domingo, 28 de junio de 2020

LA NATURALEZA DE LAS HORAS

















EN LA MAQUETA DE LA CASA


Lo que se ve a través del vidrio
parece un cuadro.
También ella
sentada de este lado
en la maqueta de su casa
puesta con una pinza, con cuidado
para que no se mueva lo de alrededor.
De este lado, ella
es el cuadro.
No hay calma asegurada.
Con una sola chispa
se incendiarían
las maderas resecas
del cuadro.



No sé de donde viene
esta contentura diminuta,
tan privada.
Un envión y al sentarme
me sorprendo, otra vez
mirando mi pie descalzo.
No sé por qué
justo cuando sale entre las sábanas
a punto de apoyarse
en el suelo tibio
de madera.



Los demás ya dormían.
Ponías hojas de menta recién cortada
en el jarro de aluminio y la bombilla
para las dos.
Era ese el té que me dabas.
Por un rato tenías hija
aunque no fuera
mapuche,
manos de piel de cartón
en el agua helada
Clarisa Namuncurá.



EN LA TERRAZA

Las mariposas se atontan cuando comienza el otoño.
La mayoría son blancas, lecheras las llaman.
El sol pesa, llega como una niebla.


Finas mariposas del otoño
que está llegando
traen un aire celeste
la siesta de marzo.
Las flores color de la sangre
bajo la parra
aprietan el vuelo del colibrí
con su parte de arco iris
en el pecho.
¿Acaso tiene
una isla de poesía
en la cabeza
imposible de decir?
¿Quién sería si no pudiera aislarse
con este lápiz en la mano de escribir?
Las palabras ruedan
bichos bolitas
ruedan por la siesta
todavía.
La naturaleza de las horas| 29
Con una mota de polen
para el jugo que viene a buscar,
espero al colibrí.
Quiere atravesar
la ventana.



EN COMPAÑÍA

¿Sueña? ¿Está despierto?
Estiro la mano hacia él,
siento la piel tibia, es el tacto.
Ignoro sus fantasías.
Ahora que él también
se ha desvelado
no le cuento mis obsesiones
de la madrugada,
él no las sabe.
De noche
somos dos desconocidos.
Estiramos nuestros brazos
y se instala una corriente
de piel a piel.
Es el tacto, que nos protege
para que de noche
sigamos desconociéndonos.



Ayer
vimos el atardecer en el mar.
En el cielo de tormenta
el sol
daba su luz a retazos
color cáscara de almendra
sobre la duna.
Los dos la vimos.
Vimos la sombra del tamarisco
muy acostada
la ondulada serigrafía que dejó el viento
en la arena.
El sol daba su luz.
Los dos,
cada uno en su silla.



¿QUÉ ES LO QUE SUBE Y BAJA?

¿Qué es lo que sube y baja,
va y viene,
fluye, se expande,
se contrae,
sale y se esconde?
La intensidad de las miradas,
el brillo de los ojos,
el color de la voz,
la calidez de las manos
y todo lo contrario.

Mirarse a los ojos de verdad
penetrar ese túnel de la retina.
Hundirse
y sentir que en ese momento
no estamos solos.
Mirarse a los ojos
como internarse en el mar.
Después
escapar hasta la orilla.


(Del libro: "La naturaleza 
de las horas",
envío de la autora.) 

 Ana María Grandoso





Ana María Grandoso. Nació y vive en  Carmen de Patagones, Provincia de Buenos Aires, en 1946. Actualmente vive en su ciudad natal. Comenzó a mostrar sus textos y a participar en concursos, cuando ya pasaba los 50. En 2004 aparecieron dos cuentos en la revista libro El Camarote  nº 3 de Raúl O. Artola. En 2005, primera mención en el Certamen Nacional de Narrativa,  Editorial De los Cuatro Vientos auspiciado por el Banco Credicoop con el cuento “La blusa de batista”.Jurado: Sylvia Iparraguirre,  Juan Sasturain y  Alberto Laiseca. En el 2009 edición de un libro de poemas  que es parte de un libro colectivo titulado “Cinco Poetas .Carmen de Patagones”, Ediciones El Camarote. En 2013 primera  mención Premio Bienal Federal Consejo Federal de Inversiones, categoría cuento, obra “Mudanzas” luego titulado “Vamos al baile…”.Jurado: Vicente Muleiro, Samuel Bossini y otros por las regiones del país.  “Vamos al baile y verás”, novela, Ediciones Ruinas Circulares, 2014; y La naturaleza de las horas (Vela al viento, Ediciones Patagónicas, 2018). Inéditos: poemas y relatos breves. Integra desde 2006 el grupo “Primer Borrador” que reúne a escritores de la comarca Patagones-Viedma.





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