viernes, 6 de enero de 2012

No es necesario




No es necesario extendernos en conclusiones.
En el siglo XX, investigadores brasileños,
realizaron un estudio en torno al impacto
que los robots tendrían en nuestro devenir social.

De nuestros hijos en la educación influyeron,
en tareas de limpieza a nuestras mujeres ayudaron,
en nuestras fábricas y campos trabajaron…
y al servicio de nuestros ejércitos órdenes cumplieron.

Barilatis, era aficionado a la electrónica,
en aquellos años incorporó a su Fiat 600
un televisor alimentado por el encendedor del tablero.

Barilatis, se desempeñaba laboralmente
en el sector frutícola,
empleado en un galpón de empaque
perteneciente a la firma La Roja S.A..

Fue uno de los primeros riocoloradenses
sustituidos por robots en su lugar de trabajo.
El XHP-7 tenía la fisonomía de un fisicoculturista,
era dúctil, se desplazaba por sus propios medios,
tenía una altura de 182 centímetros y el color de nuestra piel,
obedecía instrucciones recibidas por voces determinadas
y realizaba trabajos de campo como cualquier operario calificado.

A partir de entonces…
Barilatis fue propietario y operador de la F.M. Stop.
A los cuarenta y dos años
tuvo una obstrucción parcial en una arteria.
En principio no quiso operaciones.

Asistido por un médico homeópata
radicado en Pehuen-Có,
trató la disolución de su coágulo
en base a un tratamiento sustentado
en una alimentación rica en fibras,
baja en grasas y azúcares, vitamina C
y dos vasos diarios de un licuado
de manzanilla, naranja, aloe vera y berro.

Sin obtener resultados favorables,
decidió someterse a una cirugía
consistente en la inserción de nanobots
programados para la eliminación de toxinas,
bacterias, células específicas, etc..

Desde ese día,
lleva en la parte superior de su mano derecha,
una pantalla que mediante sensores
colocados en todo el organismo
recopila y transmite datos incesantemente.

Barilatis, dice que en unos años
los seres humanos robotizarán tanto sus cuerpos
que dejarán de llamarse humanos.

Los robots serán nuestros herederos
y nos ofrecerán la única posibilidad
de llegar a la inmortalidad.




La madrugada del 4 de marzo
Ñancufil dejó un mensaje en mi celular...
diciendo que en dos días
Enrique viajaría con destino incierto.
La vida humana corría serios peligros de extinción.
Había una única posibilidad de impedirlo.
Si quería ser de la partida
debería comunicarme con ellos ni bien despertara.

No lo pensé dos veces.

El carnicero González, Don Luis Rancaño,
el Cigarra grande, el payador Alderete,
el investigador Pablo Rebich, Barilatis
y el poeta Fabián Benassi
recibieron el mismo mensaje.

Razón que me llevó a escribir sobre ellos...
en estas memorias de mis últimos días sobre la tierra.


Al lector (poema de Fabián Benassi)

Al haber ojeado concentrada
o superficial estas páginas,
que nadie piense que yo sufro.
¡No es cierto! ¡Pues sólo espero!

Al haber leído las líneas anteriores,
que nadie diga:
-¡Alegre vive!- ¡No es cierto!
Porque me entristece la espera.

Quien al leer estas páginas
las aceptase tal cuál son,
porque las comprende
colmo un ojo comprendería
su lágrima en el espejo...
el polvo de sus zapatos sacudirá
y se marchará en paz,
cuando por su causa
suene en alguna reunión mi nombre
y mordaz sea atacada mi persona.

Si a alguno escuchasen ensalzarme,
alegando que me conoce...
¡Miente!
sólo Dios puede hacerlo
y su preocupación
quizá no sea esta.
Y si alguien dedujese
por lo leído, que he muerto.
¡Se engaña! Es de Fe un acto
que esté entre sus manos
hoy mi libro...

Quién al leer las líneas anteriores,
afirmase así, que yo vivo...
¿Cómo podría saberlo?

¿Acaso aquel que ha conocido la vida de verdad,
necesita hurgar en lo que he escrito?



Germán Arens (La Bianca, Prov. Bs.As., 1967)





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