lunes, 23 de julio de 2018

NANO





















CARACOL

Mi caricia legusta
llena mi mano de baba
y casi sale por completo de su concha.

Vivimos juntos
se  llama Nano
su casa es un gomero

explora la habitación
Nos descubrimos


***

Lo tuve, y se me murió. Jugué con él: rodó tres veces por el suelo. Debo hacer algo antes de que los carroñeros lleguen. No lo tomé en cuenta cuando al tocarlo en sueños me dijo: “déjame tranquilo”. Y por mí se trizó su concha hasta que fue inútil sellarse, ya que el calor entraba por la abertura y además, al mover la planta le di el toque de gracia contra una piedra en la que se quedó de lado, sin fuerzas ya para cargarse. Antes disfruté al contar cómo descubrí las costumbres de los caracoles, la manera que tienen de investigar objetos nuevos, sus largos coitos penetrando y dejándose penetrar hasta lanzar y recibir la flecha espiral de calcio.

Su cadáver está sobre mi velador.
Esto es lo que le hice a Nano
Y tú quieres que me quede contigo.

 Envío de Ana Herrera
 Con mi caracol y mi revólver
Muestra de poesía chilena reciente 
en selección y notas del poeta Diego Alfaro 
Palma-  Edición: Vallejo & Co.

Natalia Figueroa  (La Serena, Chile, 1983)






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