domingo, 19 de abril de 2009

MACABRO
















A Jorge Luis Borges

Corona el mostrador su forma absurda
conservada en alcohol dentro de un frasco.
Es un feto: junémoslo sin asco;
pudo nacer, pudo haber sido un curda.

Pudo rolar con chorros a la gurda
o llevar un milico bajo el casco;
pudo ser tan fulero como un chasco
o, langa, hacer latir los de la zurda.

Se tiraba a machito esta pavada.
Pudo ser todo y prefirió ser nada
(o, acaso, prefirieron que no fuera).

La cosa es que, bandeao por el escabio,
pienso que a la final jugó de sabio:
seguirá con su alcohol cuando yo muera.



Daniel Giribaldi



Seudónimo de Diógenes Jacinto Giribaldi. Poeta argentino, nació en Nueva Pompeya (uno de los 100 barrios porteños), en abril de 1930 y murió el 2 de noviembre de 1984. Fue agrónomo, bailarín de tango y periodista, además de poeta. Publicó sus poemas en "Agua reunida", "Bien debute y a la gurda" y "La construcción del laberinto". Hizo una versión lunfarda del clásico de Cervantes, Milonga de Don Quijote. Además, dejó varias novelas inéditas, entre ellas una titulada "Quilmes tomadas en los jardines de Flores". En 1966 Giribaldi publicó sus "Sonetos mugres" que terminó siendo su obra más reconocida. Fue por editorial Sudestada, que por ese entonces ya había sacado “Las condiciones de la época” de Joaquín Giannuzi y “Las patas en las fuentes” de Leonidas Lamborghini. A pesar de un prólogo de Gobello y un epílogo más que laudatorio de José Barcia, la suerte literaria de Giribaldi fue mínima. Se lo recuerda todavía en Rosario, cuando un par de lectores aislados preguntan, muy de vez en cuando, qué pasa que nadie habla de él. Y es extraño, porque son un puñado de sonetos entrañables, sinceros, muy bien construidos. Sonetos en donde el lunfardo no viene a saturar la estructura clásica, sino a oxigenarla, a darle sentido. Varios poetas argentinos le entraron al soneto, pero unos pocos domaron esa fórmula. La musicalidad de Banchs, la aguda percepción de Wilcock y, sin duda, la entrañable voz ciudadana de Giribaldi". (Antonio Requeni). Giribaldi murió en 1985, a los 54 años, de una cirrosis hepática.
(Texto parcialmente tomado de "Al mar por naranjas")



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