sábado, 16 de agosto de 2008

TANKAS - Anónimos

S.VII


¡Pobres mis manos agrietadas
por el descortezamiento del arroz!
Pero esta tarde
el joven señor del castillo,
suspirando las tomará entre las suyas.




Cayendo, bullendo,
las olas se precipitan
sobre las rocas;
luego, el fondo calmo del agua
donde la luna se contempla.




Por el reino del Sol
tú, del Río del Cielo,
Barquero, escucha:
cuando mi amante haya pasado
te suplico, esconde tu remo.








S.VIII

Quisiera detener a
la luna con una barrera
para que no se esconda
deltrás de las montañas
del oeste.




Tomo las piedras pequeñas
del río Tikuma y las
coloco sobre mi pecho
como si fueran joyas, pues
tú caminaste sobre ellas.




Cae, cae la nieve
sobre el duraznero en flor.
Y por mostrártela
trato de recogerla
pero ella huye de mis manos.




(Traducción de Osvaldo Svanascini)

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