Entre las arengas e himnos de
los electrodomésticos
nos abrimos paso, cruzamos el
barrio hecho de carbohidratos
en el que por tantos años nos
vimos sin salida.
Luego atravesamos el centro
sitio en el que las articulaciones
exigen mercancías.
El retail sudor.
Los semáforos sangre.
Los pastores redención.
Las bocas mc combos.
Los bolsillos manos.
Los oídos bocinas.
Los paraderos tiempo.
Los ojos... los ojos como
salchichas gigantes se abalanzan unos contra otros
estallando en dinero y plástico
fundido,
era ese el epicentro de la
universalización.
No
había duda.Pero nosotros ambos como Odiseo al mástil
estábamos definitivamente atados
al Ferrari rojo.
Ahora
vamos bordeando una costa financiera
en donde las palmeras son
holográficas
las olas son de jugo en polvo
y Google se alza como la única bestia del
tamaño del mundo.
(EL MUNDO ENTERO COMO UN LUGAR EXTRAÑO)
Suena como croquetas la realidad
detrás del Ferrari
Suena y se pierde fundamento
luego de sentir el viento que producimos al
desplazarnos.
Bloqueador solar para el sol
desde ahora,
Que nosotros los del flamante
descapotable rojo
Vamos haciendo unos trucos que
brillan
con una potencia que ni en prosa
podrían
describirse en toda su
insolencia.
(Tomado de:
Panorama de
Poesía
chilena joven, Maraña, Alquimia
Ediciones,
2019)
Felipe
Rodríquez
Felipe
Rodríguez Cerda (Chillán, 1995). Se inició en la escritura como letrista de
bandas punks. Obtuvo el premio Oscar Castro (2017). Publicó la plaquette:
¡Agárrate Aguirre! Fragmentos de una ópera powerviolence (edición de autor,
2014), y el libro: Estela de Cóndores Fosforescentes (edición de autor, 2017).
Reside actualmente en la ciudad del Valdivia, donde cursa estudios de
antropología y urbanismo.
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