jueves, 1 de agosto de 2019

MADAM


























No tengo arte. El arte de una amada
es ocultarlo tras el cuerpo. Este poder,
decía,  es un espectro. Porque amo soy,
esclava y gozne de ilusión, insomne
que abrirá, tras el jardín, la cerca.
Atrás nardos, ciclámenes, violetas: se completa
la guirnalda, y aquella falda drapeada,
cuando era bella. ¿Aquel amado? ¿Recuerdas?
¿Tuvo otra casa, ella? ¿Otro jardin, y cerca?
Tantos abrazos. ¿Gemía acaso ‘no tengo arte’
cuando observaba, erguida en falso,
lo fatal del lazo? Su parte era ser bella,
misteriosa por demás, urdida sobre si
como celdilla de un panal desalojado. Las abejas,
en otro lado y tiempo, finito, para espiar
por la mirilla. Esta mujer, decía,
admiraba la traición y la insuflaba en peso.
Ese, digo yo, sería su exceso. Cada movimiento
de su voluntad un átomo duraba, que volvía
con tiento a la materia irreal del tiempo.
Allí cabía verdad, olvido, igual, ausente.




(De "Madam", 1988; tomado del libro:
El árbol de las palabras, obra reunida,
Bajo la luna, 2018)

Mirta Rosenberg (Argentina, Rosario, 1951, murió en Buenos Aires, en 2019)




IMAGEN: Fotografía de Nobuyoshi Araki.



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