jueves, 20 de noviembre de 2008

LA VERDAD SE MUEVE














PIERCING

1.

Hijo, qué sorpresa me das
con ese sólido arito colgándote del iris.
Pasear un cuerpo atado a las pulsiones
es inquietante sí, por lo que sabe
a revuelta generacional...
Lo nuestro fue más ensoñado siempre.

¡De verdad!, no creo que hayamos sido
unos ilusos mejores o peores. Que yo sepa
el sol salía igual que para ustedes
mientras el mar batía los acantilados.
Fuimos masacrados nada más.
Quiero ser directo, disculpame.

La diferencia radica tal vez en los matices.
Como ayer, la historia hierve como ácido.
No te rías. Por qué buscar solución
en la materia, si la cuestión del espíritu urge.
Pero es cierto, no tenemos casi derecho a importunar:
la ley del fracaso no levanta la voz.

Aun así, guarda un vago consuelo
sostener pensamiento sobre casi todo.
Opinar fue la forma de ser libres. Sí,
más mentira para más verdad...
No me pegues. Nadie te quita la palabra
aun cuando sea tan gestual lo tuyo.

Y no sabés, querido, cuánto reconforta
que hayas resuelto confiarme el sueño.
..........Aplicarte un ancla en el escroto
no suena nada mal, habida cuenta
que parece otro gesto sobre el aquí y ahora,
esta turra injusticia que nos ahoga a todos,

eso tanto más viejo que nosotros,
que vos y yo.


2.

Viejo, siempre en estado de pancarta.
No entendés nada. (Tampoco hay tanto
que entender, poner el cuerpo nada más.)
Me hablás de espíritu. De qué espíritu
hablás. ¿No ves que eso de ser libre
brilla sólo en tu baldosa? ¿No ves
la radiación por todas partes?
Vivís entre abstracciones. No quiero ir
a tus libros ni al pasado. Entre otras cosas
porque ahí estás vos y tu ficción
de perdedores. No quiero terminar
llorando y ¿sabés?,
me voy a perforar el cuerpo y pintar
la carne hasta que se me dé la gana.
.......................Digo,
¿por qué no fumamos uno de los buenos
y la seguimos disueltos en el humo?



EN PALERMO


Hoy es día de mojarras, Mario.
La superficie del lago es transparente
y no parece sensato intentar de nuevo
la suerte del mediomundo.
Al fin y al cabo, fue casi por azar
que sacamos la bestia imaginaria.
¿Te acordás?, se reía de nosotros
con esa boca llena de felpudos sarcásticos.
Algo bíblico.Sí, es día de mojarras, che.
El cielo brilla indiferente y produce
ese efecto gregario que nos ablanda a todos.
Además, quién oye la canción de los mansos.
Porque había magnetismo esa tarde...
Yo te había comprado el helado de palito
con el que señalaste de pronto la profundidad
y mirá, ahora estamos aquí
a merced de las palabras.

No valen intenciones. Que vengas

y te enfundes en el vistoso pilotín amarillo
con la red en la mano
no es argumento suficiente. El agua
es peligrosa siempre, ¿viste?,
te refleja y no te refleja,
pero no hay monstruos cada dos por tres
en el lecho de lago.
Te lo digo así, para que no insistas.

¿Dónde estará ese sueño de vapores
y ronquidos felices?...


Mario,

no creo que la vida dé oportunidades.
Eso sí, cuando arrojaste la red
te oí el grito más tierno, más ilusionado
y éramos dos titanes, ambos
tirando de una caña.


'Ta bien,

la fantasía puede ser un cáncer
que se lo lleva todo, pero
dónde se oculta, entonces,
la ferocidad del sentido.




ESTA ES LA CASA


Mujer, esta es la casa, la heredad,
hicimos una tierra. A ojo está el mar.
-Mi señor, desde aquí se ve todo,
hasta el pasado como una agonía.

-Esta es la casa, mujer, allí las huertas;
y más cerca las casas, la ciudad.
-Quiero sonreír y no puedo, lo miro
y de verdad no lo reconozco.

-Mujer, esta es la casa, luché por ella;
al fin y al cabo, busqué un significado.
-Pero su mar está teñido de sangre,
y ya no sé, ya no sé qué pensar.

-Esta es la casa, mujer, los recuerdos
se han hecho historia propia, sentido.
-Sólo siento su mano en la mía, señor,
un imperio que me agrava los hombros.

-Mujer, esta es la casa, el amor mutuo,
las hijas y toda esta gente por quien velar.
-Las palabras me cansan, señor, y nada
comprendo. Se fue el invierno, y mayo...

-Esta es la casa, mujer, la posesión,
señora mía de mis pensamientos,
-...y mayo que no viene, marido. Qué son
esas campanas y qué, aquel velamen.


(De: La verdad se mueve,
Ediciones del Dock,2008)

Javier Adúriz
(Buenos Aires, 1948-2011)





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