miércoles, 17 de diciembre de 2008

MEDITANDO EN LA PESCADERÍA








Adherido al vidrio

de la nevera,
hay vapor
y escamas.
El dependiente
no conoce los mares de Terranova,
ni la sed,
ni el hambre de pescadores bretones
entre las aguas
congeladas.
Es un hombre
de exactas obligaciones familiares,
un Dios
de bata blanca
que mete sus manos en esta tarde
y saca
el cadáver
de un atún.

En la balanza
los trozos de pescado
tienen
un peso exacto.

Me he engañado
toda la vida:
los mares guardan
también su lecho
de lodo
contenido

trombas
de polvo negro

y mientras pienso

saboreo

la imposible promesa.




Igor Barreto (Venezuela, San Fernando de Apure, 1952)






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