viernes, 19 de junio de 2020

LAS CALLES NEVADAS




















Las calles nevadas son siempre un lugar para volver.
la postal y su reverso en blanco: me dirás la verdad?
un empapelado de 1945. un cóctel en manos
de una espía rusa, la lista de todos los errores
en una carpeta sin título, es mejor que las
palabras se agrupen solas, el automatismo
funciona muy bien en la pintura, qué podría
encarecer nuestro plan? en algún punto tras la muerte
la casa y el fresno en el jardín podrán corroborar
que las mejores legiones renunciaron al sentido
de la vista mucho antes de redactar sus promesas



Si la trama diera un giro y la chica
lograra salir del guión y sus argumentos
a medida de una imagen sensiblera,
cautiva.

si el viaje terminara
con la cámara bajo el agua de una bañera
en una ciudad azul: sea california o grotticelle.

algo de la idea de poesía
estaría funcionando.

fuck you desde la ventana de las negaciones
blanca y sin vidrios, con tostadas sobre la mesa
y una línea de jazz en contrabajo




edificios y manos.
a veces el ojo no es más que eso
a través del enrejado.

el puente deja caer un tren
donde el desierto ya no habita.

cada maletín con su cartel en órbita, sin reconocerlo,
a punto de encontrarse en un parlante con forma
                                                                    /de girasol.
lo real se pincha con escarbadientes
(miro toda la sustancia del blues en una foto de
fred mcdowell. campera rosa & blanco,
camisa oscura, sombrero oscuro, pequeño) y puede
contradecirse en la sartén del bien y el mal.
es solo una imagen congelada, el funeral de la nieve,
no podría haber venganzas sobre ello.

qué puede regir sobre lo que no tuvo ley? tal vez
algunas frutas del recuerdo o ciertos aparatos
que descansan la corriente de venas y arterias.

es un barrio donde nadie recuerda nada.
no habrá cortejo si no sale en la televisión




el sueño de una pared familiar:
la alegría por aquello que confirma la regla
pero burbujea tan negro
como el playboy de una publicidad.

vale la pena atravesar el callejón
y pelear contra los matones ya muertos
más veces que cristo.

todo para argumentar la felicidad como deporte
con imágenes de comida en una calle llena de nieve
donde se refleja un saxofonista ciego.

un texto en loop que dice:
la casa y el fresno en el jardín...


(De: Las calles nevadas
Barnacle, 2020,
gentileza de Verónica Vega)
  
Diego L. Garcia





Diego L. García. Poeta argentino, nacido en Berazategui, Buenos Aires, 1983. Es Profesor en Letras, egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Realiza investigaciones sobre literatura argentina del siglo XIX y ha escrito numerosos trabajos de crítica literaria. Publicó: Fin del enigma (2011), Margen el verano (2012), Hiedra (2014), Ruido invierno (2015); Esa trampa de ver (Añosluz editora, 2016), Una voz hervida (con ilustraciones de Ivankán, Jámpster ediciones, 2017) y Una cuestión de diseño (Barnacle, 2018). Fue colaborador de la revista Transtierros, y actualmente de Jámpster y Alto guiso, entre otras.


  
IMAGEN: Fotografía del autor tomada del sitio de la editorial Zindo & Gafuri.





No hay comentarios:

Publicar un comentario