martes, 4 de junio de 2019

EL PASTOR AMOROSO:














ALBERTO CAEIRO


I

Cuando no te tenía
amaba la Naturaleza como un monje calmo a Cristo
Ahora amo la Naturaleza
como un monje calmo a la Virgen María
religiosamente, a mi modo, como antes,
pero de otra manera más conmovida y próxima.
Veo mejor los ríos cuando voy contigo              
por los campos hasta la orilla de los ríos;
sentado a tu lado miro las nubes
y las veo mejor...
No me quitaste la Naturaleza...
No me cambiaste la Naturaleza...
Trajiste la Naturaleza a mis pies.
Porque existes la veo mejor, y es la misma,
porque me amas, la amo del mismo modo, pero más,
porque me elegiste para tenerte y amarte,
mis ojos la contemplaron más detalladamente
en todas las cosas.

No me arrepiento de lo que fui antes
porque todavía lo soy.
Sólo me arrepiento de no haberte amado antes.



VII

Tal vez quien ve bien no sirva para sentir    
Es necesario que haya modos para todas las cosas,
y así cada cosa tiene su modo, y el amor también.
Quien tiene el modo de ver los campos por las hierbas
no debe tener la ceguera que hace hacer sentir.
Amé, y no fui amado, cosa que sólo vi al final,      
porque no se es amado como se nace sino como acontece.
Ella sigue tan bonita de cabello y boca como antes,
y yo sigo como era antes, solo en el campo.
Como si hubiera estado cabizbajo,
Pienso esto y alzo la cabeza
Y el sol dorado seca las lágrimas que no puedo dejar de llorar,
¡Qué grande es el campo y qué pequeño el amor!
Miro y olvido, cómo se entierra el mundo y los árboles se deshojan.

Yo no sé hablar porque estoy sintiendo.
Estoy escuchando mi voz como si fuera de otro,
Y mi voz habla de ella como si fuera ella la que habla.
Tiene el cabello de un rubio amarillo trigo al sol claro,
Y su boca cuando habla dice cosas que no hay en las palabras.
Sonríe, y los dientes son limpios como piedras de río.



Fernando Pessoa (Portugal; Lisboa, 1888- id., 1935)
(Traducción: Teresa Arijón
Y Bárbara Belloc)

I

Quando eu não te tinha
Amava a Natureza como um monge calmo a Cristo...
Agora amo a Natureza
Como um monge calmo à Virgem Maria,
Religiosamente, a meu modo, como dantes,
Mas de outra maneira mais comovida e próxima.
Vejo melhor os rios quando vou contigo
Pelos campos até à beira dos rios;
Sentado a teu lado reparando nas nuvens
Reparo nelas melhor...
Tu não me tiraste a Natureza...
Tu não me mudaste a Natureza...
Trouxeste-me a Natureza para ao pé de mim.
Por tu existires vejo-a melhor, mas a mesma,
Por tu me amares, amo-a do mesmo modo, mas mais,
Por tu me escolheres para te ter e te amar,
Os meus olhos fitaram-na mais demoradamente
Sobre todas as cousas.

Não me arrependo do que fui outrora
Porque ainda o sou.
Só me arrependo de outrora te não ter amado.




VII
Talvez quem vê bem não sirva para sentir
E não agrade por estar muito antes das maneiras.
E preciso ter modos para todas as cousas,
E cada cousa tem o seu modo, e o amor também.
Quem tem o modo de ver os campos pelas ervas
Não deve ter a cegueira que faz fazer sentir.
Amei, e não fui amado, o que só vi no fim,
Porque não se é amado como se nasce mas como acontece.
Ela continua tão bonita de cabelo e boca como dantes,
E eu continuo como era dantes, sozinho no campo.
Como se tivesse estado de cabeça baixa,
Penso isto, e fico de cabeça alta
E o dourado sol seca as lágrimas pequenas que não posso deixar
                                                                              [de ter.
Como o campo é grande e o amor pequeno!
Olho, e esqueço, como o mundo enterra e as árvores se despem.

Eu não sei falar porque estou a sentir.
Estou a escutar a minha voz como se fosse de outra pessoa,
E a minha voz fala dela como se ela é que falasse.
Tem o cabelo de um louro amarelo de trigo ao sol claro,
E a boca quando fala diz cousas que não há nas palavras.
Sorri, e os dentes são limpos como pedras do rio.




 IMAGEN: Ophèlia Queiroz.





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