domingo, 9 de junio de 2024

También nosotros

 

Suite del silencio 
—detalle para Marioni—



También nosotros 

(a B. Ordóñez, por su constante apoyo) 

En la imagen, a un costado, cestos de fruta al pie de un árbol, como buscando frescura en la ofrecida sombra; más al costado aún un río, y el césped y las piedras necesarias. 

Del otro lado se ofrece a nuestra vista un grupo de mujeres, todas jóvenes, vestidas en forma suave; algunas de pie, recostadas las otras, parecen departir gratamente, y ninguna mira a lo lejos, ninguna busca en su interior el triste recuerdo. 

No hay nadie al centro: sólo el prado y el fondo de montes, y arriba el cielo; cada uno de nosotros sabe, al llegar a este sitio con los ojos, que el cuadro existe para que sintamos el silencio: ni las bellas voces de las muchachas, ni el tímido rumorear del río. 



Pequeñas cajas chinas 

(a la Lela) 

Guarda en su regazo flores de agua, delicias transparentes, pequeñas formaciones efímeras; porque cambian constantemente, de forma y de sonido, ella las sostiene, las mece, las cobija. Aquietada, guarda imperceptibles detalles —colibríes— que el tiempo se ofrenda a través de ella. 

Las ha recogido de la orilla de un arroyo manso que corre cercano a su casa, en su delantal blanco sobre la pollera; está ahora en el sombreado patio tras la casa, sentada en una vieja reposera de madera que la acuna o acuna a las flores. 

(Como si supiera dormirlas; como si copiara al tiempo, que a todos duerme.) 


Los nombres de la amada 


Desglose del otoño 


Detenido en el gesto de los que esperan poco, 
con llaves, con vasijas, 
mi rostro cae como dado 
y vos, primera, abismo, 
lienzo cargado que no consigo hacer, 
ruta que nunca logrará quisquir, 
baraja trabajosa de las horas turbias, 
botellón viejo, 
medalla de los mundos, 
completa calle, 
me has acercado como herencia 
la profesión del bar, 
la busca de señales transitorias, 
los libros sin desquite; 
y me has dejado, aparte, la sonata 
de tres que no son tres, 
de cinco que son cinco, 
cinco violines, cinco octavos, cinco 
quintetos de la muerte que no ensayan, 
o el vaso no vacío que toda la noche juntará burbujas 
y que nos indica, sin tapujos 
y almacenando datos, 
que alguien odia. 



Poema del sentido 

Tuve tu tiempo y tuve tus señales 
y las canciones de la noche oscura; 
ahora me entretengo con recuerdos 
y son mis días látigos confusos. 
Tuve tus yerros, tuve tus delicias 
y tuve la caricia de tus ojos; 
hoy sólo queda el pálido sentido 
de contar esta historia por poemas. 
(Pero cómo decir las tres ternuras 
del cuenco de tus manos que me ataban 
a la desolación de no besarte 
si te alejabas; pero cómo digo 
las reconciliaciones del pasado, 
y la separación, y mi tormento.) 



Ramillete 

Azar n° 2 


La fuerza de los hombres 
construye capitales. 

El odio y la violencia 
son causa de estallidos. 

El amor y lo sabio 
danzan y danzan siempre. 

Todo esto es un enigma 
que vive en cada cosa. 

Domingo 2, julio 2000 



Charis n° 1 


Aún recuerdo besos y caricias 
que daban alegría a lo real; 
aún recuerdo el fin de todo mal 
en el placer de mantas y delicias 

en las que cuerpo y cuerpo se encontraban, 
con timidez, radiantes, entregados 
a la fortuna de saberse aunados 
en un instante mítico. Se aliaban 

y se alejaban, y no se sabía 
cuándo se encontrarían nuevamente, 
lo cual no era motivo de dolor. 

Miraba tu mirada, que fulgía. 
Mnemosine guardó el resplandeciente 
misterio de mirar desde el amor. 

Viernes 7, julio 2000 


(Del libro: "Poesía juvenil 1995-2011"
Barnacle, 2024, envío de Alberto Cisnero)



Pablo Seguí (Córdoba, Argentina, 1973)


Pueden LEER biografía -parcial-y más poemas en entradas anterior del autor.

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