Cuanto más vieja me pongo, más me siento
casi hermosa- no mi cara, una cara común,
puritana, sino mi cuerpo. Y tendré
cincuenta, pronto, mi cuerpo
se marchita, huesudo, y me gusta su
rugosidad plateada, la piel que se afina,
la superficie de un lago rizada por el viento, un espectro
arrugado, un pliegue de humo. Sin embargo
cuando miro hacia abajo puedo ver, a veces,
cosas que, si las viera una mujer joven, la harían
gritar como en una película de terror,
quedo convertida en bruja en un instante -si me inclino
lo suficiente, puedo ver la piel fina
de mi estómago frunciéndose
y colgando en pequeños picos, como yeso fresco.
Y sin embargo puedo imaginarme a los ochenta, hecha
enteramente, por fuera, de eso,
y haciendo el amor con la misma dignidad
animal, el túnel todavía igual
al interior de una bráctea color frambuesa.
De pronto me veo joven a mi misma
al lado de esa octogenaria, me veo
como su hija, mi carne suelta y drapeada
muestra los ángulos largos de estos extraños
huesos como las manijas de utensilios de cocina hechos
[en el cielo.
Cuando era más joven, me veía a mí misma,
a veces, como el tosco dibujo de una hembra-
los pechos, el destello de las caderas de los años 40-
pero este grisáceo ser abollado es confortable como
una vieja prenda favorita, es casi
amable, ahora, para mi. Por supuesto, es
el amor de él el que estoy viendo, el trabajo de su pulgar
sobre este centavo de la suerte -cinco veces
cinco años en su bolsillo. Quizás
aún si me muriera, él no me vería fea.
A veces, ahora, bailo
como humo chato sobre una chimenea.
A veces, ahora, creo que vivo
en el lugar donde se hace la bebida solemne, salvaje
de acabar, no estoy todo el día acabando,
pero vivo todo el día en el lugar donde eso se hace.
Sharon Olds (San Francisco, California, E.E.U.U., 1942)
(Traducción: Inés Garland e Ignacio Di Tullio)
THE OLDER
The older I get, the more I feel
almost beautiful-not my face, plain
purilan faee, but my body. And I will be
fifty, soon, my body getting
wilhery and serawny, and I like its silvery
witheriness, the skin thinning,
surface of a lake orumped by wind, ruehed
Wraith, a wrinkle of smoke. Yet when
I look down, I can see, sometimes,
things that if a young Woman saw she would
seream, as if at a horror movie,
turned to Crone in an instant-ifI lean
far enough forward, I can see the fine
birth skin of my stomach pueker
and hang, in tiny peaks, like Wet stucco.
And yet I can imagine being eighty, made
entirely, on the outside, of that,
and making love with the same animal
dignity, the tunnel remaining
the inside of a raspberry braet.
Suddenly, I look young to myself
next to that eighty-year-old, I look
like her child, my flesh in its loosening drape
showing the long angles of these strange
bones like cooking-utensil handles in heaven.
When I'was youngen I looked, to myself,
sometimes, like a Crude drawing of a female
the breasts, the l940s flare of the hips_
but this greyish, dented being is Cozy as
a favorite piece of clothing, she is almost
lovable, now, to me. Of course, it is
his love I am seeing, the working of his thun
over this lucky nickel-five limes
five years in his pocket. Maybe
even ifI died, I would not look ugly
to him. Sometimes, now, I dance
like shirred smoke above a chimney.
Sometimes, now, I think I live
in the place Where the solemn, wild drinking
of coming is done, I am not all day coming
but all day living in that place where it is done.
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