“no queda más que viento”
(canción de Luis A. Spinetta)
Hoy vinomi Madre. Me
ha reclamado
que la rosa
china
plantada en un rincón
-la rosa
que enrojece
el verde gris
del muro-
terminará
por eliminar
con sus ramas
al jazmín
del país
que lo circunda.
Una planta
se hunde
para siempre
en la tierra,
es lo que pienso.
Pero un temor
proyecta
el lenguaje
preciso
de los Ancestros.
¿Qué cosas hará el viento?
Acaso
de ese sitio
lateral
haga
un pantano,
un bosque
activo
de filamentos
o de lluvias
crudas y
penetrantes.
El viento
será
un remolino
inhóspito,
un microclima
donde las palabras
flotarán
en las aguas
detenidas
de una densa
humedad.
Hay un viento,
y atraviesa el jardín.
Es el jardín de los ancestros.
SIGILOSAMENTE
Riego con agua
fresca
el pequeño pino,
el pasto
recién plantado,
la enredadera
todavía
incipiente. Sé
por alguna razón
que los hechos
suceden
a trasluz,
prosperan
cuando desvío
los ojos.
Como en silencio
los talles
crecen
de manera
invisible,
sigilosamente
con el favor
del agua
y también
por omisión.
AURA
Luego de las luces del amanecer,
de su significado misterioso
y alentador,
se pregunta
por esa energía
que hizo del cuerpo
una acumulación
vertical
un cofre lleno de hielo
cuyas gotas
fueron la quietud
rancia
de la ideología.
Si pudiera acercar su boca
a la áspera carencia del día
para completar
el oxígeno,
pondría su mano
en una zona eléctrica
donde la vecina,
apenas madura,
le entregara
nuevamente
algo de su cuerpo,
y también
un poco de sus palabras,
la bellísima sencillez
y con notable imaginación
la convertiría
en un aura misteriosa
en una narración
fascinante
y oscura
donde afincarse
y sobrevivir
– por unos instantes –
bajo el dulce
amparo
de las horas.
EL DULCE PORVENIR
Cuando los mejores poetas de mi generación
curtidos por las drogas
la grasa y el vino excesivo
están haciendo pie
y pueden usar la palabra templanza
con toda propiedad
reunir poemas
evaluar con cierta distancia
sus tesoros
su cúmulo precioso
cuando cerca de los 50
la juventud
es una palabra
que ha sido usada
y se puede recordar
-sí, con alegría-
las viejas amistades
los duelos
los viajes pequeños
cuando
el poeta
de los grandes experimentos
pero de otros poemas
mejores aún
es una increíble
referencia
y ahora
puede
-finalmente-
distribuir
el aire
y la respiración
porque ha corrido tanto
yo aún
el poeta de la familia
el poeta que
literalmente
ha administrado la energía
el poeta del tenis
estoy cambiando a mi hijo
interminable
en el baño
posterior de la casa
y le digo
“te amo te amo”
y barro
bajo los signos y los hábitos
de antiguos mecanismos
la ropa la basura y me muevo
-ya ciego-
entre escombros de fuego
y no tengo, lo sé,
escapatoria
no puedo ni podré respirar
amo
con pobreza
como pude
pronuncio “te amo”
como una
invocación
como una oración religiosa
-polvo del camino-
la única propiedad
con base
en lo real.
Carlos Battilana (Argentina, Corrientes, Paso de los Libres, 1964)
(del Libro: Un Western del frío;
Viajero insomne, 2015)
ResponderEliminarMe gustó mucho encontrar a este poeta, desconocido por mí. Bah, encontrar sus poemas. Gracias, Marcelo.
Susana Tosso.
Gracias a vos, querida Susana por leer y estar siempre ahí del otro lado, con una fe inquebrantable.
ResponderEliminarMuchas gracias Marcelo por incluir estos poemas en tu blog. Abrazo
ResponderEliminarCarlos Battilana
De nada, Carlos. Es un libro emotivo y logrado, el tuyo. Dos atributos que no siempre van juntos. Lo disfruté mucho.
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