Toda la tarde las sombras han estado construyendo
Una ciudad propia dentro de las calles,
Corrigiendo con cuidado las perspectivas
Con diagonales oscuras, y reduciendo
Veredas a plataformas, franjas de luminosas
Escalerillas, como si fuera un barco
Esta contra-ciudad. Pero los inclinados, negros
Encabalgamientos como escaleras para asalto
Trepan a las fachadas y las atan a la tierra,
Confunden salidas para incendio que ya están enredadas
En vapuleadas ambigüedades. Tocas
Las movedizas formas para saber cuál sitio es cuál
y te tiznas un dedo con ceniza del tiempo
Que sopla a través de ambas, la sombra en la penumbra
Y en la luz, que recorre los caminos
Para agujerar las paredes, elevarse por patio y escalera
Y deslustrar el pináculo azteca del Chrysler.
Charles Tomlinson
(Traducción de Laura Wittner)
Charles Tomlinson, poeta británico, nacido en Stoke-on-Trent, Inglaterra, en 1927. Su vida y su poesía, sin embargo, lo alejarían de allí por diversos motivos. En un principio partió de su pueblo para estudiar, para trabajar, para viajar. Poco a poco comprendió que Inglaterra y la década del 50 eran el momento y el lugar equivocados para la clase de poesía que le interesaba. “Un heredero de Moore, Crane, Stevens, debe haber parecido un pez extraño en aguas inglesas”, escribió más tarde.Cursó estudios en las universidades de Cambridge y Londres. Desde 1956 enseña literatura inglesa en la Universidad de Bristol. Ni romanticismo ni simbolismo, el panorama de la literatura de su país en esa época no le ofreció una corriente donde insertarse. De modo que Tomlinson buscó; siguió de largo: tan frente a él surgieron las cosas, “lo otro», que por un momento debe haber pensado que había quedado a solas con el mundo. Y le gustó. Le pareció que el mundo era bastante más interesante que él mismo, y se dispuso a recibirlo desde cuanta perspectiva fuera posible; a descifrar las in trincadas relaciones entre sus partes. A aceptar, en palabras del crítico irlandés Denis Donoghue, “lo que el día ofrezca. Que las cosas estén en el poema porque son verdaderas —estaban allí en ese momento”. En su búsqueda cruzó el océano y llegó a América, donde encontró tanto compañía como inspiración. Así como el reconocimiento que sus compatriotas aún le retaceaban, observándolo de reojo y con cierta desconfianza. El segundo libro de Tomlinson, Seeing Is Beliving, fue publicado en Nueva York en 1958, durante su primer viaje a Estados Unidos. A esta visita le siguieron muchas otras, en las que entabló relación con, entre otros, Marianne Moore y William Carlos Williams, y desarrolló una gran amistad con poetas como Robert Creeley, Louis Zukofsky y George Oppen. Pero a pesar de su identificación con el modernismo estadounidense, Tomlinson nunca dejó de recalcar que, si bien éste constituyó una gran influencia, las verdaderas raíces de su poesía fueron Words worth, Ruskin y Coleridge, y que en todos sus poemas puede detectarse la presencia de un sentido local. Aún en los que describen paisajes lejanos o hablan de temas exóticos, se oyen de fondo las campanas y los gallos de Gloucestershire, donde el poeta reside desde hace décadas. Charles Tomlinson publicó, hasta el momento, catorce volúmenes de poesía, entre los que se destacan El collar (1955, edición revisada en 1966), Ver es creer (1958), Un paisaje poblado (1963), Escenas americanas (1966), Los matachines (1968) y Palabras e imágenes (1972). Ha escrito algunas obras en colaboración con otros poetas, entre las que destaca Renga (1971), en colaboración con Octavio Paz, Jacques Roubaud y Edoardo Sanguinetti y Jacques Roubaud, diversos trabajos de traducción (Vallejo, Machado, Ungaretti, Tyutchev), la edición de los Selected Poems de W.C. Williams para New Directions y el difundido Oxford Book of Verse in English Transiation.
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