida reemplaza
el asfalto o crece en los escombros las putas
seguirán hasta el final ejerciendo el suyo,
y se me cuentan con los dedos de la mano
los otros oficios que todavía valdrán algo:
cada día desaparecerá uno distinto
como en una rápida cuenta regresiva;
puesto que el futuro viaja desde el centro hacia afuera
todavía seguirán pululando un tiempo en los suburbios,
sin descendencia, sus últimos representantes,
igual que la luz de las estrellas muertas hace rato,
convencido cada uno de ellos, sin embargo,
que los herederos de sus herederos han de estar
junto a las cucarachas, el último día
repitiendo de memoria el decálogo del oficio.
Miguel Angel Petrecca (Argentina, Buenos Aires, 1979)
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