domingo, 16 de noviembre de 2008

POEMAS CHINOS




LA FUERZA DE QUIEN MIRA

Mi escudilla contiene su último alimento.
Es de noche y en el cascarón de jade
sólo hay un sorbo de vino.
Comeré y beberé despacio, para tener la fuerza
de quien mira un árbol por primera vez.

Hwang Hupeh. Dinastía Liang




LA GRAN MURALLA

No es su costumbre,
pero la garza amarilla desplegó sus alas e inició anoche un vuelo nocturno.
No es frecuente en China;
pero a veces ocurre que alguien desarma la Gran Muralla
para que el corazón quede expuesto
y pueda volver a amar.

Yuan Ho. Dinastía Han.




UN VIEJO MAESTRO

Al final de las riberas del Ho,
como un genio fabuloso,
vivía un Viejo Maestro.
Diez milenios duró su existencia.
Para dibujar cada ideograma demoraba cien años
y el largo poema aún no ha terminado.

Fan Meng Li. Dinastía Sui.




EL ÓRGANO DEL ARTE

Con bambúes he construido un instrumento musical.
Es como agua flotando sobre la tierra.
Tiene un ideograma de aire, semejante a un órgano
cuando se calienta desde su lado de fuego.

NüPing, Dinastía Ch'en.




LA PRINCESA T'ENG

LaprincesaT'eng
está sentada sobre un gran espejo.
Pero es primavera
y ella no ha concluido su gesto.

Wu Yang Tsu. Dinastía Shang.




PEQUEÑO GORRIÓN

Mi amada no conoce jaulas;
va y vuelve cuando se le ocurre.
No te cantaré cuando te hayas ido,
pequeño gorrión salvaje.
Te canto ahora que me amas.

Shen Chin, Dinastía Wei.



SECRETO RELIGIOSO

Aisla tu cuerpo
y destruirás tu espíritu.
La religión verdadera
liga dos veces.
Vincula tu cuerpo a la Tierra,
para así alcanzar la armonía del Cielo.

Yen Ts'anglang. Dinastía Ch'i.



EN AGUAS BAJAS

Mis poemas antes tenían
toda la profundidad de la superficie.
Ahora tienen toda la superficialidad
de lo profundo.
Yo sé de la molicie que espera en las aguas bajas.

Hwang Hupeh. Dinastía Liang.



DEBILIDAD OCULTA

Las paredes de mi casa son de papel;
por eso las he pintado, para que nadie pueda rasgarlas.
Diseñé motivos acuáticos, fuentes y pájaros.
Es mi esperanza que los enemigos no adviertan
la presencia de las aves,
porque sólo un lago puede cerrar en el acto
el tajo de una espada.
Mientras tanto, en un cuarto interior,
con mis amigos, sin más precaución ni cautela,
ruidosos como cien gansos gigantescos,
bebemos el dorado licor del árbol de la sidra.

Shen Chin. Dinastía Wei.




LA CONCUBINA

Ella, desnuda, se expone ante mí,
en una variedad de su invitación clásica.

Yen Ts'anglang. Dinastía Ch'i




BAJANDO EL OPUESTO

Insinúas con tu actitud
que mi excesivo interés te inspira rechazo.
Pero el movimiento es siempre un punto de vista.
Yo digo que es la terraza la que baja su vuelo
alejándose de la grulla.

Tsé Fung Tsi. Reino de Chou.



LA DESCONFIANZA COMO PRUEBA DE POCA SABIDURÍA

La duda cierra la posibilidad,
el ciclo y todo reverdor.
Tengo un amigo
que no vive sino para ser traicionado.
Si por algo lo admiro
es por su persistencia en la confianza,
pese al tono sombrío del augurio.
Se levanta cada mañana
y permanece invariablemente aferrado
a la femenina forma de la Tierra.

Hwang Ha Li. Poema redactado
en Escritura Antigua. Dinastía Legendaria.




Alberto Laiseca





Alberto Jesús Laiseca. Escritor y poeta argentino (Rosario, 1941; Buenos Aires, 2016). Trabajó en diferentes oficios en distintas provincias. Fue durante seis años empleado telefónico y durante otros diez corrector de pruebas en el diario La Razón. Fue durante algunos años asesor de la editorial Letra Buena. Ha publicado las novelas Su turno para morir (1976), Aventuras de un novelista atonal (1982), La hija de Kheops (1989), La mujer en la muralla (1990) , El jardín de las máquinas parlantes (1993), Sí, soy mala poeta pero...(2006) y La puerta del viento (2016); los relatos:  Matando enanos a garrotazos (1982), En sueños he llorado (2001); los ensayos Por favor plágienme! (1991) y Manual Sadomasoporno (Ex Tractat), 2011; y  los Poemas chinos (1987), de donde fueron extraídos estos poemas, entre otros libros. Pero bastante antes de publicar su primer libro, Alberto Laiseca ya estaba trabajando en lo que se convertiría en su mítico hijo literario: Los Soria, una monumental saga novelística de mil quinientas páginas que intenta «reflexionar sobre el poder absoluto y la posibilidad de organizarlo de un modo más humanizado», según Laiseca. Finalmente, dieciseis años después de terminada, Los Soria fue publicada en 1998. 





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