La joven que ahoga niños suele narrar su historia infinidad de veces
Se tratarán de transmitir solamente los ecos del dolor.
La muchacha de la plaza en ocasiones interrumpe su discurso y pregunta: "¿saben algo del dolor?" Luego continúa hablando sin esperar ninguna respuesta. La joven del traje exótico no querrá que le hable de la ventana ni del muro de adobe que la sostenía. Tampoco de los rieles oxidados ni del estático vagón de ferrocarril. Ella quizá sólo desea saber si cuando los hombres le gritaban que se trataba de la primera joven desnuda con vida que veían, estaban poniendo en práctica algún método de seducción. Yo no puedo saberlo, con estos testículos de viejo camello colgándome todo el tiempo, menos aún con el recuerdo de mi madre, que cada vez que aparece me provoca una erección casi dolorosa. Además, cómo podría yo tener la respuesta si apenas conozco las costumbres de estos poblados.
Los mejores pájaros son los que se quedan mudos
Quienes se detienen a observar lo que sucede en las plazas públicas suelen llevarse más de una sorpresa. Una joven en una fuente y unos hombres obesos convertidos en pájaros de fuego.
Es cada vez mayor la distancia que recorro con la vista cuando miro desde esta ventana. Al principio sólo puedo ver las líneas del tren. Dos, paralelas, ocultas por la herrumbre. Sólo después de unos días soy capaz de observar las ruedas completas del ferrocarril. Cuando me atrevo a admirar el vagón entero suelo dejar nuevamente de percibir la realidad. En esos momentos debo recordar viejas técnicas. Recurrir a mi pasado reciente, por decirlo de alguna manera. Actualizar ciertas enseñanzas aprendidas en la escuela como pararme de tal modo, poner los brazos en cruz y realizar una breve genuflexión. Respirar luego tres veces seguidas, haciendo mucho ruido, y de inmediato contener la respiración hasta sentirme morir. Este método suele ser efectivo. Me consta. En más de una oportunidad lo he utilizado con sorprendentes resultados. Por ejemplo, cuando debo golpear al niño que tengo asignado para ahogar en la fuente a la hora de mayor afluencia de público. O cuando río al ver a unos hombres obesos pegarse plumas de pájaro en el cuerpo. Es por eso que después de aguantar el aire lo más que se pueda, casi siempre logro ver nuevamente la luz.
(Fragmentos)
Mario Bellatin
Hijo de padres peruanos, Bellatin vivió en Perú, donde estudió Teología durante dos años en el seminario Santo Toribio de Mogrovejo y, después, Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. En 1987 viajó a Cuba becado para estudiar guión cinematográfico en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Sus primeras novelas las publicó en Perú. A su regreso a México fue director del Área de Literatura y Humanidades de la Universidad del Claustro de Sor Juana y miembro del Sistema Nacional de Creadores de México de 1999 a 2005. Actualmente es director de la Escuela Dinámica de Escritores en la Ciudad de México. La escuela propone un metódo de preparación literaria alternativo a los espacios académicos y a los talleres literarios tradicionales. La primera regla de la Escuela Dinámica de Escritores es no escribir para la escuela, sino escribir para crear. Los métodos aplicados por Bellatin enfatizan la relación que guardan entre sí las distintas formas de arte, señalando el origen común de todas ellas. Para Bellatin toda obra de arte debe poseer una retórica propia que permita alejarla de su autor con facilidad. Su preparación académica fue una influencia decisiva para el desarrollo de su escritura. Su experiencia cinematográfica le llevó a concluir que la realidad puede estar encapsulada en un fragmento de tiempo pequeño y sin embargo ser capaz de provocar sensaciones importantes en el espectador. De ahí se desprende el caracter fragmentario de su escritura, que sólo ofrece los datos precisos de la realidad que compone en sus novelas. Su obra, de gran difusión, ha sido traducida al inglés, alemán y francés. Mario Bellatin es considerado uno de los escritores contemporáneos latinoamericanos experimentales, en cuyas novelas se plantea un juego lúdico entre realidad y ficción, matizado con protocolos apócrifos, crónicas, biografías o documentos científicos, provocando así situaciones inverosímiles e incluso graciosas. Su obra no contiene referencias biográficas, pues el autor cree que el texto debe sostenerse por sí mismo y que la literatura se desarrolla de mejor manera con la menor intervención posible de parte del autor.
Obras: Mujeres de sal (Editorial Lluvia - Lima, 1986), Efecto invernadero (Jaime Campodónico Editor - Lima, 1992), Canon perpetuo (Jaime Campodónico Editor - Lima, 1993), Salón de belleza (Jaime Campodónico Editor - Lima, 1994; Tusquets Editores - México DF, 1999), Damas chinas (Ediciones El Santo Oficio - Lima, 1995; Anagrama 2006), Tres novelas (Ediciones El Santo Oficio - Lima, 1995), Poeta ciego (Tusquets Editores - México DF, 1998), El jardín de la señora Murakami (Tusquets Editores - México DF, 2000), Flores (Matadero-Lom - Santiago de Chile, 2000; Anagrama 2004), Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción (Editorial Sudamericana - Barcelona, 2001), La escuela del dolor humano de Sechuán (Tusquets Editores - México DF, 2001), Jacobo el mutante (Aguilar/Alfaguara, 2002), Perros héroes (Alfaguara, 2003), Obra reunida (Alfaguara, 2005) , Lecciones para una liebre muerta (Anagrama, 2005), Underwood portátil modelo 1915 (Sarita Cartonera - Lima, 2005), La jornada de la mona y el paciente (Almadía, 2006), Pájaro transparente (Mansalva, 2006), El gran vidrio (Anagrama, 2007), Condición de las flores (Entropía, 2008) y Los fantasmas del masajista (Eterna Cadencia, 2009).