domingo, 21 de diciembre de 2008

LA NOCHE, EL PORCHE

Mirar fijo a la nada es conocer al dedillo
el lugar al que todos seremos barridos, y protegerse del viento
es sentir un inasible lugar desconocido acercarse.
Los árboles pueden mecerse o estar calmos,
el día y la noche pueden ser lo que les plazca.

Lo que deseamos, más que una estación climática,
es la comodidad de ser extraños, al menos con nosotros mismos.
Ese es el quid del asunto, razón por la cual incluso ahora parecemos
esperar
por algo cuya apariencia sería su desvanecimiento:
el sonido, digamos, de algunas hojas cayendo,
de una hoja cayendo,
o menos. No hay fin para lo que podemos aprender.

El libro allá afuera nos dice suficiente
y jamás fue escrito pensando en nosotros.




Mark Strand (Summerside, Isla del Príncipe Eduardo, Canadá 1934 - Nueva York, E.E.U.U., 2014)




(Traducción de Germán Carrasco Vielma)




The Night, The Porch
: To stare at nothing is to learn by heart/ What all of us will be swept into, and baring oneself/To the wind is feeling the ungraspable somewhere close by./Trees can sway or be still. Day or night can be what they wish./ What we desire, more than a season or weather, is the comfort/ Of being strangers, at least to ourselves. This is the crux/ Of the matter, which is why even now we seem to be waiting/ For something whose appearance would be its vanishing-/ The sound, say, of a few leaves falling, or just one Ieaf,/Or less. There is no end to what we can learn. The book out there/ Tells us as much, and was never written with us in mind.

(Poema extraído del Diario de Poesía Nº68 -2004)



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