lunes, 2 de septiembre de 2019

NO SÉ TU SINO





















No sé tu sexo sino el desliz
Sino perdidizo no sé tu eco
Si no es tu eco será el rocío

El ocio minucioso del minúsculo
trastorno intercambiar en carne
propia la pulpa recién despierta

Postrimerías de la jugosa noche
Pronto albor no abolirás la máquina
de filtrar este parloteo de gotas

Ser el gotero el recipiente pendiente
de tu lóbulo ola del ardor la bocamaga
No sé mirarte ni confiarte estas secretas

Adonde cicatrizan dibujos más que ajustar
Dama de lotos del códice pasajero me inclino
en la veranda del vermut donde se junan lobos

Sin espaldas en lodo cada recodo de bobera triza
el ocular globo oculta ahúma suma confitura al recoveco
Cada eco que inclínase hace nacer al abismo

Transparencia don de la estrella
Al remontar a Venus por el lomo
Pendiente de tu hombro de cruda

(De: Olla de grillos)

NO ERA NECESARIO DOBLEGAR EL DOLOR,
apagarlo como a un fósforo —efímera
eficiencia de los frotes— contra el pavimento
o la impavidez del contacto prisionero
de un esmerado amor por el cero,
por el afeite del gesto, por las dunas
que adensa la mano con su gasto,
cuando tocar no encuentra salida
sino en todo entrada y troca su canción
con la oración del espejismo,
la entrañada luz de los azotes veloces,
roces se dirían abismo, porque no da
descanso la calma diminuta que rocía
con las simientes del vuelo, con el celo
del azoro y el ardid y desnudez continua
que es esta vez y siempre una corriente
lunar mezclándose al semen, allá
en las cosas o acá en la serie
del cemento: tras de la agitación
palpita de traje la pulpa de un latir, Vía
Láctea, branquia, pepita, célula
del nadir, brazada del nadar
sin océano en el fondo y sin mirada.


(De Sangrado
Bajo la luna, 2006)

Reynaldo Jiménez (Lima, Perú, 1959- Vive en Buenos Aires desde 1963) 







No hay comentarios:

Publicar un comentario