sábado, 31 de marzo de 2012

Si tuviese que elegir uno

















entre todos los héroes
mi héroe sería
Leonardo Da Vinci.
Dicen que inventó la polea, el tenedor
y hasta una máquina de hacer fideos
que hoy se parecería un poco a la pastalinda
que mi abuela paterna abandonó hace años
y cambió
por las pastas frescas envasadas al vacío que
venden en la Cooperativa Obrera.
Dicen, también, que andaba
de acá para allá
sólo con dos cosas a cuestas:
Esa máquina, y su Mona Lisa,
aunque una amiga
que fue a Europa me dijo
que la Mona Lisa es una mierda, al final.
Da Vinci inventó, además, la servilleta
(dicen)
y antes de ese invento
se limpiaban las manos con conejos blancos
vivos
atados a las patas de las sillas.
También me dijeron
que mucho de lo que circula
de acá, para allá,
sobre Da Vinci
es mentira.
Pero a mí me gusta creerlo todo.
O que la exactitud
es una versión más
(entre todas las posibles)
de un hecho.
(inédito)


Valeria Tentoni



Valeria Tentoni. 1985, Bahía Blanca. Abogada por la Universidad de Buenos Aires, trabaja como periodista en gráfica, radio y televisión. Es co-directora de Revista Pájaro y editora de la Audioteca de poesía contemporánea. Es autora de los libros de poesía Batalla sonora (Manual Ediciones, Chile, 2009), Ne bis in idem (Mención Fondo Nacional de las Artes, 2010), Ajuar (Primer Premio Concurso Editorial Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2011) y las plaquetas La martingala (Semilla, 2011) y La casa (Acción Creativa en Suárez, 2011). Su primer libro de relatos, El sistema del silencio, acaba de ser publicado por Editorial 17 Grises.




jueves, 29 de marzo de 2012

CARTA ABIERTA A JOHN ASHBERY



























La memoria es una isla de edición — dice
un pasante cualquiera, en un estilo nonchalant,
e inmediatamente apaga la tecla y también
el sentido de lo que quería decir.
Agotado el yo, queda el espanto del mundo no ser
llevado así de golpe.
Dónde y cómo almacenar el color de cada instante?
Qué trazo retener de la translúcida aurora?
Incinerar el leño seco de las amistades chamuscadas?
El perfume, quizás, de aquella rosa desvaída?
La vida no es una pantalla y jamás adquiere
el significado estricto
que se desea imprimir en ella.
Tampoco es una historia donde cada minucia
encierra una moraleja.
La vida está llena de sitios de desove, fiambres,
liquidaciones, quemas de archivos,
divisiones de captura,
supresiones de fragmentos, desapariciones de originales,
grupos de exterminio y fotogramas reventados.
Qué importa si las cenizas se enfrían
o si aún arden calientes
si no es seleccionada urna alguna adecuada,
sea griega sea bárbara,
para depositarlas?
Antes que el mañana se desplome aquí
aún hoy será olvidado lo que trae
la marca de agua de hoy.
Hienas aguardan en la emboscada del monte mientras
los perros de la fila del tiempo hacen un archipiélago
de hilachas del traje de la memoria.
Islotes. Imágenes en harapos de los días idos.
Numerosos cráteres de ozono.
Los lazos de familia vueltos lapsus.
Hueco y carie y cavidad y prótesis,
así el mundo va pariendo el difunto
de su sinopsis.
Sin ninguna explosión final.
Nulla dies sine linea. Ningún día sin un trazo.
Uno, sin nombre y con la voluntad aguada,
yergue este lema como una represa
anti-entropía.
Y los días se suceden y es firmada la intención
de transmutar todo veneno y óxido
en pedazo del paraíso. O viceversa.
El placer de estar a gusto,
como quien aprieta un botón de la mesa
de una isla de edición
y un dios irrumpe al final para rescatar el humano
fardo.
Corrigiendo:
el humano destino.



Waly Salomâo


Waly Salomâo. Escritor brasileño, nació en Jequié, Bahía, en 1943 y el 5 de mayo de 2003, a las 7 de la mañana, murió (de cáncer) en Río de Janeiro. Fue velado en la Biblioteca Nacional entre nenias y batucadas. Tenía 59 años. Poeta y letrista (trabajó con Caetano Veloso, Gilberto Gil, Moraes Moreira y Adriana Calcanhotto), intérprete y alquimista de las señales y desvíos que irradian las culturas, esteta voraz y verborrágico, amador de libros y de favelas, cifró su búsqueda en una palabra clave –travesía– y por eso fue un hábil constructor de puentes capaces de unir, con humor y sabiduría, “extremos” que a primera y torpe vista parecen inconciliables. Decía que “todo poeta debe creer que su lengua es reina y señora del mundo, de las montañas, las selvas y las ciudades, y por lo tanto no se puede someter a los postulados de los profesorcitos de literatura. El poeta tiene que ser el líder de la lengua y para eso debe trabajar el triple que cualquier profesor, que sólo se preocupa por sus horarios y espera la jubilación”. Como Oswald de Andrade –el más radical de los modernistas, el que puso a las vanguardias en sintonía con la literatura brasileña–, Waly se jactaba de ser un hombre sin profesión. Algunos de sus maestros: Walter Pater, Baltasar Gracián, San Juan de la Cruz. Creía que la tradición no debía ser canónica sino interna, íntima. Quería “sentir que Manuel Bandeira soy yo, que Carlos Drummond de Andrade soy yo, que Murilo Mendes soy yo. Que cada uno de ellos desciende en mí como un caballo desciende en el candomblé. Que mi cabeza, mi corazón, mis entrañas no se comprimen en una visión dogmática. Quiero ser un hombre de caminos múltiples, un heterodoxo. Amar lo que no soy”. Como su amigo (y primer lector e impulsor), el gran Hélio Oiticica, Waly se dejaba guiar por la idea de experimentar lo experimental. Con Hélio descubrió el parangolé y a propósito de Hélio escribió en 1992: “Sol, eje de convergencias y divergencias y contradicciones millonarias, nieto del mentor militante del movimiento anarquista Ação Direta. Hélio Oiticica en tanto vértice de un Brasil complicado, un Brasil complejo. Culpa y culpa y culpa y cárcel oscura y calabozo y mazmorra; herencia pesada de un Portugal inquisidor, de la pedagogía colonizadora jesuita y del estigmatizante espíritu de la contrarreforma. Brasil es un gigante semidormido del Atlántico Sur, signado por un abismo socioeconómico casi sin paralelo en la Tierra: un puñado de millonarios representa la pieza teatral ‘La vida en la isla de la prosperidad’... y una clase media cada vez más enjuta y una horda de miserables”. Un Brasil donde la muerte (que siempre actúa de la misma, imprevista manera) sorprendió al Navilouco Sailormoon en plena efusión pública: convocado por el ministro de Cultura de Lula, Gilberto Gil, dedicaba su energía volcánica a hacer de la Secretaría Nacional del Libro un organismo vivo. Un nuevo puente.En Verdad tropical, Caetano escribió: “La cara de Waly, su aire de seriedad dulce (el exacto opuesto a su personalidad habitual) quedó relacionada, para mí, con los momentos en que la frágil felicidad parecía posible”. La felicidad que Waly encarnaba, la de las Upanishads: “Cuando se obtiene felicidad se actúa. Pero antes es necesario desear conocer la felicidad”.
Teresa Arijón (Fragmento, de P/12- Radar, 15.06.03). Leer completo, aquí.

martes, 27 de marzo de 2012

CRONOLOGÍA DE LAS PÉRDIDAS






















En el mes de los fastos del Imperio perdimos las
sensaciones táctiles, el olor a tierra mojada y una
canción de Belafonte que alertaba sobre el peligro
de las mujeres pelirrojas

Cuando los Jacarandás desparramaban sobre la tierra
fragmentarias veladuras liláceas, ya no pudimos
distinguir entre lento y presto, pero nos reconfortó
comprobar que las tonalidades mayores y
menores permanecían en su sitio

A medida que se acercaba el verano hubo otras pérdidas:
algunas ambigüedades de Theodor W. Adorno,
una sábana que guardaba el perfume de la
más amada, casi todas las rimas en ia (menos la
palabra todavía) y una calle cortada donde era
domingo todo el año

Después le tocó el turno a un gato llamado Rodrigo;
poco más tarde desapareció el catálogo razonado
de argumentos en pro y en contra de Marcelino
Menéndez y Pelayo

Cuando el año enloqueció y comenzó a marcar nuevamente
el otoño, perdimos algunos trenes y la oportunidad
de dormir juntos

Hacia el final del año habíamos perdido tanto, que
extraviamos también la capacidad de evocar lo perdido

Por fin se constituyó la Nueva Cronología, que no
computa pérdidas sino abandonos, y según la cual
está prohibido imaginar lo que se tuvo y
registrarlo en poemas



David Lagmanovich



David Lagmanovich. Nació en Nicolás Bruzzone, provincia de Córdoba, en 1927, pero residió en Tucumán. Obra poética: Circunstancias, 1961; Ocasiones, 1962; Contingencias, 1976; Fluctuaciones, 1977; Vaivenes, 1982; Variaciones y contrastes, 1986; Memorias del imperio, 1994; De cinco en cinco, 1997; No hay adiós, 1998; Las músicas 1999; 54 poemas, 2000; Álbum de postales, 2000; Cuaderno del 2001; Potencias de la música, 2003; Oficio de palabras, 2003; Contraescrituras, 2006; Construcciones, 2009. Es crítico literario, investigador de vasta trayectoria académica. Es narrador. Murió en octubre de 2010.




domingo, 25 de marzo de 2012

Hoy...














`












Hoy no quiero
lavarme las manos que te guardan.
Hoy no quiero recordarte
en esta lluvia
que suena en mi memoria.
Hoy quiero oler todo tu cuerpo
enfrascado
en la yema de mis dedos.


XVII

He buscado una madre entre tus piernas
entre tus piernas
mi vida fue principio.
He recreado el llanto
entre tus piernas.
Desde allí
salí a buscar alimento
como un mal criado
por tus pechos
y he cenado
en esa mesa
brindando por nosotros
con la copa en alto.


XI

No tengo más madre
que tus ojos
ese vientre
donde nací de nuevo
para encontrar
todos los juguetes
en mi cama.
Como dije:
No tengo más madre
que tus ojos.




Ruben D'Alba

(de: 69 poemas de amor
y una lengua desesperada)


Ruben D'Alba, nació en Montevideo, en 1939. En su breve curricular publicado en Letras Uruguayas II, Bianchi editores, Montevideo, 1998,se destaca como Narrador y Poeta. Sus trabajos fueron publicados en diversos medios. Publicó Javier (poemas 1994/96);Asalto al límite (1997) y en libros colectivos Juntapapeles, Polifonias. Participó de distintos talleres y se le reconocerá siempre como un excelente narrador de lo cotidiano y del humor. Falleció en 2007.







viernes, 23 de marzo de 2012

Poética






















Dimensión oculta
un desparpajo
para seguir hablando.
¡Que se yo de qué!
Pienso siempre
en un papel de calcar
colocado sobre textos
antiguos, sagrados
Sobre escrituras ajenas
copiarlos y copiarlos
como si fuesen
dibujos de maravillas
quitarle partes
transformando otras
hasta realizar una copia
que no deje vestigio
del original.



No soy buena nombrando flores

No soy buena nombrando flores
o plantas. Son un verde prodigioso
de sueño amazónico, verde imaginario
de agua y cielo juntos. Llamo apenas
trébol, azucena, después es
un jardín salvaje, sin orden aparente
enredaderas caídass, unidas tallo a tallo
un universo mate hundiéndose
en un charco nocturno, sin un piar
sin un volar. Tendida entre cicutas
y corolas rotas empujo el olvido
como un velero antiguo tocando
un borde
labios
lengua
boca




Niní Bernardello



Niní Bernardello, pintora y poeta, nació en Cosquin, provincia de Córdoba en 1940. Reside en Río Grande desde 1981. Publicó: Espejos de papel,1980; Malfario, 1986); Copia y transformaciones, 1990, Puente aéreo, 2001); Salmos y azahares,2005.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Celebro el cuerpo

http://youtu.be/9UPRdiKxJYE






Titos Patrikios


(Traducción de Miguel Chiovetta)





lunes, 19 de marzo de 2012

REALIDAD DEL ALMA




















Sobre el ULISES de Joyce.



Para vivir y soportar la expresión de la destrucción de la personalidad en su creación artística, el artista moderno encuentra justamente en lo destructivo la unidad de su persona artística...
El "Ulises" de Joyce es, en rigurosa oposición con su antiguo homónimo, una conciencia inactiva, meramente perceptiva, o más bien un simple ojo, una oreja, una nariz, una boca, un nervio táctil, expuesto sin freno ni selección a la catarata turbulenta, caótica, disparatada, de los hechos físicos y psíquicos que registra casi fotográficamente...
Es cubista en el sentido más profundo, en cuanto que disuelve la imagen de la realidad en un cuadro complejo, indefinido, cuya nota tónica es la melancolía de la objetividad abstracta...
Mas el efecto perturbador del "Ulises" reside en que tras miles y miles de envolturas nada se esconde, en que no se dirige ni al espíritu ni al mundo, y que frío como la luna, deja rodar, contemplándola desde una cósmica lejanía, la comedia del devenir, del ser y del pasar. Confío seriamente en que el "Ulises" no sea simbólico, pues, de lo contrario, habría fallado su propósito...
El propósito que tras la muralla de nubes se trasluce es el desprendimiento o separación de la conciencia...
¿Podría esta liberación de la conciencia, esta despersonalización de la personalidad ser la Itaca de Joyce? Podría creerse que en el mundo de meras nadas sólo queda el yo, James Joyce. Pero, ¿se ha observado acaso, que debajo de todos esos siniestros yo-sombra se presente un único yo real? Cierto, cada figura del "Ulises" es de una insuperable realidad. Todas ellas no podrían ser de otro modo...

Sin embargo, carecen del yo, no tienen centro alguno -tan humano- de aguda conciencia, ni poseen ese islote del yo de cálida sangre cardíaca que -ay!- es tan pequeño y, no obstante tan vital...
El desprendimiento de la humana conciencia y su acercamiento a la conciencia divina degenera en contorsión diabólica en el ebrio infierno de locos del burdel, cuando su pensamiento penetra las envolturas de las formas léxicas tradicionales...
Ulises, el paciente y a menudo descarriado Ulises, ansía alcanzar su patria, se repliega en sí mismo, al luchar por salir del embrollo de 18 capítulos y se libera del mundo lunático de las ilusiones, contemplando de lejos y sin participar en él. Logra así, precisamente, aquello que un Jesús o un Buda han consumado, a saber, vencer, superar al mundo insano y liberarse de las contradicciones, que fue también la aspiración del Fausto (y así como Fausto se resuelve en lo supremo femenino, también la señora Bloom -con razón calificada por Stuard Gilbert como tierra verdeante- tiene en el "Ulises" la última palabra y a ella corresponde la gracia de hacer resonar el armonioso acorde final, tras las estridentes y endiabladas disonancias anteriores...
Ulises es en Joyce el Dios creador, un verdadero demiurgo, que ha conseguido librarse de la implicación en su mundo, tanto espiritual como físico, y contemplarlo con una conciencia desprendida. Con el hombre Joyce, Ulises se comporta como Fausto con Goethe, o Zarathustra con Nietzsche. Ulises es el más elevado yo que, del ciego barullo universal, retorna al lar divino. Ulises no aparece en todo el libro, el propio libro es Ulises, un microcosmos en Joyce, el mundo del yo y el yo de un mundo hechos uno solo. Ulises sólo puede retornar cuando ha vuelto las espaldas al universo. Aquí reside el fundamento más profundo que hace al espíritu y al mundo, imagen universal del "Ulises". Poco material sentimental se encuentra en el "Ulises"; cosa que sin duda, agradará a todo esteta...
Bajo el cinismo del "Ulises" se oculta la gran compasión, el gran sufrimiento por un mundo que no es bueno ni hermoso, que, peor aun, carece de esperanza, porque va rodando por una cotidiana vulgaridad eternamente repetida que arrastra consigo a la humana conciencia a través de las horas, los meses, los años...
Es más que una manifestación subjetiva, personal; pues el genio creador nunca es Uno, sino Muchos, y por tal causa, habla en la quietud de las almas a los muchos cuyo sentido y destino es tanto como el del artista individual...

"Realidad del alma", 1977, Capítulo 6, Fragmento.


Carl Gustav Jung


Carl Gustav Jung (1875-1961), psiquiatra y Psicólogo suizo, fundó la escuela de Psicología Analítica. Jung ensanchó el acercamiento psicoanalítico de Sigmund Freud, interpretando disturbios mentales y emocionales como tentativa de encontrar integridad personal y espiritual. Jung desarrolló durante su solitaria niñez una inclinación para soñar y fantasear que influenciaron en gran medida su trabajo de adulto. Después de graduarse en Medicina en 1902 en las universidades de Basilea y de Zurich, con un profundo conocimiento en Biología, Zoología, Paleontología, y Arqueología,carrera esta última que dejó por un sueño que tuvo, comenzó su trabajo sobre el Test de Asociación de palabras, ya desarrollado por Wundt, pero llevado al ámbito únicamente psicológico,y en el cual las respuestas de un paciente a las palabras estímulo revelaron lo que llamó Jung con el término Complejos, definiendo a éstos como ideas o representaciones afectivamente cargadas y autónomas de la Psique consciente, palabra que se ha desvirtuado en cuanto a su definición al llegar a ser universal. Estos estudios le trajeron renombre internacional y lo condujeron a una colaboración cercana con Freud. Con la publicación de la psicología del Inconsciente (1912; revista en 1916), sin embargo, Jung declaró su independencia de la estrecha interpretación sexual de Freud con respecto a lal libido mostrando los paralelos cercanos entre los mitos antiguos y las fantasías psicoticas y explicando la motivación humana en términos de una energía creativa más grande (elan vitae). renunció a la presidencia de la Sociedad Psicoanalítica Internacional y fundó su Escuela,llevado por otros colegas,pacientes y amigos, ya que Jung era contrario a la formación de escuelas y discípulos. Durante sus 50 años restantes Jung desarrolló sus teorías, trazando un amplio conocimiento de la mitología ( trabajos en colaboración con Kerensky) y la Historia; recorriendo diversasculturas en Méjico, la India, y Kenia. En 1921 publicó un trabajo importante, los tipos psicologicos (trans. 1923), en el cuales se ocupó del vínculo entre el consciente y el inconsciente, proponiendo los tipos de personalidad ahora bien conocidos, extroversión e introversión.Más adelante llegó a una una distinción entre las sensaciones personales y los pensamientos inconscientes, o reprimidos desarrollados durante la vida de un individuo, y lo que denominó inconsciente colectivo, sensaciones, pensamientos, y memorias compartidas por toda la humanidad. El inconsciente colectivo, según Jung, se compone de lo que él denominó, tomando de Platón " arquetipos, " o imágenes primordiales. Éstos corresponden a las experiencias de la Humanidad típicas como enfrentar la muerte o eligir un compañero encontró su manifestación simbólica en las grandes religiones, mitos, cuentos de hadas, fantasías y la Alquimia, en especial la obra de Paracelso y Picco della Mirandola. El acercamiento terapéutico de Jung tuvo como objetivo reconciliar los estados diversos de la personalidad, que él vio divididos no solamente en contrarios de introverción y extroverción sino también enlas subvariables de pensamiento,intuición,sensación y percepción. Ayudando a confrontar el inconsciente personal e integrándolo con el inconsciente colectivo representado en el arquetipo de la Sombra Colectiva, Jung sostiene, que un paciente puede alcanzar un estado del individuación, o la integridad de uno mismo.( El Dios Interior ). Jung escribió voluminosamente, especialmente en métodología analítica y los lazos entre la Psicoterapia y la creencia religiosa.Se interesó mucho en la Sincronicidad,la Alquimia y los estados alterados de conciencia, a punto que creó el método de inmaginación activa, que surgió en el luego de la ruptura con Freud, mientras escribía el críptico libro Rojo. murió de junio el 6 de 1961, en Kusnacht.

Biografía tomada de Psicomundo, donde pueden leerse más textos del autor.




jueves, 15 de marzo de 2012

El molino




Un ruido largo sale por el techo
golondrinas siempre blancas
agua que salta, agua que brilla
el grano salta, el agua muele
y el recinto donde el amor se arriesga
centellea y marca el paso.

Versión de Jorge Teiller



Remanencia

¿Qué te hace sufrir? Como si se despertara en la casa sin ruido
el ascendiente de un rostro al que parecía haber fijado un agrio espejo. Como si, bajadas la alta lámpara y su resplandor
encima de un plato ciego, levantaras hacia tu garganta oprimida la mesa antigua con sus frutos. Como si revivieras tus fugas
entre la bruma matinal al encuentro de la rebelión tan querida, que supo socorrerte y alzarte mejor que cualquier ternura.
Como si condenases, mientras tu amor está dormido, el pórtico soberano y el camino que lleva a él.
¿Qué te hace sufrir?
Lo irreal intacto en lo real devastado. Sus rodeos aventurados cercados de llamadas y de sangre.
Lo que fue elegido y no fue tocado, la orilla del salto hasta la ribera alcanzada, el presente irreflexivo que desaparece.
Una estrella que se ha acercado, la muy loca, y va a morir antes que yo.

Versión de Jorge Riechmann



La rosa de roble

Cada una de las letras que componen tu nombre,
oh Belleza, en el cuadro de honor de los suplicios,
desposa la llana simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo, y se asocia
al hombre encarnizado en engañar a su destino
con su contrario indomable: la esperanza.



La compañera del cestero

Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso.
Hay quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.




El refugio maltratado

Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un camino de tierra,
de un hilillo de agua caída del cielo que viene y va persiguiéndose
a sí mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revés oscuro pone fin al pensamiento.


Versión de Jorge Riechmann



René Char (Francia, Isle-sur-Sorgue, 1907)



Tomados de A media voz


martes, 13 de marzo de 2012

Tres fugaces recitativos, huidizos, fugitivos...






















I - Richard Kimble reflexiona ante el espejo


Mi nombre único
-mi verdadero nombre-
fue aquel que pronunciaste,
mortal, en el espasmo.

Desde entonces, huyendo,
en diásporas violentas abandono
retazos de mi cara que intentaron ser yo.

Las ideas, las muecas que he ensayado,
las ilusiones como juguetes rotos
que el vendaval de la fuga arrastra.

... y promesas que van, como una herida.
Detener la carrera y respirar
el aire nuevo de la tierra antigua,
el sencillo perdón, el milagro otorgado.

Nunca tuve más nombre que esta
marca en mi frente.

(A Eduardo Espósito)



II - Habla el hombre manco


Nunca tuve algún nombre
que pueda llamar
propio.

Mi corazón añora
cercenadas emociones fantasmales,
sueños en los que aplaudo,
en los que uno mis manos en humilde plegaria
y pido a dios que me aniquile.

Fue ese miembro arrebatado, ausente,
el que obrara en las sombras,
rudimentario, independiente y frágil.

Aquí, ante ustedes, me confieso.
Era yo quien estaba
destinado a escribir el Quijote.

Me humilla en cambio la visión cotidiana
de aquella que fue mía irrumpiendo, graciosa,
desde una caja boba y feliz
en mitad de una escena familiar
de terror.




III - el inspector Gerard, en un gesto autorreferencial...


¿Es éste - acaso - tu verdadero nombre?
¿Es tu vida real? ¿Es tu real vida?
¿Podríamos pensar que es el reflejo de algún otro,
un sueño, un informe barullo,
una luz que se apaga?

¿Es válido este poco sutil procedimiento?

Mejor sería que fueras contestando algo.
No tenemos todo el tiempo del mundo.

Es con una sonrisa que lo digo.



Gerardo Lewin


Gerardo Lewin nació en Buenos Aires en 1955. Es egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático y del Instituto Universitario Nacional del Arte. Como actor, participó en distintas producciones teatrales, cinematográficas y de televisión de la Argentina. Estudió Dirección Teatral en la Universidad de Tel Aviv, donde también se desempeñó como director y dramaturgo. En Buenos Aires, codirigió el ciclo de encuentros poéticos "El Orate y la Musa" en los años 2002 a 2007. En 2003, editó el poemario Amores muertos (El Jabalí). Publica
traducciones propias de poetas hebreos en su blog "de_canta_sión":
http://decantasion.blogspot.com/.Los poemas publicados pertenecen a “Nombre Impropio” (inédito).



domingo, 11 de marzo de 2012

Acerca del rigor de la muerte




Para no morir uno empieza a escribir por la mañana
con un cigarrillo en la mano
y esa paciencia de absoluto
que nadie es capaz de ejecutar.

Nos queda la escritura y el silencio
para cuando llega la tarde
y el humo del cigarrillo en la piel,
y otro cigarrillo más.

Qué oscura es la ciudad cuando anochece,
pero su oscuridad nos muestra una certeza.
Ahora sabemos
que con buena voluntad también se muere
y que uno es capaz de morir como cualquiera.
Se deja la vida a medio hacer,
se piensa en todo aquello
que jamás sucedió
y a nadie importa.

A veces se pierde y está bien.
La inmortalidad es algo demasiado alto,
demasiado pesado, demasiado lejano.

A veces se pierde y está bien.

Estoy listo,
estoy listo.

Por lo menos,
habré intentado mis palabras para no morir.


Enrique Solinas (Buenos Aires, 1969)



viernes, 9 de marzo de 2012

Fantasmas
















Ajena

A veces vivís una vida ajena,
un minuto quizás
o diez años, que más da.

Sentís un escozor, un relámpago,
pero te sumergís igual.

Lentamente vas perdiendo peso,
de un modo tenue
te vas entregando
te vas pareciendo.

Hace falta un duro golpe,
la cercanía del abismo.

Cuando ya somos una fruta marchita
se nos da una oportunidad.

Hace mucho frío,
es la última oportunidad.



Muerte

Tan intensa la muerte
todo se aquieta religiosamente.
Es temprano para morir
me escucho decir.

Es el agua al cuello
estoy al borde
corro
levanto mis brazos
es la gloria
no solo es por vivir.

Tan cerca la muerte
y me descubro seco.

Tengo sed
y tiempo para sonreír.


Añoranza

Estuvimos juntos,
no me has visto.
Lo que sentís
es añoranza
de lo que no fue.


Fantasmas

Vos y yo sabíamos
o al menos deberíamos haberlo sabido
que aquel día
intercambiamos fantasmas.

Yo cumplí el sueño del territorio
y vos concretaste el objetivo del olvido.



Jorge Santkovsky (Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, 1957)


Los poemas que publicamos pertenecen a su segundo libro "Revelaciones acerca de otras criaturas" (Huesos de Jibia, 2011), excepto el primero, "Ajena", que pertenece a "Revelaciones".


IMAGEN:  Stop-Motion con personajes en plastilina,  creados por Jan Švankmajer, un artista  cinematográfico checo.





miércoles, 7 de marzo de 2012

LA GIOCONDA de Leonardo Da Vinci






Se ríe desde el fondo de los recuerdos,
se ríe desde el fondo de las esperanzas
de la sangre de esos gatos que nadie recoge, del último fulgor que nadie ve en /los ojos de los peces,
se ríe de los muebles de las alcobas que tienen deseos inconfesables, de las /manos que jamás responden al dueño,
se ríe de los tigres en la calma del mar,
del revés de las caras.


Se ríe de la alegría que lastima la garganta ya por ser pena que endulza la /lengua,
se ríe de las mañanas,
de las tardes,
del prometido amor y del temido infierno,
de los que descosen el futuro y tejen un pasado que no existió nunca para /colgar en los balcones,
se ríe de la tibieza de las salas donde la palabra es terciopelo y seda, /transparencia y perfume,
del cristal empañado en el ojo, del último calor del cuerpo
antes de la muerte.

Se ríe del corazón como una campana resonando, de la red que tiembla,
del Dios escondido en las cajas de las iglesias,
se ríe de los bosques cerrados hasta el borde de otros bosques cerrados,
hasta el borde de otros bosques cerrados.


Se ríe,
se sonríe,
sabe que no resucita ningún día perdido en la tristeza

y que la piedra sobre piedra sólo es tejido de piedras.



(Los sirvientes lavan los espejos para que su sonrisa no contamine el porvenir).




Liliana Díaz Mindurry (Buenos Aires, 1953)





martes, 6 de marzo de 2012

EL GUITARRISTA CIEGO




de Pablo Picasso


Se nos habló del ojo como del único sentido para construir el sentido,
las líneas de significaciones.
Algún francés nos habló de la evidencia.

Un español hizo del ojo el único sentido para construir el sentido,
sin buscar claves ni líneas de significaciones evidentes,
juntó casi burlándose
la ceguera y la música
como si la música fuera una cuerda rota,
como si la música fuera por fin
un dejar de ver las formas del mundo,
como si nada,
no quería entregar ninguna llave:
una simple música en un azul de ojos cerrados.

(Y por favor,
que no se espere nada de los colores de una tela
ni aunque sea azul y un joven Picasso haya inventado a un guitarrista ciego).


Como si no sucediera nada hay quien la mira en un azul de ojos cerrados,
como si la ceguera fuera una cuerda rota,
un viejo que toca una guitarra ciega en un vacío.

O sólo eso: nada,
una música que como la muerte,
cierra los ojos.



Parece que hay dos,
una pareja, dicen,
parece que es un hombre ciego, enfermo y una música ciega, enferma
y parece que es sentarse y llorar la ceguera del hombre, la música que no quiere ver nada,
y no parece pero la música se come al hombre
y el hombre sangra.

Y no parece pero hay una muerte por asomar la cabeza
en alguna parte. Y no parece pero también hay una muerte
ciega
por aplastar a la música,
por aplastar al hombre.
(O la misma música es la muerte).
Y no parece pero es el amor,
o una forma de amor al menos,
una música rota,
la ceguera de dos que no se encuentran nunca.



Nada de importancia, por supuesto, entonces,
ese hombre ciego puede ser cualquier hombre, de esos que andan en los trenes,
de esos que tienen ojos pero no miran porque alguna música les estalla en las sienes.
Cierta locura.

Cierta locura, dije, cierta locura fría
de mosca que sueña paraísos;
nada de importancia, entonces,
cualquier hombre,
cualquier muerte asomada en una música.

Cualquier forma de no mirar el mundo.



Es posible que la música
sea una forma ciega de tomar las cosas,
una astilla en el ojo,
la astilla de un ojo que no quiere ver más.


O al menos una forma de guardar la noche,
esa noche donde nada es seguro.

Es posible que la música
sea una forma ciega de verificar las relaciones,
y el ojo abierto,
apenas una trampa desde lo virtual.

Una pequeña bofetada a las ilusiones de este mundo.


Ya se sabe:
la música lo dice:
Estamos hechos para la muerte.




Si el ciego sabe que la oscuridad es una luz que no espera,
si el ciego sabe que los sonidos son una forma de guardar la extrañeza en el oído,
el ciego sabe
que la música habla de una especie de universo ya extinguido.


Fue cuando los hombres no quisieron ver más la rotación de los días y las noches
y se llagó la piel de la fotografías
y desapareció el tan dulce engaño de las cosas.


El ciego no sabe
que también la música ha dejado de servir
para los ciegos.


Dice la música:
ya no hay nada que hacer.
El peine al peinar arranca pedacitos de cerebro,
hay una araña escondida en los cajones.

(En los cajones aguarda
el temor de los ciegos,
el miedo
de la música).

O es la enorme tristeza.


Debe haber en el ojo de los ciegos
una sórdida luz de pasillo donde avanzan los bastones blancos,
un pobre pez que se pudre en el agua del mar sin que nadie lo advierta,
una zona sin defensa,
el vientre de las noches sin luna. Se sospecha:
una minuciosidad oscura,
un detalle
que se escapa del cuadro.

Y la música no cura.
Cerrar el ojo e inventar sonidos no inventa
otra luz. Ni siquiera una luz oblicua.

Debe haber un cielo roto de antemano.



No hay fe.

Ya es tarde para ahuecar aún más el hueco de los ojos
e inventar la música.


Peor aún para juntar
desechos de palabras.



¿Y si detrás de los ojos
se pudiera
mirar
a la música?


¿Ver el color y la forma del sonido?



Como si las imágenes fueran otra cosa que el silencio,
como si las imágenes fueran otra cosa que una hierba
para que devore
un ojo
triste.




Con la mitad del ojo de Picasso
habrá medio ciego azul, media guitarra.

Con la mitad de la música de medio guitarrista ciego
aún es posible abrasarse.

Abrasarse es imaginar algo más que un silencio.
Todavía medio amor
es más fuerte
que cualquier forma
de muerte.





Tal vez la muerte no sea música
ninguna música,
ni siquiera
una música pintada
o escrita.


Tal vez la muerte sea
un ciego que partió hace mucho de una tela de Picasso
y se le quebró la guitarra
y el azul.


Tal vez Picasso muerto
sea una tela con un guitarrista
que ya no significa;
el azul, el color de una mancha de pintura,
y el ciego,
una teoría sin demostración.

Todo el cuadro:
la irregularidad de un ojo de vidrio que se rompe.
Los pedacitos volando en el espacio,
un vestido de novia comido por hormigas.

Tal vez ese cuadro que alguien mira haya dejado de existir,
porque sólo existía para Picasso.


Es que ese guitarrista de los poemas
ya no es el mismo guitarrista del cuadro.

Es un guitarrista de un azul de palabras
y su ceguera
son unas cuantas letras

para desfigurar el vacío
de la hoja en blanco.




Liliana Díaz Mindurry (Buenos Aires, 1953)