qué es el viento que me hunde y me salva, quién me hunde y me salva, quién sopla adentro de mi carne en llamas, quién soy yo escondida adentro de los otros, y los otros en mí callados en la lengua, quién habla, cómo, dónde, en el rumor que crece inteligible como un animal rabioso o moribundo, quién es esa que abre los ojos para apagar la luz del mundo, cuándo tendrá nombre, una casa donde guardar los brazos, las plumas impares de sus alas, la escama de su piel, sirena ahogada entre tantas preguntas.
GRILLO
a Claudio Barrientos
pero ¿canta o triza el silencio
de la noche sin tormenta?
El grillo se escucha
y la luna se mira.
Yo no supe nunca
escuchar luna
ni ver ojo de grillo
titilando.
Dicen que los grillos
se frotan sus patitas
sus patitas solos
como el buey
que solo
se lame.
Yo también me lamí sola
varias veces:
cuando me deshabitó el amor
y se hizo débil y poco,
un desahuciado,
una bruma
detrás de los espejos.
El grillo canta o se toca o llora.
También yo me tocaba
cuando las sombras
del mundo no rozaban
las frutas verdes
de la soledad.
Y te amaba cuando el río
invertía su camino
y la lluvia buscaba el sol
bajo la tierra.
Todo esto lo sé ahora
mientras el grillo canta
o se toca o llora
y nadie me pregunta
ni tu voz me germina.
Como el grillo que canta
cantaba yo el dolor
desde mi cuerpo
y mis manos o sus patas
ardían la tersura
vestidos como estábamos
con bermudas y remeras
escote en ve.
Me hundía las raíces en el viento
y me volaba en las sílabas
nacidas de tu boca,
la perturbada lengua
de los niños
que aún no saben hablar
según sus padres.
Luciana Mellado (Buenos Aires, 1975 -Vive en Comodoro Rivadavia -Chubut- desde su infancia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario