Escuchábamos cómo se levantaban las olas saciadas de sí
esa noche.
Desde la ventana
el viento viciaba el paisaje
y arremetía contra los cables y las uvas de la playa
despojándonos de toda luz.
Todo era pegajoso y negro y flotaban las cosas de la casa
tocábamos la mesa, la jarra, los cubiertos
para saber que seguíamos allí
indeciblemente solos
y a la espera.
Afuera
vaporoso como un fantasma
el viento arrancaba una a una las trinitarias del jardín
curtiendo de rojo el médano entre el miedoso ajetreo de los perros
y el polvo amarillento que esparcirían los gallos al amanecer.
Porque regresaría el paisaje.
Las niñas de la vecindad madurarían sus risas con sus muñecas al
sol
la anciana de la esquina espantaría las moscas del fogón
la ropa estaría tendida contra el mar
el ebrio hablaría a solas en el sendero sin nadie
el perro apaleado con sus ojos punzantes atravesaría el portón
entre una pausa y otra la voz del expendedor.
Y después
mucho después
la caída de la tarde
el bramido del color.
La abrasadora necesidad de la indulgencia.
El sendero nuestro sin otro horizonte que lo invisible del mar.
(De la revista Prometeo Nros.119-120,
julio de 2023)
Tallulah Flores
Tallulah Flores nació en Barranquilla, Colombia, en 1957. Ha dedicado gran parte de su vida a la docencia como profesora de Literatura y catedrática de semiología del cine, redacción y argumentación. Sus poemas han sido incluidos en antologías en China, Rumania, Francia, Portugal, Argentina y Colombia. Sus textos han sido
traducidos al inglés, portugués, francés, rumano y chino. Ha publicado: El revés de la caída y otros poemas (poesía reunida); Poesía para armar
Cinematográfica;Voces del tiempo, y Nombrar las voces.
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