25
Este burro me ha hecho perder la
fe en el mundo.
Tan lindo que es cuando avanza. ¡Winedrop!
¡Winedrop
pero después afloja y todo
termina en desquicio.
Primaveral domingo hora quince.
Temperatura exactamente la de mi
furia
por manejar boletitos de modo
que se metió Farfal por la
mismísima:
perdí por cuatro cuerpos.
Ahora soy un seco padre de
familia
expuesto a los lobos que me
persiguen. Era
jugarle a un caballito fenómeno
y miren lo que pasó.
Volveré volveré como las oscuras
a escupir este piso e insultar
cualquier pedigree. Pasaba,
iba solamente a la florería
a comprar un ramo para una amiga
de mi mujer
que falleció en domingo,
pobrecita,
cuando entré al hipódromo y me
jugué las flores
a las patas de un pura sangre.
17
Véanlo en su elemento. Es que
sufre y le gusta
expirar en el juego atrevido.
Déjenlo que asista a sus
nocturnas muertes,
nadie afecte
su libertad entendida como
herirse.
Nadie toque
su libertad ni siquiera
con la hoja de un lirio. Es
lógico
que todos lo miren con
reprobación;
pero hay que dejarlo que se
desfleme y exude
los líquidos de su imaginación
excesiva.
27
Lo comprendo señor, deme la mano,
por aquí es la salida, lo
acompaño a la calle.
Usted quería, claro, llevar pan a
sus hijos
y la casualidad no concurrió a la
cita.
Quería lucir una sonrisa hermosa
o véanme,
soy tremendo,
y en cambio ha salido hediendo a
caca.
Jadee nomás jadee,
póngase las manos en la cabeza
para gritar: horrendo,
toy muerto;
pero si alguien le diera ya
dinero
seguro correría a jugarlo.
Usted no es de salvarse porque
falta
a la palabra empeñada, empezando
que no tiene salida y es mejor
vaya escribiendo su epitafio:
“Aquí descansa un tonto que murió
de frío
pero nunca dejó de desabrigarse”.
13
Soy como el ignorante empeñoso
que aspira a un tesoro.
Todo lo conseguido fueron llagas
y cuanti más un ¡Ah!, como alto
gozo
en la noche total, por haber
visto.
Eso y tomar mujer. Ella y los
niños.
El desierto por tierra prometida.
A veces un oasis pequeñísimo.
Terrible vanidad quererlo todo
y elegir el camino más difícil.
Nadie dirá, el día que me
quiebre,
que pude andar en una cosa seria.
Mis amistades, comentando el
hecho,
moverán la cabeza como péndulo
negándome al barrer. Así es la
vida.
36
Apareció transido una mañana
cuando me levantaba para ir a la
escuela.
Observé tras los vidrios que
dudaba
si entrar a casa o no. Era mi
padre.
De sobretodo largo arrugado
y barba en crecida. Va y le abre
mi madre. Nos sentamos
a desayunar y ni agrega esta boca
es mía.
Ven que revea ese mazo, papaíto,
tu mano en cucharita temblorosa
al café,
la falta de seguridad en los ojos
y el sol que apareció, no
obstante
habías perdido todo según supe
después.
Nunca más ocurrió y prestamente
dijiste cuidadito hijo mío,
el juego es un abrojo que se te
prende
hasta dejarte desnudo.
Y desde entonces su ausencia
de sobretodo fúnebre vigila
en la puerta de todos los casinos
y timbas
para que yo no entre;
pero entró nomás y a la salida
digo tenés razón viejito,
perdoname.
(Tomado de: “Poesía Completa”,
Ediciones en danza, Bs.As.,
2011)
Jorge Leonidas Escudero (San Juan, Argentina, 1920-2016)
NOTA BENE: Hay un poema más de este libro en una entrada anterior.
IMAGEN: Ruleta americana -Sin crédito de autor; tomada del sitio: http://www.starbaycasino.com/juego.php?nombre=ruleta-americana
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