lunes, 24 de octubre de 2016

SER Y SER VISTO





SIGUIENDO el olor a rosas por las ventanas abiertas de mi pueblo
hasta tarde va mi segunda juventud si es que tuve una primera
para ir a bailar a la fiesta disfrutar y ver no sólo los fuegos
sino a su vez el secreto de de la escena el baile a lo ettore scola
ser y ser visto.

***

CON LA CAMISA puesta de varios mundos pequeños entro al hotel
como un fantasma donde la sangre se tranquiliza en ese cruce
de esquinas y le doy un beso en el pasillo antes de entrar
en la habitación estamos dentro de un sueño plateados amados
por la luna y los fuegos fatuos que la bruma rememora o inventa
en el enjambre de los días devorados.

***

LA SANGRE que se va en esa marea de seda disuelve mi niñez
mis juguetes esa levedad donde nací por primera vez
en esa sed jugué en serio
en ese tul matinal no quedó trazo ni secujela ni tremolina
esa vida albea
se vuelve mesa de la verdad que huye de nosotros proyectando 
su luz
se  descifra en si misma donde canté.

***

VOZ de las primeras palabras de la infancia en la cancha del rojo
de avellaneda bajo ese sol que nunca muere en las gradas en los 
ecos del gol en ese lenguaje cocido de las tribunas de atrás
que dan al ferrocarril

donde disponía un jardín como un océano misterioso y abajo
en la sombra detrás de las tribunas los refrescos esa comedia
sorprendente como algo que uno presiente repercute y no llega
a acordarse del recuerdo que trastabilla en letras náufragas
cerca de la ventana donde me complacía mirar.

***


GUARDO EL SABOR del primer beso vagando en mi vida como
el silbido de una vieja canción que tocó y siguió con su oro
su murmullo de puente roto de labio casi olvidado de un tiempo
de rosas que habías vivido en otro mundo cuando salíamos
empujados por el sol cuando se acababan las clases.





Pablo Queralt (Buenos Aires, Argentina, 1955)






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