lunes, 7 de octubre de 2024

DOS POEMAS SOBRE LA REALIDAD


Realidad I


Durante muchos años
viví preocupada por mis agujeros.

Y es que me exasperaban:
si estaban vacíos se irritaban 
se intentaba colmarlos 
se resistían.

Así
me era imposible pensar en todos.
Y hablaba de pequeños cuencos
de puertas que se abrían se cerraban 
de copitas de cristal rajado.

Ahora que me concibo a mí misma resbalando 
de oeste a este
por el agujero negro del espacio 
me he despreocupado.

A quién tiene por costumbre resbalar 
¿Le puede importar presentarse 
con algunos agujeros 
en casa de amigos?



realidad II


Puede ocurrir que la realidad 
se presente de improviso.
Por ejemplo mientras camino 
con mi hija menor de la mano 
por los alrededores del barrio. 
Puede ocurrir 
que empiece a resbalar.

Sospecho que los niños 
saben más de estos estados 
que sus padres.
Ya no la llevo yo.
Ella me lleva.
¡Su pequeña mano 
sostiene el mundo!
(Del libro "El hada que no
invitaron"
Obra poética reunida
1985-2016,
Bajo la luna, 2023)

Estela Figueroa (Santa Fe, 1946-ibidem, 2022



Estela Figueroa nació en Santa Fe en 1946. La lectura y la escritura, el cine y el teatro fueron pasiones que la acompañaron durante toda su vida. Ha sido una escritora comprometida y desde ese lugar coordinó talleres literarios en el Pabellón de menores de la cárcel de Las Flores, espacio para la creación colectiva donde como resultado se editó la revista Sin alas. En los últimos años su obra había logró tener una nueva y más amplia difusión y circulación con la publicación de El hada que no invitaron (Bajo la luna), su obra reunida, que incluye Máscaras sueltas (1985), A capella (1991) y La forastera (2007) junto al hasta entonces inédito Profesión: sus labores. A su vez, Figueroa escribió y editó El libro rojo de Tito (1988) a partir de entrevistas con Tito Mufarrege. 



 

domingo, 6 de octubre de 2024

INSTANTÁNEAS (III)

 


Sentimental

Mis sentimientos rodean 
la cintura del mundo 
como dos largas manos 
cuyos dedos se rozan.
O como un elástico 
demasiado tensado 
que de pronto se corta.



Suspiro

Suspiro dentro de un vaso 
que era para flores.
Un suspiro lo limpia.
Otro lo empaña.



Deseo

Déjame ser como el caracol 
que temiendo ser pisado 
de día se oculta bajo un techo de hojas 
y de noche deja una estela brillante 
en el patio liso de tus sueños.

(Del libro "El hada que no
invitaron"
Obra poética reunida
1985-2016,
Bajo la luna, 2023)
Estela Figueroa (Santa Fe, 1946-ibidem, 2022)


IMAGEN; Caracol en el jardín  Fotografía de Henrichc Volschenk.




sábado, 5 de octubre de 2024

LA EXPERIENCIA DE LA MUERTE (II)


Enferma


Si es que la dulce estrella de la noche
deja caer su luz
y no la vemos
¿quién no se siente crédulo
para creer en un destino cierto
al que indagar
también con labios muertos?


Muertos porque no hablan...


¿Quién no se vuelve pobre pobre 
de una pobreza inanimada 
y quiere que por esos labios muertos 
nos cuente el tiempo ido 
cómo es que se fue?
¿Quién no se vuelve rico
de una riqueza turbia y estancada?
Cuando la dulce estrella de la tarde
deja caer su luz y no la vemos
quien está solo en casa
enferma más cuando las puertas crujen
porque nadie va a entrar.
Sordo: al canto de los pájaros 
lo escucha y no lo entiende.
Mudo: su propio canto le es ajeno.


Tomando con cuidado las palabras
como a manos pequeñas
arma, disuelve versos
armándose de miedo contra el miedo.
(Del libro "El hada que no
invitaron"
Obra poética reunida
1985-2016,
Bajo la luna, 2023)
Estela Figueroa (Santa Fe, 1946-ibidem, 2022)


 

viernes, 4 de octubre de 2024

TIEMPO PASADO (I)


NO ES PARA HABLAR DE MÍ QUE ESCRIBO
de la glicina: cayó
su lluvia ligera
azul-
violácea-
celeste.

No es para hablar de la glicina 
que la comparo con una lluvia 
y adjetivo esa lluvia.

Es para detener este momento nocturno: 
la casa en calma
y los pensamientos que ennoblecidos velan 
por un ordenamiento 
que lo abarque todo.



Detalles


Antes
cuando tu cara estaba cerca de la mía
mi mirada la recorría como se recorre un jardín
se detenía en cada detalle
-ampliándolo reteniéndolo-
una flor entreabierta
una cerrada
una hoja seca caída
una gota.
Era de esa manera como entrabas en mi vida: 
entraba tu ojo más próximo 
su color ágata
apenas bordeado por pestañas.
Entraba el perfil de tu nariz 
tu mejilla imberbe una 
cicatriz una oreja 
casi tapada por el pelo castaño 
el cuello claro.

De esos detalles estaba 
hecho mi amor.
Y mi amor me rodeaba
como un collar rodea una garganta.

Ahora
cuando al atardecer oyendo 
cantar a las chicharras toco
mi cuello ya no está el collar.
Recuerdo aquel jardín:
es un jardín que ya no tiene patria.



LA EXPERIENCIA DE LOS OTROS



Dos poemas sobre Emily Dickinson


SI TUVIERA PAPEL BLANCO
si tuviera la mano fina
si tuviera un lápiz en la mano
si fuera la dueña de un
pequeño escritorio junto a la ventana.
Si en los vidrios de la ventana 
reviviera el paisaje.
Si mi escritorio fuera de madera vieja y opaca.
Si sus cajoncitos tuvieran pequeñas llaves...

Un vestido antiguo -tan cómodo
pese a la complejidad del modelo-
y -como deslizándose- al borde del escote severo
antes del nacimiento de los senos
un camafeo sujeto por dos angostas
bandas de terciopelo...

Emily Dickinson 
mojigata
jugueteando con el camafeo: 
la dureza del material 
entre los dedos algo húmedos 
de sudor.
La mano fina
con dedos algo húmedos de sudor 
por el calor de la siesta 
abriría la ventana.
Y como el paisaje estaba ya en sus vidrios 
el cuerpo -inclinado sobre el pequeño escritorio-
se asomaría -por así decirlo-
un poco al vacío.

Veleidosa contemplación del convaleciente 
el hacia fuera 
y el adentro 
unidos.
La mano fina tomando el lápiz 
y sobre el papel blanco 
escribiendo.

(Del libro "El hada que no
invitaron"
Obra poética reunida
1985-2016,
Bajo la luna, 2023)
Estela Figueroa (Santa Fe, 1946-ibidem, 2022)


IMAGEN: La poeta Emily Dickinson.



 

lunes, 30 de septiembre de 2024

PUENTE

 

la única

flor de la verdad

la que unía todos los pétalos

la que cancelaba

todos los perfumes

por ser todos los aromas

la que veía el filósofo

en sus delirios:

la deshojada esperando a que

llegaras

 

 

delante vos, desnuda

detrás

ventana hacia la noche

y ese fondo era un campo sembrado de guerra

 

 

origen

 

la tarde se ahoga

en obediente sosiego

en el fondo de un espejo de ámbar

 

el sol se sirve en rodajas

sobre una mesa

plana como un mundo

como debió serlo

antes que nada

antes que todo

 

     el viento respira

            como un animal agriado

 

 

 

no se puede decir

qué le gusta

o no a

la poesía

 

se anuda en letra esquiva

infidelidad sonora

audiencia de recuerdos

en medio de una plaza

los muertos que llaman

a deshora

una reja estilo inglés

de la que penden

higos prohibidos

o senos como magnolias

o rojos globos chinos

una guitarra que persiste

y un mar de banderas

que resiste una

carga de escudos y bastones

la poesía es una oreja

que se alimenta de los ruidos

de este mundo

mientras pasa aquella que no fue

                                         se fue

 

perspectiva

 

vos

en el

espejo

 

yo

detrás

en la

noche

 

mi mano

en vos

en el espejo

explorando

incertidumbres

afuera quedan la peste y su toque de queda

 

(Del libro “Puente”,Buenos Aires

2022, Gentileza del autor)

 Pablo Márquez

 

 Pablo Márquez nació en Salto, Uruguay (1976). Ha sido profesor de aula de Lite­ratura y de Historia en liceos públicos de Salto y en el CeRP del Litoral. Formó parte del Grupo de Estudios Autobio­gráficos (GEA), del CFE, fundado por la escritora Mag. Prof. Helena Corbellini, y actualmente a cargo de la Dra. Gabriela Sosa. Ha publicado artículos de crítica literaria en revistas de su departamento y en la Revista [sic], de la Asociación de Profesores de Literatura del Uruguay (APLU).

Muelle negro (2020, Civiles Iletrados) fue su primer poemario.

 

sábado, 28 de septiembre de 2024

La mañana de hoy....


 La mañana de hoy, mientras el aire que respiro es inmediato, insípido
como el smog del cielo de Los Ángeles, despierto envuelta en las sábanas de una cama ajena, asustada y cansada del sueño en el que traté de cruzar una vía de tran en texi y no pude, quedé a medio camino. Como subir, subir y subir por una montaña inmóvil, y a cada paso afirmar mal el talón o las manos y hacer que caigan pedruscos, la cima tan lejos y tan cerca, el corazón latiendo en la cabeza. Como los ojos el mundo en un mundo sin las jerarquías de la ciudad -por ejemplo un puesto de campamento-y no ser capaz de dejar una nota como el poema de Foguet:
No te conozco y no me conoces
pero he dormido en tu cocina de piedra
al resguardo del hielo y de la niebla
y he quemado un poco de la reserva
de yareta (el único combustible
de que dispones a esta altura, lo sé)
y todavía mi ropa está impregnada
con su hume resinoso y tampoco
me perdono no haber tenido una ginebra
para dejarte bajo el techo tiznado
para las noches apenas más cálidas
y hondas que te tendrán aquí,de nuevo,
junto al olor de los pastos
y el goteo más decidido y saludable
de la vega
(...)

Bárbara Belloc (Argentina, Buenos Aires, 1968)

miércoles, 25 de septiembre de 2024

LA PLENITUD

 


Hay una historia que quiero contarte: a veces,
en medio del bosque abrupto y solitario, crece un árbol
demasiado delicado y tímido para sobrevivir sin que las ramas
se tuerzan, decaigan, pierdan fuerza cada día,
como si no hubiera nacido preparado
para enfrentar la dificultad del suelo áspero y las plagas,
y su propia debilidad lo llevara a empequeñecerse
hasta casi desaparecer, tapado por una vegetación
que pareciera nutrirse de la audacia
que a él le falta. Pero una sola vez en toda su vida
–que no es larga– florece. Sucede en la estación de las lluvias,
y su flor es la más extraña que pueda concebirse,
no necesariamente bella ni cargada de polen.
Me dirás que ceder lo más valioso que se tiene
a una forma de vida que explota y se retrae en unas horas
no es un acto razonable, que es mejor la lenta construcción
de una fuerza que no pueda doblegarse y se sostenga
en lo que acumula año tras año. Sin embargo,
imagino que no debe existir nada más hermoso de ver
que ese momento de plenitud, cuando la materia que parece vencida
ofrece todo su poder de una vez a un mundo
que no lo necesita ni lo espera, para después retirarse,
como si el bosque fuera un cuerpo amado
e indiferente al que va liberando suavemente de su abrazo.
Yo quisiera ser así, capaz de soportar la plenitud
sin anhelar la abundancia. Que eso sea todo:
el puro deseo de dejar lo poco o mucho que se tiene
a quien se ama, aunque no le haga falta,
y vivir por un rato rodeada de las cosas que realmente le importan:
las tormentas, los animales feroces, la exuberancia del verano.


Claudia Masin (Resistencia, Chaco, Argentina, 1972)

Pueden LEER la biografía -parcial-y más poemas en entradas anteriores de la autora.



lunes, 23 de septiembre de 2024

MIL BRILLOS APAGADOS


rebajas

odio y sabré esperar (libre, incierto,
dócil; bajo el azar aburdelado
y mis tongo de libros y de roches)
otra vida en la cual recordar ésta;
y que la luna, paciente roedora,
me alumbre



canjes

en efecto, es accesible a palabras
la huella adusta de otro pie humano
en la arena, canjes aún desprovistos
de sitio para su recuerdo; era bueno
estar juntos queriendo vivir nuestras
vidas. no te incumba o será
triste cebo; pero dudo y luego
insisto con un cuaderno adelante.


copla

tanto y tanto supuso me nombraras
y refulgiera a pesar del polvo,
por amor, casualidad u otra causa;
repitámoslo hasta donde la lluvia
y el barro nos arrastre.



palinodia

en un claro o patio que desde
hace ayer comenzaron a desocupar
busco mi nombre de animal
doméstico y estiro la mano
y no hallo nada. como si se
hubiera echado a perder
algo dentro de uno; aquí se acaba
la casa, su residuo, otra fábula.



navidad

cayó el rocío sobre el malvón y las botellas
de sidra. se escuchaba música. era el alba.
nos abrazábamos sabiendo que caducado
ese rapto habría cómo arrepentirse. 
para ninguna paz ya nunca. era la última 
navidad así. de astros fugitivos y una canción 
demasiada lejana como para recordarla.



papeles

entonces se besaron y dijeron buena 
suerte y se dieron un papel como despedida. 
y no volvieron a verse más. desdoblaron 
la delgada hoja y comenzaron a leerla.
cada uno mata lo que quiere.



mil brillos apagados

quiero recordar esto así. sin saber 
hasta dónde vamos a llegar. sin saber 
exactamente dónde está la gracia. 
guardamos lealtad a una emoción, 
a todo aquello que perdimos. recortes 
en hojas de papel que un día deberán 
ser ordenados hasta que se divisen 
las últimas poblaciones o cómo se iba 
alejando el sol poniente. repetido es: 
el tiempo no se detuvo. mil brillos 
apagados, no se detuvo

(Del libro "Mil brillos apagados",
Barnacle, 2024, gentileza del autor)

Alberto Cisnero (La Matanza, 1975)

Pueden LEER la  biografía y más poemas en entradas anteriores del autor.





 

sábado, 21 de septiembre de 2024

EL POETA RECUERDA UN VIEJO AMOR AL COMENZAR EL AÑO


 Es costumbre al terminar el año
volverse mirar a los costados
(en otro tiempo
en la casa habitaban tantas gentes
sombras
una aventura de amor fracasada)
otros encuentran que es necesario aclarar estos brindis
de año nuevo porque hay esperanzas que enunciar
mirarse brindar por la libertad y las pequeñas gotas de lluvia
y el amor (tus ojos) y el amor (todas pero
principalmente tú)
hemos viajado diciendo esperando en las cavidades
del mediodía un nuevo cántico para todos y además
en forma ligeramente diferente nos hemos dicho
cuando éramos amantes las mismas cosas que se
dicen los otros
pero ahora se trata de un brindis
y no brindaremos por los recuerdos sino por los
árboles del porvenir
por los nombres del porvenir
para que el corazón y la estrella concurran al esfuerzo
común para que la voluntad sin demasiada violencia
como cosa ínfima
se extienda y apruebe las cosas de este mundo
para que yo (de regreso) después de haber hablado
mucho (una noche cualquiera) compruebe la
fatalidad de la distancia
pero levanta de cualquier manera tu copa porque
siempre hay una palabra que todos pueden
pronunciar y el río sigue moviendo su miedo su
tarde y el puñado de tersos inviolables pájaros
este año y todos los años has acumulado errores sobre
tu cabeza
y pensando crear tu vida sólo la has repetido
(en otro tiempo
abríamos la puerta de mañana
y entraban el sol los sombreros arrojados al viento
por los trasnochadores de la víspera
los ecos de sus conversaciones
y tu risa
aunque hacía tanto que ya no te veíamos)
como en otro tiempo
sin cuadrantes ni altura he llegado muchas noches
este año
ahora yo puedo recordarla suelto
como una fragilidad silenciosa
en este día en esta hora
a otras tierras entregará sus manos
sus ojos han conocido otros combates más cerca de la
piedad o del odio
pero ahora se trata de un brindis
del año que comienza indiferente a su memoria o tus
deseos 

Edgar Bayley (Argentina, Buenos Aires, 1919-1990)


Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores del autor.





jueves, 19 de septiembre de 2024

CARNE SOLA

Echarse al abandono

Mientras pululan los castaños. Lenguas y leguas 
y cien bocas que cantan esta poesía silvestre. 
Los eucaliptus se levantan hasta el borde de la luz
y nuestros pies se hunden en la tierra arenosa.
Los cálidos recuerdos ya son botín de los pájaros.
Entre luces y sombras el árbol fructifica dos veces.
Aun en las tierras difíciles en las que abundan las piedras 
y los matorrales duros y los graznidos del cuervo.
Una tierra negra y grasosa respira en la costra venidera. 
Dios nos hizo para sentirse menos solo y ahora nos voltea 
con su reja. Entremos por fin en la noche junto al fuego. 
Descansemos en la sombra más larga y más serena.



Cerca se muele ajo y tomillo

Las cigarras roncas hacen resonar el huerto.
Niño hermoso, no confíes tanto en tu color.
Con tus canastas repletas de huevos y lirios
y flores de oloroso hinojo bajo un sol
declinante que hace crecer tu sombra.
Te consume el amor como una gripe.
Desentendida de lo que llevan tus manos 
tu cabeza ardiente se pregunta si el amor 
tiene algún límite.



La edad se lleva todo, incluso la memoria

Acostumbraba enterrar largos soles cantando. Tantas 
poesías están ya olvidadas. No cantamos a los sordos: 
el humedal todo nos responde. Nos dejamos ganar 
por el amor. Feliz quien ha podido conocer las causas 
de las cosas y ha pisado miedos. Aunque sea sin gloria 
que ame yo la laguna y los patos y la luz en la resaca 
y su baba melancólica perdida. Cantaba tejiendo una 
canasta con ramitas de malva a la rana en el barro
a la hormiga que sube por los tallos al ganso que ha
graznado. Levantémonos ahora. La brisa del pasado 
puede ser dañina.

(del libro "Carne sola",
Barnacle, 2024
Envío de Alberto Cisnero)
Diego Colomba (San Nicolás, Santa Fe, 1972)


Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores del autor,



 

martes, 17 de septiembre de 2024

Este poema...


Este poema una vez salvó mi vida
Con odio a la aplastante estupidez general
Por el estado y la ley,   la familia y la iglesia,
la mentira y el miedo
Y para profanar la falsa inocencia
para raptar las bellas fachadas
para forzar a la limpieza
a que vea su propia inmundicia
Para blanquear sus sepulcros
Y borrar las escrituras
En pilas podridas de hojas de acanto
las almas caen en los bancos de la verdad
Y los cuerpos arden en el horno del amor
Cuando el tiempo llegue
cuando el tiempo llegue todos tendremos
la fuerza de vivir la vida de los otros
Y el derecho de vivir la nuestra
Para que el buen sentido note su locura
De alguna manera me escaparé de todo esto
y pasaré al otro lado
donde es mejor
que esta triste realidad
Donde hay belleza.


Gunnar Ekelöf

(sin mención del traductor)

Gunnar Ekelöf.Poeta  sueco nacido en Estocolmo en 1907.Perteneciente a una familia adinerada, inició estudios superiores en Londres y posteriormente los culminó en la Universidad de Uppsala.Mientras colaboraba en las revistas literarias Spektrum y Karavan, publicó en 1932 "Tarde en la tierra", convertida  poco tiempo después en uno de los textos fundamentales de la poesía sueca del siglo XX. Del resto de su obra se destacan  principalmente "Canción de transbordador" en 1941, "Non serviam", en 1945, y la trilogía "Diwán", reconocida como su máximo aporte a la poesía.Fue además traductor de Mallarmé, Baudelaire y Desnos.La Universidad de Uppsala le concedió, en 1958, el título de doctor Honoris causa, y ese mismo año fue elegido miembro de la Academia Sueca.Falleció en Sigtuna en marzo de 1968.   


Biografía tomada de la página "A media voz".