Echarse al abandono
Mientras pululan los castaños. Lenguas y leguas
y cien bocas que cantan esta poesía silvestre.
Los eucaliptus se levantan hasta el borde de la luz
y nuestros pies se hunden en la tierra arenosa.
Los cálidos recuerdos ya son botín de los pájaros.
Entre luces y sombras el árbol fructifica dos veces.
Aun en las tierras difíciles en las que abundan las piedras
y los matorrales duros y los graznidos del cuervo.
Una tierra negra y grasosa respira en la costra venidera.
Dios nos hizo para sentirse menos solo y ahora nos voltea
con su reja. Entremos por fin en la noche junto al fuego.
Descansemos en la sombra más larga y más serena.
Cerca se muele ajo y tomillo
Las cigarras roncas hacen resonar el huerto.
Niño hermoso, no confíes tanto en tu color.
Con tus canastas repletas de huevos y lirios
y flores de oloroso hinojo bajo un sol
declinante que hace crecer tu sombra.
Te consume el amor como una gripe.
Desentendida de lo que llevan tus manos
tu cabeza ardiente se pregunta si el amor
tiene algún límite.
La edad se lleva todo, incluso la memoria
Acostumbraba enterrar largos soles cantando. Tantas
poesías están ya olvidadas. No cantamos a los sordos:
el humedal todo nos responde. Nos dejamos ganar
por el amor. Feliz quien ha podido conocer las causas
de las cosas y ha pisado miedos. Aunque sea sin gloria
que ame yo la laguna y los patos y la luz en la resaca
y su baba melancólica perdida. Cantaba tejiendo una
canasta con ramitas de malva a la rana en el barro
a la hormiga que sube por los tallos al ganso que ha
graznado. Levantémonos ahora. La brisa del pasado
puede ser dañina.
(del libro "Carne sola",
Barnacle, 2024
Envío de Alberto Cisnero)
Diego Colomba (San Nicolás, Santa Fe, 1972)
Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores del autor,
No hay comentarios:
Publicar un comentario