viernes, 30 de octubre de 2015

LA CASA DE LA NIEBLA






















Señor, vos le diste a mi hermano un ford falcon rojo 
para llegar a la casa de la niebla

y después qué 

le dijiste?
le explicaste que el camino estaba cortado?
¿que el motor estaba roto?
¿que todo estaba roto?
¿que no había vuelta?

¿qué hiciste, cómo 
para convencerlo?

para que te diera la mano
se sentara en la sillita de mentira
dejara que la oscura hostia de tu nombre 
le llegara a la boca

¿o le metiste una piedra?
o una moneda, un gancho, 
un papelito

de dónde lo enmudeciste, lo hiciste 
olvidar
olvidarnos

qué señas le habrás hecho para que en vez de volver a casa 

apagara el motor del falcon
se escurriera de la sedosa perfección del cuero 
de la música en la radio
del ronroneo cachondo del auto 
y se bajara con vos
para ir adónde

¿a cazar pajaritos?
¿a ver el dorado pasto extinguirse tras el fuego del invierno?
¿a romper el cristal del agua para que beban las crías?

o era verano, quizá, por entonces
y le diste el agua peligrosa de tu cielo

entradora, el aguita, sí
clarita, el agua, bueno
pero detrás de eso vos sabés que un agua así da más sed uno se 

entierra más en el pozo
y más
hasta echarse tierra en el lomo

y ni el ángel constante y poderoso de los molinos de viento 

puede salvarte
no

¿sabías que mi hermano iba a decir sí?

cuando viste el polvito que levantaba el falcon rojo en el 

caminono pensaste dejarlo ir?

aunque sea, señor, porque él era toda belleza, 
a esa edad,
toda alegría 
toda
razón de ser

II-
plantamos un árbol en la casa de la niebla

se doraban al sol los girasoles 
moría otro día
otra noche

el árbol creció, arraigó 
en la penumbra

modelaba con hueso su estatura 

cada pájaro que probó los frutos
caía en somnolencia 
en ausencia de vida

en la radical ceguera de los muertos

III
Epumer el cobrizo, el glorioso,
te prestó la escopeta, y el galgo 
que no temía hundirse en el agua

en la laguna espejeaba, todavía, la luna 

no sabías matar, hasta entonces,
y mataste 
esa mañana 
mataste

dos o tres sirirís, en pleno vuelo

no conociste el arco glorioso del sexo practicado
no viajaste más allá de ese campo y la colonia
no le viste la mueca al diablo 
y su diente de oro

pero aprendiste que la muerte entra en cada 
pequeña
grande carne

que el incendio del cañaveral te tocaría 
taparía las entradas
mustiaría el paraíso y su flor

V
no, mi casa no se derrumbó,
no temblaron los vidrios
ni la araña cayó de la amapola del infierno

todo vino, empezó adentro:
nos tragaba un ojo

éramos o somos
el pan corruptible

por cada hueso hubo una boca
un diente
un hambre distinto

feroz, el ojo eligió
al Imprescindible
al Dulce
al que sigue cantando

somos tan tristes sin él
a veces no hay de qué hablar, ¿sabe?
no hay fuerza para decir las cosas de la vida

pero llega la lluvia, a veces,
que es mansa y hace música en las canaletas

llega la lluvia por el este para ungir la herida
para hacer grandes las flores de carne

de ángel se pone el patio

detrás del ligustro, el Dulce renace
me dice: poné, hermanita, tu mano
en mi corazón

hace el mismo ruido que los caballos
¿viste?
¿no es un milagro?



De: LA ZONA

EL RÍO

vendrá el xanaes
con su lengua de muerta
a cruzarnos el campo

vendrá arrastrando los fetos tibios
de las cloacas distantes
la sal, el malvón
la blonda cabellera artificial de las estatuas
la semilla de caín

en su orilla beberás la lepra
en su orilla habrá un espejo turbio
que revuelva tus gestos
que los deforme hasta ver en ellos
tu real imagen

beberás el caos
el espanto
la verdad

habrás sido arrojado a tu propio infierno



EL TELÉFONO

desde alguna ciudad han llamado los otros
los que por alguna razón están afuera

ignoramos lo que eso signifique

pueden estar, quizá, retozando
de felicidad
-el pulso candoroso-
amando o dejándose amar
por extraños

pueden, también,
estar caminando, aún,
sobre el áspero desierto
de sus alucinaciones

han llamado

y hemos ido, vehementes,
a levantar
el rojo auricular que creíamos muerto

y no hemos entendido nada:

un idioma extranjero
tal vez
la interferencia del viento
entre un balbuceo y otro
una falla mecánica

la lengua que nos hermanaba
ha caído, rota,
como un vaso en el piso
y es inútil reconstruirla

¿qué decían, aquellos?
¿sigan la línea del lago
hacia el Sur?

¿nos pedían esperarlos?
¿o el mensaje era
permanezcan allí
que la zona es infinita
e inusual su infierno,
y triste?



LOS TRENES

un día los viajes cesaron 

a las dos, a las cinco,
los trenes cruzan el pueblo 
vacíos,
fantasmales

su vapor se confunde con la niebla 
que ciega a los caballos
con el humo de neón
de las cafeterías públicas
con el tabaco amargo de los suicidas 
que a esa hora
en grupos
van a mirar los rieles
a oler el perfume del aceite ardido

una noche recordé a la mujer etrusca 
que sacó un pañuelo blanco
por la ventanilla
y me hizo la seña del adiós

así de antigua es la felicidad 
así de inexacta

las máquinas no hallan 
las salidas

su timbre de soledad
nos hace doler el corazón



LOS TELARES

las mujeres se llaman faustine
o amelia

labran el telar

en los buenos tiempos urdieron
en las tramas
niños sudorosos corriendo
tras los rebaños
díscolos ancianos domando la tierra de potrero
segando la hilacha rubia de los trigos

tejieron en ronda
la canción del atardecer
la muerte del albañil
el pelaje suntuoso de la loba

no recordamos cuándo
pero comenzó un día

los dibujos se hicieron frágiles
difusos
como si el vidrio prístino de los ojos
se hubiera ensuciado
como si el paisaje se diluyera
entre los dedos
o fuera
un sueño difícil

cuesta pensar en el vuelo
al ver el pájaro en la trama
cuesta imaginar los sábalos radiantes
si los hilos se cruzan
formando un río

todos los colores tienden
hacia la noche
donde todos los rostros son
idénticos
donde las manos tejen
cosas de las que no se habla



De: OTROS POEMAS

IX

soy
la doméstica de esta vidita
cuando la otra se ausenta, yo
entro a la casa, saco
la basura
la grasa de la vajilla, saco al sol
el colchón con pelos de gato
donde se deshoja el tiempo
de la muerte
me quedo mirando piadosamente
las pelusas contra el sol de la mañana
a veces, también por piedad
acomodo su corazón
pongo en hora el reloj del pasillo
cuando la otra que soy vuelve
pasa un dedo sobre el mueble y dice
que soy buena haciendo eso:
esconder la mugre
perfumar la áspera verdad



(Envío de Valeria Cervero)

Elena Anníbali





Elena Anníbali (1978, Oncativo, Córdoba, Argentina). Estudió Licenciatura en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba.Tiene publicados los libros de poesía Las madres remotas (Editorial Cartografías, 2007) , Tabaco mariposa (Caballo Negro, 2009) y  La casa de la niebla (2015). Integró varias antologías de poesía y narrativa, entre ellas: Cucrito-Antología de poetas argentinos (Editorial Ratona Cartonera, México, 2010); Quince-Antología de poetas mujeres de Córdoba (Editorial Tinta de negros ediciones; 2010); Dora Narra (co-edición Caballo Negro & Recovecos). La Editorial Universitaria de Villa María publicó su relato El tigre, en el marco del Plan Provincial de Lectura.Lleva adelante su blog Che, madamme. 







miércoles, 28 de octubre de 2015

UN HOTEL CON MI NOMBRE
























SEXO

Voy a salir porque lo necesito
Como sea,
pagando el precio que sea.
Todo es doble:
voy en puntas de pie a escribir mi mejor poema
Es la hora de la libertad
cuando espero fervientemente el sexo que nunca llega
¿cuándo me animaré a dar ese paso de arrojarme
a los desconocidos?
Lo vi en las películas y me ilusionaba:
sexo en las fiestas,
en los baños,
sexo con la profesora, etc.
Esto de estar perdida en la noche y buscar la mitad de los días.
Sé que debo esperar un poco más para volver,
todavía pueden pasar cosas alucinantes
(por ejemplo, que sobrevenga acá, en esta avenida,
el amanecer)
El continuo del amor quebrándose
otorga a las cosas aspectos monstruosos
Es como si una orla de humo se dibujase sobre mi vida
Al menos si fuese una geisha o un jardinero...!
Es el momento de la salvación personal
cuando el verano se confunde con el otoño,
y las hojas que caen sobre el asfalto parecen animales sin vida.



MATRIMONIO

Estamos muertos.
Planeamos nuestra vida juntos
y vos decís que cada cuatro meses
tu vida cambia
que se te van los amigos
o vos los dejás.
Donde hablamos 
hay un florero plateado
los pétalos caen sobre la mesita sucia
"No sé", "el bien común"
todo se trata de la luz del ambiente,
ascender,
los muebles de la casa.
Creo que no me conocés
pensás cosas raras de mí 
que me ahogo en un vaso de agua.
Estoy segura de que me querés dejar.
Voy a poner un disco
hay lugares donde la belleza está de verdad:
Por ejemplo, yo
vestida para ir a la fiesta,
o mejor,
yo
eligiendo la ropa.
Sueño con un viaje a la playa.
 A tu lado.
Hoy todos mis pensamientos se forman así:
me veo extendida en el mundo,
y esclava a la vez
como una esposa del Islam.





MGMT

Estoy en la casa de X e Y
escuchando el tema electric feel y bailándolo suavemente
Al resto de los invitados parece no interesarles
esta canción
dije estoy pero en realidad somos dos
los que nos amamos y bailamos
este tema una noche de enero
encerrados en la oficina de los dueños de casa
Dije que lo bailaba suavemente
pero en realidad quise decir que bailo sin entusiasmo
porque es un tema sin intensidad
y eso es lo mejor que tiene,
bah
mientras lo escucho trato de pensar
por qué me gusta tanto
debe ser porque parece melancólico
pero es apocalíptico
¿y el apocalipsis es una efervescencia iridisente?
electric feel, una melancolía que desconozco
Todos saben que el mundo se está acabando
todos siempre lo han sabido
y sin embargo aquí está,
aquí estamos
escribiendo las cosas que queremos hacer
en unos papeles para que
las hagan los otros
y seguir bailando
así,
en un departamento
por orden y gracia de dos chicos newyorquinos
que comparan el amor con la corriente eléctrica
¿y qué saben ellos de electricidad?
Yo no poseo armas para entender la electricidad
Sólo sé que los combustibles fósiles
envuelven el calor del sol
como un papel celofán
y la lluvia ácida tiñe de azul cianótico
ríos y lagos
ríos y lagos
Pero qué importa eso ahora
el apocalipsis es un burbujeo iridiscente
un hormigueo tornasolado
el verdadero misterio es porqué a los otros
no les gusta la misma música
que a mí.
Por qué no caen
fulminados
como por un rayo,
helados sus corazones
como yo
cuando escucho los
sintetizadores de
esta intrascendente canción.




Cecilia Pavón 




Cecilia Pavón nació en Mendoza en 1973; pero está radicada en Buenos Aires.. Es traductora del alemán y del inglés. Publicó ¿Existe el amor a los animales? (Siesta, 2001); Virgen (Belleza y Felicidad, 2001); Un hotel con mi nombre (Del Diego, 2001); Caramelos de anís (Belleza y Felicidad, 2004), Poema robado a Claudio Iglesias (Vox, 2009); 27 poemas con nombres de persona (Triana, 2010), entre otros. Junto a Fernanda Laguna creó la galería de arte Belleza y Felicidad.


IMAGEN: La autora en un intenso momento de meditación sobre el sexo.




lunes, 26 de octubre de 2015

CARAMELOS DE ANÍS


























AVENIDA LIBERTADOR

¿Qué hice? 
ua locura
descubrí mi cuerpo
ante vos.
Vos, que sólo sos potencia y sagacidad.
Mi cuerpo que tenía que seguir oculto
caminando de noche por Avenida Libertador.
Cómo se desató todo?
Tus amigos fumaban y hablaban de libros en la biblioteca
Hablaban de libros como si hablasen de autos.
Yo me sentía arrinconada, 
sola
abandonada a mis propios medios
sólo había hombres en la reunión...
Me metí en tu habitación y apagué las luces
esperé a que vinieras
pensando "es importante estar en tu cama" 
me desnudé.

Soy una tonta, porque las mujeres existen sólo
en su condición de misterio.
(Soy una perra que ama hacer el amor en palliers,
ascensores y baños de restaurants.)



LA PRIMAVERA, EL RENACIMIENTO DE TODAS LAS COSAS

La idea del suicidio me resulta tan extraña y absurda como
la idea de cortarse un brazo, o como la de vaciar mi
placard y regalarle toda mi ropa a los pobres.
Tener colgado en la habitación el disfraz de la muerte, no
ayuda a nadie. Y sin embargo, aun no me decido...
Enfrentarse con la escritura es algo doloroso y
problemático, es muy fácil caer en la confusión de dudar
por qué le escribí ese poemas a él si tendrá el efecto que
deseo, si ese poema lo podrá hacer feliz o si sólo lo dejará
indiferente
pero después, 
cuando las cosas parecen no tener salida ni fin, vienen los
hombres que me buscan.
Cuatro o cinco en una noche, saliendo de la multitud en
ese galpón al que llaman "discoteca",
quieren estar cerca de mí, hablarme, no tienen demasiado
para contar, pero dicen que van a acompañarme hasta la
puerta de mi casa si se los pido , a cualquier hora, cuando 
yo quiero irme. 
Y no se trata de sexo, es pura cortesía.
Su amabilidad es infinita y llega hasta lo más profundo de mi
Ser,
Como la primavera que ya está tocando con su varita
mágica algunos de los árboles de Palermo Sensible.




Cecilia Pavón (Mendoza, Argentina,  1973)





IMAGEN: Desnudo III (1946), fotografía de Grete Stern.




sábado, 24 de octubre de 2015

HOY VI UN CUADRO




Hoy vi un cuadro en una panadería de acá a la vuelta
parecía hecho por una mujer que estaba en su casa y
alguna vez tomó un curso de pintura o quizás
era enfermera y pintaba como hobby.
Era una imagen de un patio colonial
el piso en damero
varias macetas con arbustos
y un aljibe.
La pintura era extremadamente torpe
pero me conmovió porque me reconocí en ella
sentí que mis poemas -este por ejemplo-
eran su el equivalente.
El hecho de que estuviera en una panadería
también me hizo pensar 
que mis poemas eran como galletitas
de canela mal horneadas,
unas galletitas que una mujer
que no sabe nada de cocina
decide hacer un domingo por la tarde
cuando no tiene que ir a trabajar.



NO QUIERO HABLAR CON HUMANOS

No quiero hablar con humanos
quizás la poesía sea la salvación
o quizás simplemente
quiero mantener ordenada la casa
colgar la ropa
lavar las tazas de café
regar las plantas,
sin hablar con humanos.
La poesía es hablar con un gas,
aunque la hayan escrito 
humanos,
aunque la escribió Elizabeth Bishop
cuando hablaba con un volcán.
(En una revista de arte
Vicky Colmegna dice que le gustaría
hablar con los animales.)
A veces como madre me siento como un animal
quiero proteger a mi hijo
aunque nunca sé bien cómo hacerlo
nunca comprendí el instinto maternal
más allá del embelesamiento
con una criatura pura
que crece y a la que se le estiran las piernas.
Cuando hacemos el amor,
a veces,
cuando estamos bien, cuando no peleamos
siento que soy parte de una fuerza sin nombre
que me arrastra
y que me hace entender la belleza de las flores.
No sé si entender es la palabra
supongo que el amor es algo de la gracia
supongo que los animales también deben
sentir esa gracia cuando se aparean.
Pero no sé.
Ahora, voy a pasar otra tarde
pensando en que la poesía es un gas
o una piedra
otra tarde pensando que me gustaría
dormir sobre una piedra
grande y lisa, 
otra tarde en la que me gustaría sonreír
cuando siento que la poesía es un gas
que envuelve el mundo
y yo sólo estoy en mi casa
triste,
colgando la ropa
y lavando las tazas del café.






Cecilia Pavón (Argentina, Mendoza, 1973 -Vive en Buenos Aires)







jueves, 22 de octubre de 2015

CADA DÍA ES ÚNICO AUNQUE PAREZCA IGUAL



LAS REGLAS DE LA POESÍA CONTEMPORÁNEA


Las reglas de la poesía contemporánea 
Me parecen objetivas e impiadosas
Algo que sólo unos pocos pueden dominar
Y yo no estoy entre ellos
Además, las madres somos arrojadas constantemente
A preguntarnos por el sustento
El sustento se consigue en el mundo
A través de la batalla, la dureza y la ambición
Y nuestros hijos son blandos
Son una cueva de carne blanda donde
Las reglas del mundo no tienen sentido ni fin.




Cecilia Pavón (Argentina, Mendoza, 1973 -Vive en Buenos Aires)





Cecilia Pavón, poeta argentina (Mendoza,  1973).  Vive en Buenos Aires, donde se licenció en Letras por la UBA. Traductora de alemán e inglés. Publicó: ¿Existe el amor a los animales? (Editorial Siesta, Buenos Aires, 2001); Virgen (Belleza y felicidad, 2001); Un hotel con mi nombre  (Del Diego, 2001); Pink Punk (Eloísa, 2003); Caramelos de Anís (2004); Discos Gato Gordo (2005); Poema robado a Claudio Iglesia (2009); Swedenborg vs. Kant (La Propia Cartonera, 2010) y Cada día es único aunque parezca igual (2012).







martes, 20 de octubre de 2015

ESTACIÓN DE NOSOTROS


TARDECITAS

te digo que hay cosas que la mirada no sabe
las devela te digo como si las llamara de reojo
por un sendero del parque lo descubro
picotea el pasto el pájaro carpintero y también ahí
en otra parte deshecha con la pala excavadora
un revoltijo de pluma gris y rojo la paloma
dirían algunos que los dioses la han dejado
sombra sin memoria en el orco dirían pero
yo que trabajé con celo la carne para no caer
en la clausura de allá y elegí lo abierto de aquí
esta cerrazón cerca de las cosas como para volar bajo
apenas veo la piel de la belleza en este reflujo de todo
como cuando tus ojos en vos capturan el matiz
el cuerpo fugaz en los trazos y de golpe pareciera 
que toda la pena del mundo le caben
como cuando ves pequeñas tragedias y no se te nota
entonces yo que soy un confidente que no sabe traicionar
te miro hecho un animalito furtivo para llegar en vano
al tacto de lo que ya ni te pertenece de tan tuyo
no llegar nunca  -esto es lo digno-
a lo inapresable de vos y lo desconocido de mí.



RISAS

A veces pienso qué es todo esto que no es más que un puro
                                                                                resabio de cosas
que se pega en la carne con la cortesía sagaz de lo que nos
                                                                                despoja
es así la estrategia de los grandes depredadores invisibles
pero basta con un matiz de tu risa para imaginar el modo
en que sabés las cosas de la manera que se sabe que no hay
                                                                                 sentido
más allá de lo que nuestro deseo quiera y la voluntad resista
tal vez así se construyan los pequeños mundos y las grandes
                                                                                  tragedias
y la diferencia sea el grado de atrevimiento y la cualidad
que albergan los matices de la risa

...en otro lugar alimentan la luz inmóvil del encubrimiento
la sonoridad ahogada en platos dolientes y el gesto apenas
en un sin querer que lo diferencia del movimiento de tu carcajada
ella que a sí misma se colorea sin ayuda ni esperanza
en un lugar que nos hace creer que pertenece al mismo lugar
pero que vos y yo dejamos ver salido apenas de foco
a un infinito disjunto sin distancia ni tiempo
entre cosas que habitan lo más denso nuestro -la carne y los
                                                                                    huesos-
en lo que de más ligero y sutil tiene lo que podamos habitar
allí se afirma ese sonido de la risa tuya con los modos de una
                                                                                    puerta terrible
donde la piedad no cabe sino el querer
en tu escalón más alto.



(envío de Valeria Cervero)

Alberto Boco




Alberto Boco. Nació en la Ciudad de Buenos Aires, en 1949, ciudad donde reside. Obra poética: Arcas o Pequeñas Señales (Buenos Aires, 1986); Galería de Ecos (Bs. As., 1989); Ausentes con Aviso (Bs. As., 1997); Cartas para Beb (Bs. As., 2007) ;  Riachuelo (Bs. As., 2008). Malena (ed. de autor, 2012);  Visitas inoportunas, Bs.As, Ed. el Jardín de las delicias, 2014; y Estación de nosotros, buenosaires poetry, 2014. Mantiene inéditos once libros de poemas concluidos entre 1998 y 2010. Ha sido publicado en numerosas revistas nacionales y del exterior y ha recibido diversas distinciones por su obra.




domingo, 18 de octubre de 2015

MONES CAZÓN

























I

Un viento que llega 


TURQUESA, ORO, SALMÓN

El viaje a Mones Cazón
por la ruta cinco
era tan aburrido
todo igual de plano
y de vacío hasta llegar
a Pehuajó
justo doblando
la curva del acceso.
Hasta entonces
solo una estación de YPF
idéntica a la anterior
en la entrada de cada pueblo.
Papá nos hacía jugar
al veo veo.
Mamá con la mirada
fija en la ruta,
decía no tengo ganas.
Pero cada tanto jugaba igual
y algún color raro
se le ocurría: turquesa,
oro, salmón.
Yo nunca encontraba nada
entre los grises de la ruta
y el tapizado sin gracia del auto.
Nos entreteníamos así,
buscando
lo que no estaba
en ningún lado



LA TÍA EMA

El tapizado impecable
del Fiat familiar color ladrillo
huele a esencias dulzonas
como las rosas
del jardín de la tía Ema.
Hay enjambres
de avispas doradas
que si te tocan te clavan
su aguijón venenoso.
La pollera de la tía Ema
es tan acampanada
que cuando el viento la levanta
se sacuden las rosas,
las ramas, la casa.
Un viento que llega
hasta la ruta
y me golpea en la cara
me despabila y me hace
a mí también
dueña de su jardín.



LA ABUELA JULIA

En la cocina de aquella casa
vos amasás con firmeza
los fideos con albahaca
más ricos del mundo
mientras yo te miro
desde la altura de tu delantal.
Van y vuelven tus manos
sobre la mesada
y se llenan de engrudo las juntas,
los azulejos partidos.
Desde ahí arriba me pedís
que te ayude rápido a limpiar
todo el enchastre
antes de que lleguen
los tíos y el abuelo
así queda todo listo
para nuestra cena juntos,
ustedes y nosotros,
los recién llegados
de la ciudad.



DURAZNOS ENVUELTOS EN CELOFÁN

Salimos con mi hermana
en fila india
por el camino que va
desde la parte de atrás
de la casa
hasta el gallinero
en el fondo del campo.
Un piecito delante del otro
para esquivar los canteros
delineados con piedras
redondas y lisas.
Vamos atentas
a que no nos rocen las ramas
de lija de la higuera
y a no despegar
ni un cachito
el revoque del muro
que igual después
se caerá solo.
Mamá
cuando era chiquita
en otro diciembre
hacía ese recorrido sin temor
a que nada se cayese
para disfrazar la higuera
de árbol navideño
con enormes duraznos
envueltos en celofán.
Los duraznos
emitían una luz
que de tan ámbar
suavizaba cada cosa.
Tan brillante era esa luz
que cegaba
el hueco de los regalos.



II

Los juegos


LA JAULA

Cada vez
que alguien va
de la pieza al comedor la jaula baila.
No es un baile 
de verdad
es Pedro
que se zarandea 
extendiendo las alas
en la casa de la abuela. 
Pedro brilla más
que ese peluche verde 
que siempre pido
y nunca me compran. 
Si nadie pasa
se queda quieto 
jugando a las estatuas 
con él mismo.
Pero cuando al fin 
alguien viene
Pedro se estremece 
y despliega las alas 
como el hombre ave 
de los dibujitos.
La jaula se agita,
se pone toda verde.
Pedro echa
la cabeza hacia atrás y grita al cielo:
¡Vení, Julia!
¡Julia!
Su voz no es
la voz de un pájaro.



III

Las hojas de la parra
                                                       Era la rama con la luz.
                                                                         Arnaldo Calveyra

FILTRAR LA LUZ

Otra vez un viento
entre las hojas de la parra.
Pero ya nada se derrama ni se cae.
Mamá se ríe ahora
sin preocupaciones
sentada en el sillón
de hierro del patio.
Sonríe con mi hermana a upa
mientras se acomoda el pañuelo
que la protege del sol.
Un sol que pega fuerte
en el verano de la tarde
y atraviesa las hojas.
Es una escena que reaparece
en las mejores tardes de verano
cuando estoy al reparo de algún verde
y las hojas se mueven levemente
y al moverse dejan
filtrar la luz.



(envío de Valeria Cervero)

Daniela Camozzi





Daniela Camozzi, nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, en 1969. Como poeta, publicó: La felicidad ajena (Huesos de Jibia, 2008) y Mones Cazón (Ediciones del Dock, 2015). Como traductora, publicó: Canción de cuna y otros poemas,   selección de textos de Joseph Brodsky (Huesos de Jibia, 2009, junto con Walter Cassara), y Donde sea que vaya y otros poemas, textos de Muriel Rukeyser que seleccionó y antologó  (Viajero Insomne, 2015). Sus poemas y traducciones aparecen en distintos sitios de Internet, revistas y en diversas antologías, como Buenos Aires respira poesía (2013). Dicta talleres de poesía y de traducción poética. Investiga y escribe sobre la traducción de poesía.