Mas la noche ventosa, la límpida noche
que el recuerdo rozaba solamente, está remota,
es un recuerdo. Perdura una calma asombrada
hecha también de hojas y de nada. No queda,
del tiempo aquel detrás de los recuerdos, más que un vago
recordar.
Alguna vez vuelvo en el día,
entre la inmóvil luz del día de verano,
ese estupor remoto.
Por la abierta ventana
el niño contemplaba la noche entre los cerros
frescos y negros, admirado de hallarlos agrupados:
vaga y límpida inmovilidad. Entre las hojas
que susurraban en la sombra surgían colinas
donde todas las cosas del día, las costas
y las plantas y las viñas eran nítidas y muertas
y la vida era otra, de viento y de cielo,
de hojas y de nada.
Alguna vez retorna
en la quietud inmóvil del día la memoria
de ese vivir absorto, en la luz asombrada.
(De: Lavorara stanca)
Cesare Pavese (Italia, San Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950)
(Traducción: Horacio Armani)
No hay comentarios:
Publicar un comentario