En el agua que corre ya límpida y fresca de sol
es un placer tirarse: a esta hora no viene ninguno.
Dan escalofríos las cortezas de álamos si el cuerpo las toca,
más que el agua ruidosa de una zambullida. Bajo el agua todavía
es oscuro
y hace un frío que mata, pero basta saltar bajo el sol
y las cosas se miran de nuevo con ojos lavados.
Es un placer tenderse desnuda en la hierba ya cálida
y buscar con mirada entornada las grandes colinas
que se elevan detrás de los álamos y me miran desnuda
y ninguno desde allá se da cuenta. Un viejo en calzoncillos
y de sombrero, que se iba a pescar, me vio zambullirme
mas pensó que yo era un muchacho y ni siquiera me habló.
Al volver esta noche seré una mujer con el vestido rojo
—no saben que aquí estoy extendida, desnuda, esos hombres
que en la calle me lanzan sonrisas—, volveré vestida
a recibir sonrisas. Esos hombres no saben
que esta noche tendré las caderas más firmes bajo el vestido rojo
y seré otra mujer. Ninguno me ve aquí tirada:
y eso que detrás del follaje están los areneros, más fornidos
que aquellos que me lanzan sonrisas: ninguno me ve.
Son tontos los hombres. Esta noche, bailando con todos,
estaré cual si fuera desnuda, como ahora, y ninguno sabrá
que podía encontrarme aquí sola. Seré como ellos.
Sólo que los tontos querrán abrazarme, tenerme apretada,
susurrando propuestas de vivos. Pero ¿qué me importan
sus caricias? Bien sé yo acariciarme.
Esta noche deberíamos poder encontrarnos desnudos y vernos
sin que muestren sonrisas burlonas. Yo sonrío sola
extendiéndome aquí entre la hierba, y ninguno lo sabe.
Cesare Pavese (San Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950)
(Traducción de Horacio Armani)
PENSIERI DI DINA
Dentro l'acqua che scorre ormai límpida e fresca di sole,
è un piacere gettarsi: a quest'ora non viene nessuno.
Fanno rabbrividire, le scorze dei pioppi, a loccarle col corpo,
piú che l'acqua scrosciante di un tuffo. Sott'acqua è ancor buio
e fa un gelo che accoppa, ma basta saltare nel sole
e si torna a guardare le cose con occhi lavati.
È un piacere distendersi nuda sull'erba già calda
e cercare con gli occhi socchiusi le grandi colline
che sormontano i pioppi e mi vedono nuda
e nessuno di là se ne accorge. Quel vecchio in mutande
e cappello, che andava a pescare, mi ha vista tuffarmi,
ma ha creduto che fossi un ragazzo e nemmeno ha parlato.
Quesla sera ritorno una donna nell'abito rosso
—non lo sanno che sono ora stesa qui nuda quegli uomini
che mi fanno i sorrisi per strada — ritorno vestita
a pagliare i sorrisi. Non sanno quegli uomini
che stasera avrò fianchi piú forti, nell'abito rosso,
e sarò un'altra donna. Nessuno mi vede quaggiú:
e di là dalle piante ci son sabbiatori piú forti
di quegli altri che fanno i sorrisi: nessuno mi vede.
Sono sciocchi gli uomini — stasera ballando con tutti
io sarò come nuda, come ora, e nessuno saprà
che Poteva trovarmi qui sola. Sarò come loro.
Solamente, gli sciocchi, vorranno abbracciarmi ben stretta,
bisbigliarmi proposte da furbi. Ma cosa m'importa
delle loro carezze? So farmi carezze da me.
Questa sera dovremmo poter stare nudi e vederci
senza fare sorrisi da furbi. Io sola sorrido
a distendermi qui dentro l'erba e nessuno lo sa.
IMAGEN: Retazos del paraíso, fotografía de Ananke Asseff.
No hay comentarios:
Publicar un comentario