POESÍA NARRATIVA
Ayer en el supermercado oí sin querer a un hombre y una mujer que hablaban de la poseía narrativa. Ella decía:
«Quizá todos los así llamados poemas narrativos sean sencillamente irónicos, sus acontecimientos solo señalarían que estamos tan empobrecidos que, como utopistas desesperanzados, vivimos para la conclusión. Muestran que nuestras vidas las han anulado las necesidades, especialmente por la necesidad de continuar. He llegado a creer que lo narrativo nace del odio a uno mismo».
Él dijo: «Lo que me preocupa es la narrativa que no proporciona un marco coherente para medir una transición espacial o temporal, la narrativa en la que el héroe viaja, creyendo que avanza, cuando en realidad está quieto.
Se convierte en el único conector, la encarnación de la narrativa, su terrible engaño, la pesadilla de su propia irrealidad».
Quise recordarles que el poema narrativo ocupa el lugar de una narración ausente, siempre absorbiendo la ausencia de esta para poder ser nombrada, a la vez que abandona continuamente su propia presencia a las sobrecogedoras soledades del olvido. La narración ausente es en la que, quería decirles, nuestro destino está escrito. Pero se habían ido antes de que pudiera hablar.
Cuando llegué a casa mi hermana me esperaba sentada en la sala de estar. Le dije: «¿Sabes lo que te djgo, hermana?
Se me acaba de ocurrir que algunos poemas narrativos se mueven ten deprisa que no puedes seguirles el paso y tienes que imaginar cómo continúan. Son lo más parecido a la vida y lo menos real».
«Sí —dijo mi hermana—, pero ¿te has dado cuenta de que algunos poemas narrativos se mueven tan despacio que continuamente saltamos más allá de ellos y nos imaginamos cómo podrían ser? ¿Te has dado cuenta de que son los que con más frecuencia se escriben cuando eres joven?».
Después recordé el verano en Roma, cuando me persuadí de que las narraciones en las que la memoria desempeña su papel son autodestructivas. Hacía calor y me di cuenta de que la memoria es una conmemoración de acontecimientos que no se sostendrían en el presente, por eso la memoria siempre está teñida de piedad y su música es siempre un canto fúnebre.
Entonces sonó el teléfono. Era mi madre que llamaba para preguntarme qué hacía. Le dije que trabajaba en una antinarrativa, la que se niega a comenzar porque comenzar carece de sentido en un universo infinito y se niega a concluir por la misma razón. Todo ello es el intervalo suprimido, una conjunción inacabable e inexpresable: «Mamá —le dije—, es como esa narración que se niega a enmascarar la quietud universal y esencial de manera que limita sus observaciones a lo que nunca ocurre».
Entonces mi madre dijo: «Tu padre solía hablarme de la poesía narrativa. Decía que era una mujer que llevaba flores y vestía de fiesta. Su pelirrojo cabello le caía con delicadeza sobre los hombros. Decía que la poesía narrativa solía ocurrir en primavera e incluía un hombre. La mujer se acercaba a su casa, saludaba con la mano al hombre y dejaba caer las flores. Esto —seguía diciendo mi madre— parecía una señal de la falta de concreción de la poesía narrativa. Dondequiera que estuviera, la mujer sembraba las semillas del desinterés».
«Mamá —me atreví a decir—, lo que llamamos narración es sencillamente sumisión a las insoportables demandas del predicado sobre el futuro; favorece la continuidad, florece en otro predicado. ¡Vaya si las nociones de cierre no descansan sobre nuestros deseos de un predicado estéril!».
«Tienes toda la razón —dijo mi madre—, no hay otra forma de entenderlo». Y colgo.
del libro: "La vida continua"(1990). Ed. Visor, 2016
Mark Strand (Summerside, Isla del Príncipe Eduardo, Canadá 1934 - Nueva York, E.E.U.U., 2014)
(Traducción de Dámaso López García)
Yesterday at the supermarket I overheard a man and a woman discussing narrative poetry. She said: “Perhaps all so-called narrative poems are merely ironic-, their events only pointing out how impoverished we are, how, like hopeless Utopians, we live for the end. They show that our lives are invalidated by our needs, especially the need to continue. Ive come to believe that narrative is born out of self-hatred. ”
He said: “What concerns me is the narrative that provides no coherent framework for measuring temporal or spatial passage, the narrative in which the hero travels, believing he goes forward when in fact he stands still.
He becomes the single connective, the embodiment of narrative, its terrible delusion, the nightmare of its own unreality. ”
I wanted to remind them that the narrative poem takes the place of an absent narrative and is always absorbing the others absence so it can be named, and, at the same time, relinquishing its own presence to the awful solitudes of forge fulness. The absent narrative is the one, I wanted to say, in which our fate is written. But they had gone before I could speak.
When I got home my sister was sitting in the living room, waiting for me. I said to her: “You know, Sis, it just occurred to me that some narrative poems move so quickly
they cannot be kept up with, and their progress must be imagined. They are the most lifelike and least real. ”
“Yes, ’’said my sister, “but has it occurred to you that some narrative poems move so slowly we are constantly leaping ahead of them, imagining what they might be? And has it occurred to you that these are written most often in youth?”
Later I remembered the summer in Rome when I became convinced that narratives in which memory plays a part are self-defeating. It was hot, and I realized that memory is a memorial to events that could not sustain themselves into the present, which is why memory is tinged with pity and its music is always a dirge.
Then the phone rang. It was my mother calling to ask what I was doing. I told her I was working on a negative narrative, one that refuses to begin because beginning is meaningless in an infinite universe, and refuses to end for the same reason. It is all a suppressed middle, an unutterable and inexhaustible conjunction. “And, Mom, ”
I said, “it is like the narrative that refuses to mask the essential and universal stillness, and so confines its remarks to what never happens. ”
Then my mother said: “Your Dad used to talk to me about narrative poetry. He said it was a woman in a long gown who carried flowers. Her hair was red and fell lightly over her shoulders. He said narrative poetry happened usually in spring and involved a man. The woman would approach her house, wave to the man, and drop her flowers. This, ” Mom continued, “seemed a sign of narrative poetry’s pointlessness. Wherever the woman was, she sowed seeds of disinterest. ”
Mom, I ventured, “what we call narrative is simply submission to the predicates insufferable claims on the future; it furthers continuance, blooms into another predicate. Don’t you think that notions of closure rest on our longing for a barren predicate!”
You re absolutely right, ’’said my mother, “there’s no other way to think of it. ” And she hung up.
PUEDEN leer la biografía y mas poemas en entradas anteriores del autor (N.del A.).