sábado, 16 de diciembre de 2023

UN PAÍS MENTAL VI

 



Monólogo abierto

A Ezra Pound

Estoy muerto, y ustedes viven aun.
No me conocen, de la misma forma que no conocen el mundo. 
Mi imagen se convierte en una máscara inmortal, 
obligándolos a parecerse entre sí: 
la existencia de uno presupone la de los otros.
Cada manzano que canté se convertirá en otoño, 
para engendrar más manzanas y más hambre.
Cada pájaro que vean volar es mi alma.
La sombra que proyecto es más firme que toda luz.

Mi verdadera tumba son los libros, 
y ahí el nombre de ustedes ha sido borrado 
de un plumazo igual que una errata.
Todos los ojos se abren para una sola mirada: 
si mi canto no existiera, ustedes no tendrían boca.
Y lo que cantan y seguirán cantando 
no es canción. Es puro silencio sin límites.




La fábrica de vidrio

I

De visto a visto,
en el medio está el vidrio.
De una cara a otra 
se abre lo no visto.
En el vidrio, la materia no es transparente.
La fábrica de vidrio es toda ella un enorme globo ocular, 
adentro el trabajo es la parte más oscura, 
su día brillando en el núcleo de las cosas.
Las cosas perseveran en la lágrima inicial, 
de la misma forma en que los pájaros 
perseveran en la sombra en medio de la pura luz. 
Recuperan la luz a través de la oscuridad, 
para luego darla en ofrenda.
En los lugares donde el vidrio es ubicuo, 
el vidrio ya no es el vidrio sino 
una especie de espíritu.
De la misma forma que allí 
donde el aire es ubicuo 
no existe ya casi el aire.


2

Cerca de la fábrica está el océano.
El conocimiento del agua implica el del vidrio.
Rigidez, frío, fragilidad:
este es el precio de la transparencia.
La transparencia, un lenguaje misterioso
para el cual las olas se vuelven visibles:
en el momento mismo en que la digo me alejo de ella,
me alejo del vaso, la mesa de té, el espejo en la pared,
toda esta materia concreta, producida en masa.
Pero me encuentro entonces cercado por la materia, 
vida colmada por el deseo.
El lenguaje desborda, se seca, antes de alcanzar la transparencia. 
El lenguaje es vuelo, responde al espacio 
con espacio, con relámpago al relámpago.
Tanto cielo por fuera del cuerpo del pájaro, 
pero la sombra de un pájaro sólo puede ser 
la tenue estría de la luz sobre el mar.
Algo roza el vidrio, más suave que una sombra, 
más hondo que una incisión, más insalvable 
que la hoja de un cuchillo.
La fisura es invisible.

3

Vine, vi y dije.
Lenguaje y tiempo se enturbian, se confunden.
Una ceguera se expande desde el centro.
Una experiencia similar ocurre dentro del vidrio.
La respiración del fuego, el corazón del fuego.
Lo que llamamos vidrio no es más que la forma 
en que el agua al pasar por el fuego cambia de postura, 
esto es, el encuentro entre dos espíritus, 
dos extinciones conduciendo 
a una misma eternidad.
El agua a través del fuego se convierte en vidrio, 
se convierte en hoguera bajo cero, 
como una verdad o un sentimiento 
simple, claro, que se niega a fluir.
Dentro del fruto, en lo profundo del mar, 
el agua no fluye nunca.


4

Entonces esto es el vidrio que veo-
Es piedra todavía, pero ya no es rígida.
Es fuego todavía, pero no emite calor.
Es agua todavía, pero no es blanda ya y tampoco corre.
Es una herida de la que no brota sangre, 
un sonido que no ha pasado por el silencio. 
De una pérdida a otra, esto es el vidrio.
La transparencia del lenguaje y el tiempo 
exigen un precio muy alto.


5

En la misma fábrica veo tres tipos de vidrio: 
sustancia, ornamento, símbolo.
Alguien me dice que el origen del vidrio 
son unas piedras confusas.
En el vacío de la piedra, la muerte no ha llegado a su fin, 
es realidad primaria y modificable.
Rota la piedra, nace el vidrio.
Esto es verdad. Pero hay otra verdad
que me lleva hacia otro mundo: de una altura a otra.
Allí el vidrio es apenas agua, 
agua endurecida o endureciéndose, 
agua con hueso, indesechable, 
y el fuego es un frío que cala los huesos, 
y lo más bello es también lo más frágil.
Las cosas más nobles del mundo, 
y las lágrimas de las cosas.



Ouyang Jianghe                                                                                           

(Del libro homónimo: 150
poetas chinos contemporáneos,
Gog y Magog, 2023)

(Traducción, selección y biografías:
Miguel Ángel Petrecca)

                                                                                                                                                                                                                                      Nacido en Luzhou, provincia de Sichuan, en 1956, Ouyang Jianghe publicó sus primeros poemas en 1979. En los años siguientes sus poemas aparecieron en diferentes revistas no oficiales como Bosque renacido, Nuevo cada día, etc. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía Quién se queda y quién se va (1997), A través del vidrio de las palabras (1997) y Las lágrimas de las cosas (2008), además de la recopilación de ensayos y prosa De este lado de la ficción (2000). Entre 1993 y 1997 vivió y enseñó en Estados Unidos.
           


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