No deseo hablar con alguien que ha escrito más libros de los que ha leído.
martes, 19 de junio de 2018
JUANA BLANCO
Soy una mujer, joven, por la treintena
entendida en muchas cosas
incluso universitaria
profesora:
con un buen par de piernas
y tetas sin corpiño:
caliento a los machos,
bárbaro: así de mí hablo, puta vanidosa
...porque...
¡a tantas cosas ando fallo!
sin embargo.
No tengo pene, por ejemplo.
No tengo y no tengo.
Y no sé si esto va en broma. Y no sé
si esto es
es en serio.
Yo me llamo Juana Blanco,
Soltera y con...
con mis menstruaciones
y con todos esos hormigueos
que van de las uñas pintadas de los pies
el depile sobaco y la pintura
hasta las milagrosas, sí milagros
jaquecas justo en el momento de acabar
cuando empiezo a susurrar y medio
hasta gemir
hecha una horqueta debajo del tipo,
sea
sea que me la den
por adelante o por el culo:
por atrás.
Zonas, en fin
zonas erógenas si así se dice
¿para qué echar panes?
la verdad no tengo:
hormigueos entonces,
hormigueos por todo el cuerpo.
Hormigueros.
Y las hormigas me van a comer
toda la carne hasta los huesos.
Por mi culpa. Por hacer mientras me maquillo
mohines frente al espejo.
Por yegua y por caliente.
Yo me llamo Juana Blanco
y es mucho, demasiado,
lo que me pajeo. Pero,
no puedo remediarlo.
Me encanta estar echada
y yo solita dármela.
Miro el techo y primero susurro
ronroneo, así empiezo,
y en el cúlmine después jadeo.
También sueño ensueño
en pleno día a veces
(¡esos sí que días plenos!)
Antropóloga, profesora de His
—¡vaya Historia!— me cago sin embargo
me recontracago en los tres mundos
en Oriente y Occidente
en las deres, el centro y las izquierdas
pacíficas o frenéticas guerrilleras.
Juana Blanco yo me llamo,
vengo de una
—así se ortiva,
me meo por el lunfardo— familia
buena por el apellido y por los mangos,
una familia de la alta
burguesía argentinoide.
(Sarmiento: “Argentino es anagrama de ignorante”)
Pero, cuándo no, fue Macedonio
—yo me llamo Juana Blanco—
el que dijo al enterarse del pegol de Uriburu,
“Corremos peligro de que” —¡este deque,
digo yo!— “en los manuales psiquiátricos cambien
la designación de mongoloide.
Ahora en su lugar pondrán, saben,
argentinoide”. Las espadas
salvadoras son,
aunque un sorete me importan,
neuronas muertas.
Con ellas valúa y transvalúa
el economista demente
y así,
aunque me cago con mi culo
por tantas porongas siempre abierto,
así el loco de la economía
y el paquete armado con sus neuronas muertas,
así construyen el infierno.
Yo no soy pobre.
El cono Sur, la tortura y el hambre
y las ejecuciones y las boletas,
Latino
América,
todo esto me divierte.
Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, Argentina, 1940- Barcelona, España, 1985)
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