miércoles, 13 de junio de 2018

HE LLEGADO




Sí, he llegado.
Estoy en la casa de su mujer.
Señora, piedad. Ábrase de piernas.
Sésamo, ábrete. Me gustan estos muslos
de manteca. Me gusta abstractamente claro, la muerte
Ella y su corpiño,
por añadidura negro, hacen aparecer
Los senos inefables.
Si desde la ventana me disparan
Mientras estoy en cópula
El disparo me desparramará los sesos
Y me iré al hueco sin cabeza.
Usted, Señora, fue su mujer y lo es aún.
Cuénteme de ese hombre suyo:
Señora, sus tobillos,
Por de alguna manera decirlo
Tienen la rara calidad del alabastro
Y la blancura de las hostias.
Las venitas del empeine,
de la mala pécora del empeine,
Son todos mis días de deseo, los 

cálices,
Una vida religiosa de deseo.
Empeine, Empeine
Oh Señora
Oh Clítoris
Mi lengua crotta quiere estar ahí
En su covacha de sal incierta
En la penumbra de la hornacina.
Encendió el hornillo y puso el agua.
Me excitó no poco verla moverse por la cocina
envuelta en aquel vestido
tan ajustado. Todo
en ella me atraía.
A la noche me tomé una botella entera de ginebra
y unas cuantas pastillas de veronal.
A la mañana siguiente no estaba muerto




Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, Argentina, 1940- Barcelona, España, 1985) 





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