Las piezas de un rostro se
clavan
en mis circunvoluciones
como espejo advenedizo.
La importancia de las cosas
radica solamente en el espacio
de una orilla
golpeada con marítima violencia
bajo la bruma perturbando luces empapadas.
La persistencia del almácigo
se ve en la noche interminable
donde nada salva el frío
y los seres están hechos a la
suerte de su piel.
En todo amanecer de invierno
el sol se asoma sobre el monte
corderos nacen en la nieve
mientras lloramos las mil
pérdidas que vamos a tener
corderos nacen en la nieve
a pesar de las esquirlas que
atraviesan mi cabeza
y el sol vuelve a salir cada
mañana
y vuelve a derretir la escarcha
amenazante
y cada uno sale en busca de su muerte.
PARA EL QUE GUARDA SILENCIO A LA
SOMBRA DEL MANZANO
No invoco las monedas de la
lluvia
para imitar el sendero de los
trenes
ni para repetir el vacío que
solo se remedia
en la existencia de las aves
que salen del estómago de un
muerto.
Encima del cadáver también crece
la yerba
la sal de una lágrima
el metal de una sangre
también pueden crujir en un
lugar
si se miran en la sombra del
manzano.
El horror puede ser bello en la
vitrina
porque no ha tocado un cuerpo
que no corra a esconderse en el
primer olor a pólvora.
Conozco tu silencio,
te he visto caminando por un
pueblo fantasma
y usábamos los mismos zapatos y
los mismos trajes
teníamos el mismo sabor de los
planetas en la lengua
la transparencia del cristal con
que tropieza el pensamiento.
La soledad de una locura
hambrienta
que tirita en el centro del
bosque.
(Tomado del llibro:
Panorama de
Poesía
chilena joven, Maraña, Alquimia
Ediciones,
2019)
Isidora
Vicencio (Puerto Cisnes , 1992). Creció en la Patagonia chilena. Actualmente
reside en Valdivia y cursa el 5° año de Bioquímica en la Universidad Austral de
Chile. Además de estudiar ciencias duras, Isidora se dedica a la escritura
poética y algunos de sus trabajos han sido publicados en antologías como Red de
Talleres Literarios (2008) y Contramarea (2012). Publicó la plaquette: Primeras
casas; Caletita Monterrey (2016) y el poemario, Casas enterradas (Lar, 2018).
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