lunes, 14 de octubre de 2024

LA LOCURA ES UN BIEN DE FAMILIA (II)


Fragmentos


Durante sus últimos meses de vida acompañé a papá desde casa escuchando exclusivamente jazz. Con su muerte dejé de escuchar música. Recién hoy, dos años después, pongo un disco: Schubert y Schumann por Martha y Mischa. Desde el primer acorde, misteriosamente todo se transforma en un homenaje a mamá. Veo la imagen de ellos viejitos escuchando música en la sala, reclinados en el sofá con los ojos cerrados, papá gesticulando con los brazos, mamá meciendo el cuerpo con los movimientos del piano, la pianista. Eran sesiones largas que abarcaban obras completas. Se turnaban para elegir compositor, director, orquesta, solista, comparaban versiones, de pronto decidían cambiar de estilo. No tenían prejuicios. De los inuit a Debussy y los tambores africanos, del gamelán a Bartók y Brahms, de Fricsay y Shankar al canto de las ballenas.



Los sábados a la tarde, después de dar clase en el conservatorio, compartíamos nuestro momento de la semana: papá me cocinaba y de postre me llevaba de la mano al living, ponía un disco y se recostaba en el sillón al lado mío. Cerrá los ojos. Me guiaba por la melodía de los solos y las partes orquestales, las apariciones de los vientos, las cuerdas y la percusión, anticipaba las pausas con un dedo en alto, firme. La afinación es esencial. Y el manejo del tempo. Me enseñaba a distinguir los timbres y los colores de las voces, los contrapuntos, las alturas e intensidades del sonido. ¿Escuchás la espacialidad? Ahora. Prestá atención. Es como sumergirse en las profundidades del océano, donde viven las ballenas. Me decía: el secreto está en el oído, adentro del oído.



Durante los diez meses de noviazgo, aparte de los fines de semana juntos, mantuvieron una correspondencia frecuente en la que él le manifestaba el desasosiego de perseguir el sentido total de la música y no conseguir abarcarlo. Las cartas que encontré cuando vacié la casa familiar son dramáticas. El repite sin cesar, incluso a veces las subraya, las palabras tormento, desesperación, agobio y ella, a vuelta de correo, intenta consolarlo. Yo veía su pasión, me dijo una vez, su pasión por la música y también su soledad. Nunca había visto una pasión tan grande. Creo que es eso lo que me atrajo de él. Pensé que podía ayudarlo. O al menos, acompañarlo. Así fue. En 1964 él se mudó a París y se hospedó en el Pabellón Argentino de la Ciudad Universitaria, dos pisos más abajo de la habitación que ella compartía con una arpista rusa. Fascinado por el espectro de posibilidades que se abría ante sus ojos y gracias a una nueva beca, abandonó la carrera de director de orquesta y comenzó a colaborar con Pierre Schaeffer, creador de la música concreta, la primera escuela electroacústica, sumándose al Groupe de Recherches Musicales. Estaba entusiasmado. Música experimental. Un nuevo lenguaje. No hablaba de otra cosa. Ella progresaba en sus estudios de piano pero el dinero no le alcanzaba, necesitaba trabajo. Preguntando, él se enteró de que en el GRM buscaban un editor de sonido. Ella no sabía nada del tema, pero aprendió el oficio en menos de una semana. Él tomaba muestras con un grabador portátil de cinta abierta dentro y fuera del estudio y ella las editaba cortando y pegando: en línea vertical, interrupción; en diagonal, fundido de entrada o salida; fragmentos superpuestos; volumen; planos; efectos. Descubrieron el ruidismo, el atonalismo, el dodecafonismo, el expresionismo radical de Schónberg, Pierrot Lunaire, y a Antón Webern, adorado por él hasta el final.
 
(Del libro homónimo;
Random house, 2023)
Bárbara Belloc




Bárbara Belloc nació en Buenos Aires en 1968. Es poeta, editora y traductora literaria. Publicó nueve libros de poesía —entre ellos El sonido (2023) y Canódromo (2015)— y el ensayo Tribus porteñas. Conejillos de Indias y blancos ratones: un breviario de zoología urbana (1998). Dirige, junto con Teresa Arijón, la colección Nomadismos (ensayo y pensamiento de artistas iberoamericanos), con sede en Buenos Aires, Río de Janeiro y Cuenca. Es coeditora del proyecto pato-en-la-cara: una serie de catorce títulos escogidos que abarcan traducciones originales del portugués y del griego clásico, tragedia antigua y contemporánea, poesía y diario de artista. Realizó numerosas colaboraciones con escritores, artistas visuales y músicos argentinos y extranjeros. Sus poemas fueron traducidos y reunidos en antologías de Argentina, Chile, Colombia, México, Italia, Alemania, Eslovenia, Estados Unidos, Canadá y China.

Pueden LEER más poemas en entradas anteriores de la autora.








 

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