sábado, 22 de junio de 2024

CÓMO VOLVER A ESCRIBIR LO MISMO


Cómo volver a escribir sobre lo mismo
si todas las palabras que articulo
desde el alveolo azul de los quebrantos
están viejas, podridas, polvorientas,
se anudan a su propio pañuelo enmohecido
y se ocultan, oscuras e imposibles,
llagadas por el tiempo de la herida,
desde entonces tan torpes, imperfectas.

Porque busco otra cosa y no la encuentro,
un verbo luminoso para quemar la tarde,
que de pronto sea todo insensato amarillo,
que venga nuestra gente en la luz incendiada,
en la espita feliz de todas las burbujas
subiendo como locas, divertidas,
a respirar septiembre que es un nombre insensible
y no sabe que guarda el hueco de la pérdida,
que venga nuestra gente y que se quede
a merendar un sol como un relámpago
duradero, eso sí,
que sea duradero.

Sobre todo que sea duradero.

(de Carnalidad del frío, 2000)


[Podría ahora]

Podría ahora,
mientras un hombre duerme aquí a mi orilla,
remontarme por el río de la sangre
hasta la piedra primera de mi especie,
hasta el vértigo inicial de una mujer 
ceñida por los signos, 
apenas comprensibles,
que fueron roturados en su cuerpo.
Mi madre, y la suya, y la suya de la suya,
se agachan despacio y miran silenciosas,
se acuclillan despacio.
La mujer que es primera de mi genealogía
calienta en su entraña aquello que rezumo:
la tintura más roja de la sangre,
el ocre de la piel sobre sí vuelta
hasta alargar las manos y el deseo,
ese blanco sin adjetivos de las lágrimas
o la leche que nace por sí sola.
La palabra es una excrecencia más tardía,
no nos ha sido dada por igual,
ni siquiera en mi origen más cercano
se encuentra el don de hablar y conjurar la muerte.
Por eso estoy condenada a nombrarlas a todas.

(de Tratado sobre la geografía del desastre, 1997)

(Tomados de la página de "Poesía Internacional
de Medellín)
María Ángeles Pérez López 


María Ángeles Pérez López (Valladolid, España, 1967) es una poeta en lengua castellana, editora, profesora e investigadora española. Es profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, y ha sido profesora visitante en la Universidad James Madison y en la Universidad de Washington. Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española desde 2016, Algunos de sus libros de poemas: Carnalidad del frío, Sevilla: Algaida, 2000; La ausente, Cáceres, Diputación/El Brocense, 2004, Pasión vertical (plaquette), Barcelona: Cafè Central, 2007.Atavío y puñal, Zaragoza: Olifante, 2012.Fiebre y compasión de los metales, prólogo de Juan Carlos Mestre, Madrid y México: Vaso Roto, 2016.Diecisiete alfiles, prólogo de Erika Martínez, Madrid: Abada, 2019. Comarca mínima, nota de Lola Nieto, ilustraciones de Patricio Hidalgo, Madrid: Cartonera del Escorpión Azul, 2022. Libro mediterráneo de los muertos, Valencia: Pre-textos, 2023. Ha obtenido numerosos premios literarios. 


 

miércoles, 19 de junio de 2024

EL CAPITAL

 


1.Ciudad

El fallo


De Jesús, el tiempo —más limitado que el de Yavé—,
—el que sin embargo no había sido suficiente, pues
los contornos quedaron difuminados, debió
elegir un pueblo, sólo uno, y no caló
en él lo bastante—, rodeó, torneó, esmaltó
el amor; erigió cuanto con él pudo: la
iglesia faro, pero faro en una borrasca
cuyos límites no alumbra, precipitándose por eso
almas sin cesar en los torbellinos.
La lección hemos aprendido: no hay amor completo
sino etapas de construcción, paredes a medio encalar.




La gran inversión


La noche rimada por el canto de los grillos;
la mañana, pájaros entre los edificios;
benteveos, atolondrados gorriones.
Pájaros y grillos no son fraternos.
Unos devoran a los otros.
Y el universo está poblado
de rechinamientos,
crepitar en los confines.

Las mañanas devoran la noche
y la noche el ocaso traspasado
de místico resplandor:
la belleza en el mundo se sucede
a interés constante,
una caja equilibrada de desastre y fulgor,
hervidero de insectos y de pájaros.


El profeta de las explosiones
 
No pienses, dijo el sabio, en las grandes ciudades
arrasadas por la dinamita, pues la tentación
de volarlas implican desde que fueron construidas.
 
Piensa en que la guerra destruye los barrios,
los barrios de casas pequeñas y salvajes jardines,
de casas grandes y apartadas, también;
casas con arañas, donde la intemperie juntaba
lenta, conmovedoramente, sarro en los vidrios altos,
hongos muertos en la madera, en un trabajo
que creía de siglos.


(De "El capital-La lírica",
Barnacle, 2024,
Envío de Alberto Cisnero)

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949)


Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores del autor.

Fotografía:  Malena Q.

domingo, 16 de junio de 2024

Poesía juvenil 1923-1930

¡Oh, pasear con ella en la noche oscura,
ir entre las plantas y escuchar con ella
los roncos gritos que cruzan la llanura
trémulos como la luz de las estrellas!
¡Oh, permanecer en el cálido aliento
del viento, encontrar de nuevo su figura
cerca de mi cara y sentirla temblar,
sentir temblar junto a mí su boca pura!



Infinito estrellado, tú, la noche a la mente
que ansiosa dices que eres el misterio;
el día efímero te esconde de la vista,
el día que no es nada en tu inmensidad,
el día que es toda la vida del hombre.
Infinito oscuro, estrellado,
solo tu silencio entiende el hombre
y dentro de una eternidad seguirás siendo misterio;
para él, siempre un misterio.

[marzo de 1924]



Para una actriz de cine muy joven, extranjera, lejana

Te vi un día por unos instantes
y sé que nunca más podré verte.
Tú pasaste ligero delante,
alzando tu rostro lleno de dulzura,
envuelto en cabello evanescente,
lejana, tal vez incluso diferente.
Tal vez vendiste esa risa a otros,
tal vez aún la vendas, pero la sonrisa
tu sonrisa dolorosa, nunca
podré olvidarla. Sé que el tiempo
borrará la amargura de mi alma
y que nunca más te veré en mi vida,
pero soñar contigo es dulce todavía.

[20 de diciembre de 1924]



En la gran noche sólo el silencio rompe
el chirriar ronco y trémulo de los grillos.
Me envuelve la oscuridad de los árboles,
azul brilla la luna en el cielo pálido
que sobre los cerros y sobre los bosques
proyecta su luz como un ligero velo.
Ah, quién sabe qué ilumina más allá,
sobre las cumbres y más: donde los claros
se abren solitarios entre los cultivos.

[6 de julio de 1925]



En un tiempo, quizá en el mundo se cantaban otras cosas,    
pero ahora, ¿qué cantar que no sean ebriedades?
¿Ebriedades del vino, de la poesía, ebriedades del amor, 
del cigarrillo y de la renuncia?
Para mí el mundo ya no tiene pensamientos, o, si los tiene, yo solo los puedo ver como ebriedades.
Ebriedades, exaltaciones de poesía.
Incluso el llanto y el dolor, para mí, son sólo más ebriedades.
¿Qué más hubo alguna vez?
Sublimidad, lucha ideal, renuncia, sacrificio, martirio, ¿qué son sino ebriedades?
Lo único por lo que vale la pena vivir es por la ebriedad.
¿No es quizá la vida misma una sola larga lentísima ebriedad, encendida sólo a veces 
y sacudida, conmovida, por ataques más profundos y espasmódicos?



Esta noche, por un momento,
en el escenario abierto
bailaste para mí.

Entre escenas de pobre papel,
bajo las luces falsas,
en el estruendo de las notas y en la respiración
de la multitud encorvada,
sucedió por un momento
una pausa muy larga,
un escalofrío de pureza extática,
y tocaste el piso de
un cielo de aurora.

Fuiste para mí, un momento,
la ráfaga de música
que desde una puerta abierta
se lanza en torbellino
a la calle nocturna.

Por sólo un momento,
en una luz espléndida,
luego volviste a ti desnuda.

[15 de junio de 1928]

(De: "Poesía juvenil 1923-1930-Barnacle, 2024,
Envío de Alberto Cisnero)
Cesare Pavese

(Traducción: Jorge Aulicino)


Cesare Pavese (Italia; Santo Stefano Belbo, 1908 – Turín, 1950) 

Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores del autor.



 

jueves, 13 de junio de 2024

Poemas escogidos 1934-1952

 


3. Un proceso en el clima del corazón

Un proceso en el clima del corazón 
vuelve seco lo húmedo; la bala de oro 
explota en la tumba helada. 
Un clima en el círculo de las venas 
convierte la noche en día; la sangre en sus soles
reanima al gusano viviente.

Un proceso en el ojo advierte 
a los huesos de la ceguera; y el útero 
atrae una muerte mientras la vida se escapa. 

Una oscuridad en el clima del ojo 
es la mitad de su luz; el mar profundo 
rompe en una tierra sin límites. 
La semilla que de la costilla hace un bosque
corta su fruto a la mitad; y la otra mitad cae
lenta, en un viento dormido. 

Un clima en la carne y el hueso 
es húmedo y seco; los vivos y los muertos 
se mueven como dos fantasmas ante el ojo. 

Un proceso en el clima del mundo 
convierte en fantasma al fantasma; cada niño 
de madre nacido se sienta en su doble sombra. 
Un proceso lanza la luna hacia el sol, 
baja las cortinas raídas de la piel; 
y el corazón entrega a sus muertos.



7. Sobre todo cuando el viento de octubre

Sobre todo cuando el viento de octubre
castiga mi pelo con sus dedos helados,
atrapado por el sol abrasador, camino ardiendo
y arrojo sobre la tierra un cangrejo de sombra,
a la orilla del mar, escucho el arrullo de los pájaros,
escucho la tos del cuervo en el maltrato del invierno,
mi atareado corazón se estremece mientras ella habla
derramando el silabeo de su sangre y agotando sus palabras. 

Encerrado también en una torre de palabras, trazo
en el horizonte, que camina como los árboles,
las formas verbales de las mujeres y las filas de niños
con sus gestos estelares en el parque.
Algunas me permiten crearte de las vocálicas hayas,
algunas de las voces del roble, de las raíces
de múltiples comarcas espinosas que te cuentan memorias,
algunas me permiten crearte de los discursos de las aguas.

Detrás de una maceta con helechos el reloj que oscila
me cuenta la palabra de la hora, el significado neuronal
vuela sobre el disco rayado, declama la mañana
y cuenta el tiempo ventoso en la veleta.
Algunas me permiten crearte con las señales del prado;
el pasto de las orillas me cuenta todo lo que sé
se abre camino en el agusanado invierno entre los faisanes.
Algunas me permiten contarte los pecados del cuervo.

Sobre todo cuando el viento de octubre
(algunas me permiten crearte de hechizos otoñales,
de galimatías y de la ruidosa colina de Gales)
castiga la tierra con puños de nabos,
algunas me permiten crearte de palabras desalmadas.
El corazón está agotado, deletreando en la corrida de los impulsos 
de la química de la sangre, advertido de la furia que se viene.
A la orilla del mar escucha a los pájaros de oscuras vocales.


8. Desde la primera fiebre del amor hasta su desgracia

Desde la primera fiebre del amor hasta su desgracia, 
desde el delicado segundo hasta el vacío minuto del vientre,
desde la revelación hasta el tijeretazo del cordón,
el tiempo de mamar y la época del verde delantal
cuando no había boca que se inquietara por el hambre circundante,
todo el mundo fue uno, una nada ventosa,
mi mundo bautizado en un manantial de leche.
Y la tierra y el cielo fueron una única colina etérea,
y el sol y la luna proyectaban una única luz clara.

Desde la primera huella del pie descalzo, la mano 
que se alza, la aparición del pelo,
desde el primer secreto del corazón, el fantasma que avisa,
hasta el primer asombro mudo ante la carne,
el sol fue rojo y la luna fue gris,
la tierra y el cielo fueron dos montañas que se encuentran.

El cuerpo prosperó, dientes en las encías marginales,
los huesos en crecimiento, el rumor del semen
dentro de la glándula sagrada, la sangre bendijo al corazón
y los cuatro vientos, que tanto tiempo soplaron al unísono,
la luz del sonido brilló en mis oídos,
el sonido de la luz llamó a mis ojos.
Y amarilla fue la arena que se multiplicaba,
cada grano dorado salpicó vida en su compañero,
verde fue la casa que cantaba.

La ciruela que mi madre recogió maduró lentamente,
el niño que dejara caer desde la oscuridad a su lado
hacia el regazo lateral de la luz, se hizo fuerte,
fue musculoso, macizo, conocedor del llanto de la entrepierna
y de la voz que, como una voz de hambre,
arañaba en el ruido del viento y del sol.
Y desde el primer deterioro de la carne
aprendí la lengua del hombre, que tuerce las formas del pensamiento

al idioma pétreo del cerebro,
para ensombrecer y tejer a nuevo la franja de palabras
que los muertos dejaron, que, en sus acres sin luna,
no necesitan de la calidez de la palabra.
La raíz de las lenguas termina en un cáncer disipado,
no es más que un nombre donde los gusanos ponen su X.

Aprendí los verbos de la voluntad, y tenía mi secreto;
la clave de la noche golpeó en mi lengua;
la que había sido una fueron muchas que sonaron sólidas.

Un vientre, una mente, vomitaron el asunto,
un pecho alimentó la fiebre de la progenie;
del cielo dividido aprendí el doble,
el globo de reforzada estructura formó una partitura;
un millón de mentes alimentaron ese brote
mientras dividen mi ojo;
la juventud se concentró; las lágrimas de primavera
se disolvieron en el verano y en las cien estaciones;
un sol, un maná, cobijo y alimento.
 

Dylan Thomas - Uplands, Reino Unido, 1914-  Nueva York, Estados Unidos, 1953)

DE: Poemas escogidos (1934-1952)
Barnacle, 2024, Envío de Alberto Cisnero
Traducción: Silvia Camerotto


Pueden LEER la biografía en entrada anterior del autor.


domingo, 9 de junio de 2024

También nosotros

 

Suite del silencio 
—detalle para Marioni—



También nosotros 

(a B. Ordóñez, por su constante apoyo) 

En la imagen, a un costado, cestos de fruta al pie de un árbol, como buscando frescura en la ofrecida sombra; más al costado aún un río, y el césped y las piedras necesarias. 

Del otro lado se ofrece a nuestra vista un grupo de mujeres, todas jóvenes, vestidas en forma suave; algunas de pie, recostadas las otras, parecen departir gratamente, y ninguna mira a lo lejos, ninguna busca en su interior el triste recuerdo. 

No hay nadie al centro: sólo el prado y el fondo de montes, y arriba el cielo; cada uno de nosotros sabe, al llegar a este sitio con los ojos, que el cuadro existe para que sintamos el silencio: ni las bellas voces de las muchachas, ni el tímido rumorear del río. 



Pequeñas cajas chinas 

(a la Lela) 

Guarda en su regazo flores de agua, delicias transparentes, pequeñas formaciones efímeras; porque cambian constantemente, de forma y de sonido, ella las sostiene, las mece, las cobija. Aquietada, guarda imperceptibles detalles —colibríes— que el tiempo se ofrenda a través de ella. 

Las ha recogido de la orilla de un arroyo manso que corre cercano a su casa, en su delantal blanco sobre la pollera; está ahora en el sombreado patio tras la casa, sentada en una vieja reposera de madera que la acuna o acuna a las flores. 

(Como si supiera dormirlas; como si copiara al tiempo, que a todos duerme.) 


Los nombres de la amada 


Desglose del otoño 


Detenido en el gesto de los que esperan poco, 
con llaves, con vasijas, 
mi rostro cae como dado 
y vos, primera, abismo, 
lienzo cargado que no consigo hacer, 
ruta que nunca logrará quisquir, 
baraja trabajosa de las horas turbias, 
botellón viejo, 
medalla de los mundos, 
completa calle, 
me has acercado como herencia 
la profesión del bar, 
la busca de señales transitorias, 
los libros sin desquite; 
y me has dejado, aparte, la sonata 
de tres que no son tres, 
de cinco que son cinco, 
cinco violines, cinco octavos, cinco 
quintetos de la muerte que no ensayan, 
o el vaso no vacío que toda la noche juntará burbujas 
y que nos indica, sin tapujos 
y almacenando datos, 
que alguien odia. 



Poema del sentido 

Tuve tu tiempo y tuve tus señales 
y las canciones de la noche oscura; 
ahora me entretengo con recuerdos 
y son mis días látigos confusos. 
Tuve tus yerros, tuve tus delicias 
y tuve la caricia de tus ojos; 
hoy sólo queda el pálido sentido 
de contar esta historia por poemas. 
(Pero cómo decir las tres ternuras 
del cuenco de tus manos que me ataban 
a la desolación de no besarte 
si te alejabas; pero cómo digo 
las reconciliaciones del pasado, 
y la separación, y mi tormento.) 



Ramillete 

Azar n° 2 


La fuerza de los hombres 
construye capitales. 

El odio y la violencia 
son causa de estallidos. 

El amor y lo sabio 
danzan y danzan siempre. 

Todo esto es un enigma 
que vive en cada cosa. 

Domingo 2, julio 2000 



Charis n° 1 


Aún recuerdo besos y caricias 
que daban alegría a lo real; 
aún recuerdo el fin de todo mal 
en el placer de mantas y delicias 

en las que cuerpo y cuerpo se encontraban, 
con timidez, radiantes, entregados 
a la fortuna de saberse aunados 
en un instante mítico. Se aliaban 

y se alejaban, y no se sabía 
cuándo se encontrarían nuevamente, 
lo cual no era motivo de dolor. 

Miraba tu mirada, que fulgía. 
Mnemosine guardó el resplandeciente 
misterio de mirar desde el amor. 

Viernes 7, julio 2000 


(Del libro: "Poesía juvenil 1995-2011"
Barnacle, 2024, envío de Alberto Cisnero)



Pablo Seguí (Córdoba, Argentina, 1973)


Pueden LEER biografía -parcial-y más poemas en entradas anterior del autor.

jueves, 6 de junio de 2024

SABIDURÍA FUNK


 










En tribus de 12 compases 
como rayas
de esclavitud
sobre
nuestra bandera
de piel
Somos el blues
lo pasado lo ido
la energía el
frío los dientes de la sierra
caliente
el aroma que precede 
a Blue Monk*
Somos el blues
nosotros mismos
nuestro color
favorito
Donde hemos estado, medio aquí
medio idos
Somos el blues
nosotros mismos
las actuales
Guineas
los Judíos
originales 
los primeros 
caucásicos
He ahí por qué somos el blues
nosotros mismos
he ahí por qué
somos la actual
canción
Tan oscura y trágica
Tan vieja y mágica
He ahí por qué somos
el Blues
nosotros mismos
colando el viento
a través de los árboles
el blues nos deja
negra 
la tierra
el sol
desapareciendo lentamente
pugnando el fuego
por alcanzar
nuestros corazones
& ahora negros de nuevo
estamos plenos de noche
con centelleantes ojos fijos
hacia abajo
como jets
para impulsar
ascensiones
en las tardes
he aquí por qué somos el blues
el tren silba
urge a través
de lo invisible
llegando redoblando
y gritando
he ahí por qué somos
el blues
& trabajo & canto & 
cuentos heredados & esto
con espíritu
por eso es que somos
el blues
negro y viviente
& así nuestro espectáculo 
nuestra película
nuestro aliento
somos luna
alma reflejada
He ahí por qué
nuestro espíritu
nos crea el blues
el blues
somos nosotros

*Tema del estilo jazzístico denominado Be-bop, que hiciera clásico el pianista 
Thelonious Monk. (Nota del traductor).

Amiri Baraka (Newark,E.E.U.U. 1934 − Id., 2014)

(Traducción de Carlos Bedoya)
(De la página del Festival de Medellín)



lunes, 3 de junio de 2024

LOS AÑOS POBLADOS

 


A morte é a curva da strada, 
morrer é só não ser visto. 
F. Pessoa

Hay una flor que se entrega a la luna 
y no pide permiso para morir.

Esa luna que hoy es una herida 
una boca de lobo extraviada, 
sonrisa horizontal
que nos descubre 
hermanas en la sombra.

¡Yo me quedo en la luna! Exclamé 
pero el coche ya estaba en otra curva. 




Con la tormenta
los álamos se mecían alborotados 
             (restos de animales putrefactos
                         bosque y mar
                             espigones se perdían en el agua)
Había risas y palabras 
impronunciables. 



Escucha: la mañana llegará 
con su inmensa plenitud
y tú seguirás
           (rememorando o fantaseando) 
olvidándote de respirar
el aire nuevo que se te ofrece
como una amapola




Algo se aquieta sobre el andamiaje 
se afloja
la eficiencia del cuerpo 
interludios de llamadas 
hacen eco
a los últimos 
espasmos
del martillo neumático.

Rozo el sentido de ese martilleo constante 
ritmo opaco y tenaz
de un propósito inalcanzable 
está todo por hacer
es
la precariedad arenosa y húmeda 
de un inminente surgimiento.
(De: "Los años poblados",
Barnacle, 2024,
Envío de Alberto Cisnero)

Dora Pentimalli




Dora Pentimalli nació en Barcelona en 1968. De padres argentinos y origen italiano, estudió en la universidad La Sapienza de Roma, donde se graduó en Letras. Desde 1994 reside en Buenos Aires. Ha ejercido la docencia en distintos ámbitos. Ha realizado numerosos trabajos de traducción del italiano al español, en particular de documentales y guiones cinematográficos. Desde 1999 trabaja en el Instituto Italiano de Cultura. En 2011 obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados en Cultura y Sociedad otorgado por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Es autora de dos ensayos breves sobre la vanguardia española y ha publicado algunos de sus textos poéticos en revistas literarias.