domingo, 17 de junio de 2018

EL RETORNO DE HARTZ



























La música se lleva en la bragueta
o en el corpiño si uno es hembra
pero
Hartz
el pobre Hartz
el pobrecito Hartz tan moderno
en el sudor de su grasa llevaba el pentagrama
la notación de esas parcas
miserables perlas
(lo imposible igual es no tenerlas


Hartz es poco
y harto calla
y mira por la ventana
y no es para él tampoco
para su laya
la bendita estrella de la mañana


Judío pero no del Antiguo Testamento
más bien un liberal apenas, a secas,
ni siquiera acérrimo,
Hartz entró en el Tortoni
y entre los mármoles buscó una mesa.
Así como de libros, La Casa Editorial,
también tenía acciones de alpargatas.
Pidió primero un té.
Después, una menta:
no tanto para beberla
como para divertirse con sus colores memos.
Pero el tiro le salió por la culata:
se aburrió
como el suicida Svichigailov
cuando la noche previa de pindongueo y aguacero
anunció su largo viaje
irrumpiendo en la casa de su novia
que púber y dinero y padres y rubor
sólo era una nena





Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, Argentina, 1940- Barcelona, España, 1985) 





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