viernes, 18 de octubre de 2024

UN MILLÓN DE VERANOS (II)


(De "Os" (2008)

LA VIDA NUEVA

Sólo quien no vive en el tiempo, 
y vive en el presente, es feliz.
Ludwig Wittgenstein
Si fuera hombre usaría
la navaja de mi abuelo para afeitarme —
rozaría lentamente el hueco del mentón,
trazaría los ángulos del rostro con precisión de esteta.
Ha de ser un magnífico ejercicio de conciencia y de pulso 
mirarse cada día al espejo, 
navaja en mano.



Una tormenta cuya inminencia asoma 
en el menor detalle.
El hombre cree desaparecer
como dicen le ocurriera al pintor Wu Daozi
en la bruma del paisaje que acababa de pintar
un paisaje cargado de tinta espesa
como si sobre él avanzara
la furia de una especie que, letárgica,
despertara de golpe desde su oscuro limbo
para darse a la luz.



(de: "Poemas de Borneo"-2018)

SELVA SIN LUNA

1.

Los chinos dicen que la luna no entra en la selva, 
que la jungla es sin luna hasta que promedia el mes.
La noche oscura envuelve el aire caliente — roza y quiebra las ramas. 
Ausente el cielo por ausencia de la luna.
¿Dónde estará el poeta que escribía mientras cocinaba?
Dios te ha dado ya cincuenta años en este mundo.
¿No es privilegio suficiente?
¿Haber compartido el sol y la sal, 
el verano, el veneno?
¿Todas las lluvias?
¿Esta selva?


2.

En la selva de Borneo no hay luna. No la veré.
No la veremos. Ella vendrá cuando nos hayamos ido.
Pero ¿quiénes somos? ¿qué?
La lluvia traza su rastro en los senderos
siempre húmedos, tapados de hojas blandas que se pudren —
curvas, planas, perfectas.
Nosotras ¿quiénes somos? ¿qué?
Un parpadeo en la noche de un dios.
Un animal que corre entre la bruma.
El canto de los otros, que desconocemos.
El silencio después: 
cruce de espadas. 
Todo se queda aquí. 
Todo respira.



POEMAS DE JAPÓN (2018)

HAGAKI

Escribir postales en las hojas del cerezo que protege el salón del trono,
a la izquierda del palacio imperial. Los pétalos del sakura
como copos de nieve caen, flotan, fluctúan, navegan, cruzan mundos,
emisarios del cielo y de la tierra
entre la rama y el aire
rozan las pequeñas piedras del camino,
acompañan el agua del río
que fluye constante, atrapado en un canal.
Dos más dos más dos más dos: al infinito.
Así. En la caligrafía que podría trazar un pincel 
—o un maestro— de Nara. En el delicado rodar 
de una bicicleta sobre la arena.
Así. Dos más dos más dos más dos 
vamos trazando sonidos como letras.
Recorremos el mundo, que es ancho pero no ajeno, 
con la frescura espontánea, la inocente juventud 
del primer verano.

(Del libro "Un millón de
veranos", Miño y Dávila Edit.
2023)
Teresa Arijón (Buenos Aires, Argentina)


Pueden LEER biografía y más poemas en entradas anteriores de la autora.



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