domingo, 31 de octubre de 2021

LA CARNE DE LOS ÁNGELES (II)


 








Alma que se traduce
en algo que la mente
ya no tiene derecho de conocer
y santificar,
alma impropia,
alma que no da perfume,
alma que ya no alcanza el éxtasis,
alma que tan sólo deviene ola,
una pequeñísima ola
frente a un mar entero en la borrasca.
 
 
(de: La carne de los ángeles,
Vaso roto, 2009)
 Alda Merini (Milán, Italia, 1931-2009)
(Traducción: Jeannette L. Clariond)
 
 
 
 
Anima che sì traduce
in qualcosa che la mente
non ha più il diritto di conoscere
e di santificare,
anima impropria,
anima che non dà profumo,
anima che non ha più estasi,
anima che diventa soltanto un'onda,
una piccolissima onda
di fronte a un mare intero in burrasca.
 


IMAGEN:  "Símbolos", fotografía de Annemarie Heinrich.



viernes, 29 de octubre de 2021

LA CARNE DE LOS ÁNGELES (I)


 








Se dice que la creación del Paraíso es la
fábula de un amor ignoto que de pronto desata
sus alas desde la corteza terrestre y que, al enfri­arse
la tierra, más allá de las creencias bíblicas,
nacen los primeros vuelos de los ángeles.
 
(de: La carne de los ángeles,
Vaso roto, 2009)
 
 
Alda Merini (Milán, Italia, 1931-2009)
(Traducción: Jeannette L. Clariond)
 
 
 
 
 
Si dice che la creazione del Paradiso fosse la
favola di un ignoto amore che a un certo punto
sprigionò le ali dalla crosta terrestre, e così,
raffreddandosi la terra, comparvero, al di là delle
credenze bibliche, iprimi voli degli angeli.
 


IMAGEN: Puesta de sol sobre un lago, pintura de William Turner.



miércoles, 27 de octubre de 2021

LA INVENCIÓN OCASIONAL










(Tomado de RadarLibros, 1-3-2020, a su vez extractos de las columnas semanales recogidos por la autora en “La invención ocasional” editados por Lumen)
 
LA PRIMERA VEZ


Hace un tiempo planeé contar mis primeras veces. Hice una lista de unas cuantas: la primera vez que vi el mar, la primera vez que viajé en avión, la primera vez que me emborraché, la primera vez que me enamoré, la primera vez que hice el amor. Fue un ejercicio tan arduo como inútil. ¿Cómo podía ser de otro modo? Consideramos las primeras veces con excesiva indulgencia. Por su naturaleza, se basan en la inexperiencia, y enseguida fueron engullidas por todas las veces que vinieron después, no tuvieron tiempo de asumir una forma autónoma. Sin embargo, las evocamos con simpatía, con añoranza, atribuyéndoles la fuerza de lo irrepetible. Debido a esta incongruencia en su constitución, mi proyecto empezó a hacer aguas de inmediato y naufragó definitivamente solo cuando traté de contar con veracidad mi primer amor. En este caso específico, hice un gran esfuerzo de memoria para buscar elementos significativos y encontré muy pocos. Él era muy alto, muy delgado y me parecía guapo. Tenía diecisiete años; yo, quince. Nos veíamos todos los días a las seis de la tarde. Íbamos a una callejuela desierta detrás de la estación de autocares. Él me hablaba, pero poco; me besaba, pero poco; me acariciaba, pero poco. Le interesaba sobre todo que lo acariciara yo. Una noche —¿era de noche?— lo besé como me hubiera gustado que me besara él. Lo hice con una intensidad tan ávida e impúdica que después decidí dejar de verlo. Sin embargo, no sé si este hecho —el único esencial para mi relato— ocurrió de verdad en esa ocasión o en el curso de otros pequeños amores que siguieron. Además, ¿era realmente tan alto? ¿Y nos veíamos realmente detrás de la estación de autobuses? Al final descubrí que de mi primer amor recordaba ante todo mi estado de confusión. Amaba a aquel chico hasta el punto de que verlo me despojaba de toda percepción del mundo y me sentía al borde del desmayo, no por debilidad, sino por exceso de energía. Nada me resultaba suficiente, quería más, y me sorprendía que él, por el contrario, después de desearme tanto, de repente me encontrara superflua y huyera como si yo me hubiese vuelto inútil. Bien, me dije, escribirás sobre el primer amor y hasta qué punto es, en su conjunto, insuficiente y misterioso. Pero cuanto más trabajaba en ello, más vaguedades, ansias e insatisfacciones apuntaba. De modo que la escritura se rebelaba, tendía a llenar vacíos, a dar a la experiencia la melancolía estereotipada de la adolescencia perdida. Por ello dije: Se acabó el relato de las primeras veces. Lo que hemos sido en el origen no es más que una mancha confusa de color contemplada desde la orilla de aquello en lo que nos hemos convertido.


 
EN EL CINE

Hay una película que vuelvo a ver al menos una vez al año, se titula Solaris. Es de Andréi Tarkovski, un director cuyas obras me han encantado, incluso las más arduas. Vi algunos de sus filmes en la pantalla grande, otros en la pequeña. Rubliov, en la gran pantalla, me pareció asombrosa, el blanco y negro, extraordinario; temo que ya no tendré ocasión de verla de nuevo en el cine, pero ojalá los más jóvenes puedan hacerlo. Solaris, que no es la mejor cinta de Tarkovski sino la que más me fascinó, también la vi en el cine. Recuerdo que la publicitaban como la respuesta soviética a 2001: Una odisea del espacio. Ver en ella una competición cinematográfica entre Estados Unidos Unidos y la Unión Soviética era tan insensato como engañoso. La película de Kubrick, con su clamorosa fuerza imaginativa, indudablemente arrasaba. Pero no contenía ni sombra de la desesperación, de la sensación de pérdida que a mi modo de ver dominaba en Solaris. La versión que circulaba entonces estaba mutilada; la integral la vi mucho más tarde. Pero tanto en el filme con cortes como en el íntegro, la fuerza radicaba por completo en el personaje femenino, en esa memoria de mujer-esposa que de ningún modo consigue desvanecerse. Lo que me impresionaba, me desorientaba y me daba miedo —Solaris sigue siendo una película que me seduce y al mismo tiempo me atemoriza más que cualquier thriller o película de terror— eran las muertes horribles y las implacables resurrecciones de aquella mujer, su obstinado persistir, la voluntad feroz y, a la vez, autodestructiva de no dejarse “aniquilar por el hombre amado ni siquiera como puro recuerdo. Si tuviera que hacer una lista de personajes femeninos inventados con honestidad por el gran cine masculino, no sé si pondría a la mujer de Solaris en primer lugar, pero sin duda la colocaría en los primeros puestos por el dolor ciego que destila, por el rechazo tranquilo y a la vez furioso a ser borrada. La cinta de Tarkovski me sorprendió también por estar inspirada en un libro de Stanisław Lem que, cuando tuve ocasión de leerlo, me impactó porque, a pesar de ser un libro poderoso, no parecía llevar dentro de sí la película que había engendrado. Sorprende la fuerza visionaria que la página es capaz de estimular cuando se nutre de ella un gran talento. Muchos años después, el cine americano nos dio otra Solaris, basada también en el texto de Lem. En esta ocasión no salió una película memorable. Son misteriosos los procesos que conducen de las “palabras a las imágenes. Tarkovski leyó en Lem una urgencia y una necesidad propias; Soderbergh, el director de la nueva Solaris, lo intentó sin conseguirlo. O quizá era imposible que el Solaris de Tarkovski pudiera permitir el nacimiento de otro gran filme. La palabra escrita puede generar las más variadas versiones cinematográficas, pero una versión cinematográfica de gran nivel está tan hiperdefinida, es tan imperativa que, una vez producida, cierra el camino a otras posibles obras de calidad.


 
MORIR JOVEN

Una persona a la que quería mucho murió joven; tenía treinta y ocho años. Estaba casada con un hombre al que amaba, tenía tres hijos pequeños, muchas cualidades que comenzaban a dar frutos. Cuando murió yo era mucho más joven que ella, ahora soy mucho mayor. Durante largo tiempo consideré sus treinta y ocho años como una especie de meta. Si a ella le había tocado ese espacio de tiempo, nada descartaba que también pudiera tocarme a mí. Así, pensé mi vida como si su duración no pudiese superar la barrera de los treinta y ocho años. Sé que puede parecer absurdo, pero en algún rincón dentro de mí las cosas sucedieron de ese modo. Y en general estoy contenta, he terminado dándole un fuerte acelerón a mi existencia, en muchos aspectos he tenido un sentido del tiempo distinto al de mis coetáneas. Yo corría, ellas se entretenían. Yo me sentía vieja y cargada de responsabilidades; ellas, jóvenes e irresponsables. Yo tenía siempre la impresión de que me faltaba tiempo y me acostaba tarde, me despertaba temprano, utilizaba cada rato libre que me dejaban los hijos que tuve precozmente, los trabajos, los problemas, los desastres conyugales, para formarme lo antes posible y poder decir: Esta soy yo, estas son mis competencias, estas mis capacidades probadas. Mis coetáneas parecían tener por delante un tiempo infinito. Pero hubo más: he vivido con un sentimiento anómalo de las fases de la vida, de la vejez, de la muerte. Por ejemplo, durante largo tiempo me ha producido malestar, algo que yo misma encontraba irrazonable, oír: Murió joven, tenía sesenta y cuatro años. Para mí, sesenta y cuatro años era la edad de Matusalén, un exceso, un abuso. O quizá en ciertos aspectos una ofensa a mi amiga, a su marido, a sus hijos. Cuando cumplí los treinta y ocho las cosas fueron cambiando poco a poco. Me alegré de haberlo conseguido, pensé: Lo que vendrá después es lo superfluo, y, sin darme cuenta, empecé a aflojar el ritmo. Los años se fueron acumulando uno tras otro y al mirar atrás me parecía haber vivido con demasiada intensidad, haber pretendido demasiado de mí y de los demás. Comenzaron los sentimientos de culpa. ¿Acaso me había comido la vida a bocados mucho más voraces que mi amiga y ahora me tocaba vivir más que ella? No solo eso: cada año que pasaba, sentía alivio o incluso satisfacción, como si hubiese ganado una carrera, como si me dirigiera milagrosamente hacia quién sabe qué meta puesta allí solo para mí. El tiempo pasó volando y tuve la sensación de que cada uno de esos instantes no me correspondían y, a la vez, lo veía como un extra que por suerte había logrado birlar. Me sentí una ladrona; culpable entre otras cosas porque me embargaba la satisfacción de la cleptómana. Hoy pienso en mi amiga como una persona milagrosamente completa; su perfección distante me gusta, me conmueve. Yo sigo aquí esperando, siempre con desgana, un nuevo episodio.
 


RELATO MASCULINO DEL SEXO

El relato del amor heterosexual me interesa sobre todo cuando escenifica una transgresión grande o pequeña que no se ajusta a la representación canónica. Nada de mujeres hermosas, por ejemplo, sino completamente comunes. O mujeres hermosas que luego dejan ver un defecto físico. O un hombre apuesto que se enamora de una mujer muy fea. Cuando en la tradición literaria, en el cine o en la televisión encuentro historias de este tipo creo que deben tenerse muy en cuenta, pues son una puertecita para asomarnos a una manera distinta de contar el sexo. Intentaré explicarme. En líneas generales, la escena erótica se ha construido en torno al deseo de los hombres en relación con nuestro cuerpo. Desde la lírica del amor a la serie televisiva, hemos sido representadas como la meta más ansiada de su pasión. La mirada masculina nos ha reinventado sin cesar en función de sus necesidades sexuales, dibujándonos opulentas, esbeltas, bajitas, desnudas, vestidas, arregladas, desarregladas. Y nosotras, con tal de sentirnos atractivas, nos hemos adaptado con complacencia, con sufrimiento, con vergüenza, a los modelos de comportamiento, a las poses que, caso por caso, se nos sugerían o se nos imponían. Nuestro placer ha consistido en vernos colocadas de modo indiscutible en el centro del escenario de los hombres, prescindiendo de la satisfacción real de nuestro deseo.
Desde hace un tiempo, las cosas parecen haber cambiado. Por ejemplo, ha surgido el relato del eros homosexual. Y, sobre todo, se ha producido la irrupción de mujeres que escriben, dirigen películas, intentan dotar de una forma a nuestra relación con los hombres. Pero la impresión es que todavía no conseguimos sustraernos al canon que los varones fijaron hace algunos milenios; es más, en contra de nuestras propias intenciones, seguimos metidas en él y potenciándolo. En especial, en las series de televisión y en el porno, hoy se nos muestra a una mujer sexualmente mucho más ansiosa, más imperativa, más fantasiosa, más exigente. El deseo femenino se representa como una explosión sin preliminares, a veces es la mujer —hermosa— quien da el primer paso, casi siempre es ella la que desnuda al hombre con frenesí. Pero justo por eso tengo la impresión de que incluso sin quererlo seguimos sometiéndonos al relato masculino del sexo. Si nuestras abuelas se reconocían en el abandonarse pasivo al deseo de un hombre con la condición de callarse que los orgasmos eran raros cuando no inexistentes, nuestras hijas se reconocen en el activismo erótico más desenfrenado con la condición de callarse que todo ese frenesí es la esforzada y, a veces, penosa adaptación a comportamientos que contribuyen sobre todo al goce de los varones. Por ello los relatos, sean masculinos o femeninos, que obstaculizan la escena erótica tradicional con verdades desagradables me parecen más subversivos que aquellos otros que, potenciando el papel femenino con comportamientos que antes se atribuían únicamente a los hombres, no salen del canon, sino que, por el contrario, lo hacen más estimulante según las necesidades masculinas. Tal vez el primer paso para romper de verdad con todo ello debería ser —en tiempos de YouPorn— un relato femenino que, pese a hablar con detalle de sexo, no resulte afrodisíaco. De ese modo explicitaría lo que nosotras, las mujeres, silenciamos por pudor, por vivir en paz. Es posible que nuestra verdad erótica necesite dar ese paso para comenzar a expresarse.
 

Elena Ferrante


Elena Ferrante (Nápoles, Italia, 1943) es el pseudónimo de una escritora de la cual hay muy poca información. Algunos afirman que nació en Nápoles, luego se mudó a Grecia y finalmente a Turín.Otros afirman que se trata de la escritora Anita Raja. Alguna de sus novelas: L'amore molesto, Roma, E/O, 1992. (El amor molesto, Destino, 1996, trad. de Juana Bignozzi) I giorni dell'abbandono, Roma, E/O, 2002. (Los días del abandono, Salamandra, 2004, trad. de Nieves López Burell) La figlia oscura, Roma, E/O, 2006. (La hija oscura, Lumen, 2011, trad. Edgardo Dobry) Storia della bambina perduta, L'amica geniale volume quarto, Roma, E/O, 2014. (La niña perdida, cuarto volumen de la saga Dos amigas, Lumen, 2015, trad. de Celia Filipetto) La Vita bugiarda degli Adulti, Roma, E/O, 2019 (La vida mentirosa de los adultos, Lumen, 2020), entre otras.
 
 
 


lunes, 25 de octubre de 2021

DECIMOCUARTA POESÍA VERTICAL (1994)


 










6

Tal vez la vida sea una copia
de un proceso que se cumple en otra parte.
 
Tal vez vivamos solo en un espejo
o en la tibia granulación de una pantalla.
 
Tal vez haya otras copias.
 
Tal vez la vida sea tan sólo
la copia de una copia.


 
20
 
Un poema perdió la imagen que lo hizo nacer.
La pequeña iluminación que venía con la imagen
y que quizá la había creado,
quedó allí desguarnecida como un vuelo sin pájaro.
 
La pequeña iluminación
olvidó entonces al poema
y penetró en los ojos del poeta,
para dejar que vieran por lo menos
el poema no escrito.
 
Y además para aguardar en ellos
y sumarse a cualquier poema futuro.
 

 
49

A partir de cierto punto,
no interesa recoger más detalles.
Ya toda información abruma o confunde.
El destino de todo signo es invalidarse
en el encuentro inevitable
con el signo contrario.
 
A partir de cierto punto,
sólo importa la transposición de realidad
que deshace los signos,
rompe los sellos prepotentes
y abre las compuertas
de los caudales oscuramente imbricados.
 
Entonces todo dato nuevo
traba la realidad,
divide la energía del fondo,
debilita el pensamiento.
 
Una flor no se actualiza.
Nadie ha descripto una rosa.
Una flor es el peso de su visión.
 
El ser es siempre
lo opuesto a sus datos.
0 la conflagración que los destruye.
  
(de: “Poesía vertical-Tomo II”,
Emecé, 2005)
Roberto Juarroz (Coronel Dorrego, Provincia de Bs.As., 1925; Id., Temperley, 1995)
 
 
Pueden leer la biografía en entrada anterior del autor (Nota del administrador)



sábado, 23 de octubre de 2021

VISITA


 












TAREAS
 
He dibujado su rostro
he regado sus pensamientos
he subido y bajado por su mirada
he adoptado el color de sus ojos
he gritado con su boca
y caminado con sus pies
he ocupado el vacío que dejaba al irse
 
Le he hablado a su sombra
la he llevado entre mis dientes
en el panal de los labios
en la punta de la lengua
la he olvidado cuando no quería
la he recordado cuando no quería
he vaciado un río en su memoria
 
Le he dado a beber mis manos
le he dado a comer mis gestos
le he dado mis sueños para los días hábiles
le he dado cada mañana una cabeza diferente
le he dado mis pensamientos
desnudos como la primera vez
le he dado mis días
para que escuchara su sonido
le he dado mi desierto
para que encontrara agua
 
Finalmente
le he dado mi vida
para que la viviera
una y otra vez
 
 
BALANCE CON FLORES
a Danielle Camus
Esta taza de té
medio vacía.
Esta taza de loza
con una guarda
de hojas y de flores.
 
A miles de kilómetros
alguien pintó
esas flores y esas hojas
sin saber que allí
un poco de té
se enfriaría lentamente
una tarde de domingo.
 
Una tarde en que alguien
miraría su vida
medio vacía
y la dejaría enfriar
lentamente
sin tomarla.
 
 
VISITA


El hombre abre la ventana de su cuarto
y se sienta.
Desde su pequeño mundo
está dispuesto a escuchar
lo que tenga que decirle el mundo.
 
Llegan tardes antiguas
errores arbitrarios
secretos temblorosos
rostros irremediables
voces perdidas
en el aire tranquilo de noviembre.
 
Pero el hombre espera sin saberlo
una visita que a veces tarda
pero siempre llega.
No la llama.
No la invoca.
No la imagina.
No la apura.
Espera sin saber que espera
esa mirada desnuda
esa voz íntima
esos gestos pensativos.
Para oírla deja de escuchar.
Cuando cierra los ojos
es cuando mejor la ve.
 
Él sabía su nombre
antes de conocerla.
  
(de: Obra completa,
Ed. ilb, 2019)
 
 Gianni Siccardi
 
 
Gianni Siccardi. Nació en Banfield en 1933. Luego de cursar brevemente la carrera de Arquitectura, se dedicó al estudio de la poesía y del canto lírico. Fue fundador de la editorial Mano y cofundador de las revistas juego Rabioso, Baires y Sunda. Trabajó como traductor, redactor publicitario y de campaña, y brindó un taller literario desde 1992 hasta el año de su fallecimiento, en 2002. Es autor de los libros de poesía Conversaciones (1962), Travesía (1962-1965), Ella (1962-1988), Fragmentos (1995), entre otros, y poemas suyos fueron publicados en revistas como Sunda y Primera Plana.
 
 
 


jueves, 21 de octubre de 2021

DECIR RÍO


 










Cómo frenar
la corriente de un
cuerpo que suena
a desborde
 
cómo empujar un músculo, recortar
un sonido, alcanzar
con la lengua
el nombre que se ama
 
cómo decir
              río
              hombre
              deseo
sin que el agua nos atropelle.
 
 
Washington Atencio
Lucas González- Paraná (E.R.), 1986.
 
 
100 poetas argentinos.
Camalote, Bicéfalo, Paraná,2020)


miércoles, 20 de octubre de 2021

POETAS QUE REGRESAN A LA PATRIA DE LA INFANCIA












Un fracaso en la comunicación


Si dejara de verte como a una mujer ensimismada, que articula mecánicamente preguntas en la mañana, con aliento a tabaco y una capacidad de atención debilitada —aún más que de costumbre—, si entendiera que tu espíritu desborda tu cerebro, que naufrago como todo lo que has puesto en este gran pozo con cal, que mezcla ideas con recuerdos, incluso mis inocuas palabras de ironía o de reproche, mi mente podría intuir acaso el lila de los cardos que tapan esas vías, el humo acre del tren, el rumor de unos chicos de campo que parecen dispuestos a seguir esperando.

Se aproxima Navidad


Al borde de la laguna, donde los camiones de la Comuna desagotan cada día, se amontonan los chanchos. Los chicos descalzos de los ranchos les tiran piedras. Se divierten oyéndolos gruñir. Viendo cómo se separan y se vuelven a juntar.


Fin de temporada


Un viento salado nos seca la piel, empuja a los viejos, vestidos, las sobras del verano. Entre los yuyos altos del médano, miramos el mar. Como un fuego que nunca se apaga.


(De: Poetas que regresan a la patria 
de la infancia, Barnacle, 2021
Envío de Alberto Cisnero).
Diego Colomba


Diego Colomba (San Nicolás, Santa Fe, 1972) .Es profesor y licenciado en Letras, y doctor en Humanidades y Artes, con mención en Literatura. Colaboró con reseñas, notas y entrevistas en el periódico El Eslabón, el diario El ciudadano & su región, el diario digital Redacción Rosario, en los suplementos " Señales" y “Más” del diario La Capital, la revista Diario de Poesía y en la sección reseñas de Bazar Americano. Dirigió el sitio web de prensa literaria Letracosmos. Fue uno de los responsables de Salón de Lectura, sección de escritores del banco sonoro Sonidos de Rosario. Artículos, entrevistas y poemas de su autoría integran diversas antologías. Seleccionó y prologó Imaginarios Comunes. Obra periodística de Fernando Toloza (Córdoba, Editorial Recovecos, 2009). Publicó Letras de Rock Argentino (Editorial Académica Española, 2011), Baja tensión (Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2012, mención en el Premio Municipal de Poesía Felipe Aldana 2011), Mesa de novedades. Poesía y  narrativa del presente (Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2013, premio obra inédita del Concurso Provincial de Ensayo Juan Álvarez 2012), Desaire (Buenos Aires, En Danza, 2014), Inmemorial (Rosario, Baltasara Editora, 2015), Chispero (Rosario, Libros Silvestres, 2016), El largo aliento (Córdoba, Alción Editora, 2016), La hospitalidad del mundo (Pueblo Esther, Fiesta Ediciones, 2017), Papá trajo a casa un Cuatro Ele (Buenos Aires, Editorial Barnacle, 2018; Mención Honorífica Premio Provincial de Poesía José Pedroni. Obra Editada, 2019), Blanco a la cal (Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México, 2019; Mención Honorífica Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen 2019), Platillos volantes (Rosario, Libros Silvestres, 2019), El lado de la sombra (Buenos Aires, Barnacle, 2020) y Poetas que regresan a la patria de la infancia (Barnacle, 2021).


 

martes, 19 de octubre de 2021

EL RÍO ME INSPIRA MUCHO

 










Sé que un día el río vendrá por mí
por haberlo injuriado
“el río no me inspira nada”, dije cierta vez en letras de molde
ahora duermo a su costado
respirando su humedad,
útero barroso como quizás sea el después.
Sé que el río vendrá por mí
me despertará con un oleaje corto, secuencial
sampleos únicos de pequeños instantes
me levantará en una ondulación cuchillera
y me obligará a surfearlo montado en la tabla de mi ego.
Sé que el río vendrá por mí
por haberlo injuriado
le explicaré que ahora soy un patriota de su distrito,
como Miller del barrio 14° de Brooklyn, donde nació
creo que entenderá,
se lo diré al oído, igualmente,
cuando este verano lo vuelva a acariciar con mi piragua.
 
 
Maxi Sanguinetti
Paraná (E.R.) -1972
 
/de: FLOTAR (100 poemas sobre ríos
100 poetas argentinos.
Camalote, Bicéfalo, Paraná,2020)
 


domingo, 17 de octubre de 2021

al grave aparecer de lo que ser ahí

 











hubo de haber visto, en el día primero
buena la luz: las aguas, peces, árboles
etcétera en días subsiguientes: hubo que
vio al punto bueno al macho, a la hembra:
el hombre, la mujer, juntos el hombre y la
mujer, y multiplíquense entre la tierra, pues:
pobláronse entonces de acuerdo a la palabra:
hubo de haber visto que era bueno esto, acaso
pues poblábase de oriente a occidente, tal trigo
en campo fértil: y hubo que el trigo, la espiga
precisa al surco debía caerse: caerse de la espiga
al surco de la vida: entonces todo estaba hecho:
hubo que todo estuvo hecho entonces: también
los ríos, también la mar: también que cada río
diera a la mar: y hubo que eso fue bien visto
aunque no entendiéramos por qué, hubo que eso
fue con buenos ojos visto, aunque no se entienda
 
 


feeling blue: estarse triste, es decir, estarse observablemente
con pena amontonada, tanta la pena amontonada, ejemplo
Fabio Fernando Guapacha, 24 años, nacido en Riosucio
Caldas, caminó en Risaralda 6 am por la 8a. entre 27 y 28:
monedas fue lo que buscó, sin empleo, padre hacía 4 meses:
saltó entonces contra el articulado megabús, número de chapa
SJS786, y apagó su amor humano, tanta pena amontonada, tanta
la pena amontonada, ese jueves, con miedo, como llena de miedo
la mano de un niño, la fe común con miedo del niño en la noche
sin la cobertura de la madre, del amor de la madre, la cobertura
del materno amor al niño: y no importa, revolvió en su corazón
si habrá o no momentos otros como este, o bien apenas este y
solo este, una y otra vez revolvió en su corazón en la 8ª entre
27 y 28, en Risaralda, y pensó también que no me faltes
cuando me falte todo, con pena adentro amontonada, tanta
la pena adentro amontonada: monedas fue lo que buscó, sin
un orden sistemático del día ni un estado filosófico de angustia:
los que iban de la mano por la calle, los que durmieron abrigados
los que contaron historias, la cobertura de amor al niño en la noche
las historias que se cuentan para que, tanto miedo, el niño sueñe:
primero fueron el sol y las estrellas, había un solo árbol y ninguna
otra cosa, pero también niños otra vez dormidos en la costa, y gentes
molestas en odios, y otra vez sobre la costa niños, y múltiples estados
de animación suspendida, ya sin la fe común, de la mano que calme
la mano del niño llena de miedo, dispuesto el niño a creer cuanto le digan:
feeling blue: estarse triste: I´m feeling blue: estarme triste, hay la pena
adentro amontonada, tanta la pena amontonada, lo triste por fuera de
todo régimen normativo: contaba 8 años, estaba niña aún cuando
la entraron al ala infantil: se reportó como “nunca recuperó la salud”:
desde la víctima se puede ver lo justo como injusto, la verdad como
no-verdad: la identificación de Jesús con el pobre, el principio de
esperanza, esto, pues, no sin dejar extraordinarias muestras de
lo que puede el hombre: el balance de gentes ahogadas en el Egeo
se ha ampliado este miércoles: una mujer, un recién venido al mundo
y una niña, tras el naufragio frente de Lesbos, según el Ministerio de
la Marina Mercante griego ha informado: tres víctimas fueron vistas
por buceadores bajo una precaria barca, la barca pequeña entrando
a la noche, la noche cerrada en el estrecho que separa Lesbos de Turquía:
feeling blue: estarse con pena amontonada: I´m feeling blue: estarme, pues
con tanta pena amontonada, la pena adentro amontonada: la guardia               
costera ha rescatado solo 21 migrantes, e informes hay sobre la desaparición
de otros finalmente alcanzados sin vida, precisó el ministerio griego, hasta ahora: la última víctima localizada era un niño de un año, apagado esta noche última la noche esta última del jueves al viernes frente a la costa de Lesbos: en Lesbos las últimas semanas en la costa no recuperaron niños la salud ni la cobertura del amor buscado por el niño en la noche, tanto miedo, para que el niño sueñe: primero fueron el sol y las estrellas, había un solo árbol y ninguna otra cosa pero también gentes enfrentadas, entonces niños otra vez dormidos  en la costa y otra vez animación suspendida, ya sin la fe común, de la mano que calme la mano del niño llena de miedo, dispuesto el niño a creer cuanto le digan: feeling blue: estarse triste: I´m feeling blue: estarme triste, estarme con tanta pena adentro, tanta la pena, pues, adentro amontonada: los que durmieron abrigados, los que contaron historias: historias con la cobertura del amor al niño en la noche, las historias que se cuentan para que, tanto miedo el niño sueñe: primero fueron el sol y las estrellas, había un solo árbol y ninguna otra cosa, pero también niños otra vez dormidos en la costa, y gentes enfrentadas, y animación suspendida por desacuerdos entre hombres entonces otra vez sobre la costa niños, aunque el hombre descienda del niño
 

 

 
plaza de San Marcos: alguien falta: para saber que
no hay incluso cosas menores que el silencio, pues:
no menores cosas que el silencio y alguien falta: hay
la falta entonces: acaso, sobre la plaza de San Marcos
como se da en cualquier lugar del mundo, la falta hay:
no está contento el niño adentro, naturalmente alguien
dejó atrás el niño, y no está contento el niño atrás dejado
ni está contento con lo afuera visto: tal como quien vive
en un terrazo y mira afuera, el terrazo habitado a mirar
naturalmente atrás dejado el niño: no está contento, pues
este niño con lo visto, no estás contento, niño, acaso con
lo afuera visto, tal cual quien ve desde un terrazo atrás dejado
naturalmente: no hay mayores cosas que el silencio, no menores
cosas que el silencio y alguien falta: hay la falta entonces: sobre
la plaza de San Marcos o en cualquier lugar: no se está contento
el niño adentro, naturalmente alguien dejó atrás el niño, y
no está contento el atrás dejado niño ni está contento, no
con lo afuera visto: tal como quien vive en un terrazo y mira afuera
el terrazo habitado a mirar, naturalmente atrás dejado el niño: no está
contento, pues, este niño con lo visto, no estás contento, niño
naturalmente con lo afuera, este grave aparecer de lo que ser ahí
 
  
(De: al grave aparecer de lo que ser ahí;
Barnacle, 2021, Envío de Alberto Cisnero.
 

Ignacio Uranga
 

Ignacio Uranga (Bahía Blanca, Argentina, 1982). Es licenciado en Letras por la Universidad Nacional del Sur. Tradujo diversos poetas del griego, latín, francés e inglés. Publicó: El ella real (Argentina, 2009), a-letheia/ramalaje (En Danza 2012, Argentina), ramalaje (Ediciones OREM, Perú, 2013), Materna (Trilce Ediciones, México, 2013 - Viajera, 2014), entonces Daniela (ed. Bilingüe, Brasil, 2014- En Danza, 2018), lo, parcialmente, hasta entonces dicho (Ediciones Aguadulce, Puerto Rico, 2015), El hombre que no duerme (Viajera, 2021) y al grave aparecer de lo que ser ahí (Barnacle, 2021). Varios de sus poemas han sido incluidos en diversas publicaciones de Argentina, Chile, México, Perú, Cuba, España, Estados Unidos e Inglaterra; entre otras, en la revista Nayagua de la Fundación Centro de Poesía José Hierro (Madrid) y en la revista-libro Sibila (Sevilla, España). Una selección de al grave aparecer de lo que ser ahí fue incluida en la revista Casa de las Américas de Cuba. Fue traducido al inglés por Michelle Gil-Montero para la revista Review: Literature and Arts of the Americas (New York) y al portugués por Alex Simoes. Ha colaborado en la revista Paradoja (Obsidiana Press, EE. UU), en Periódico de Poesía de la UNAM (México), en Urbe Salvaje (Chile) y del suplemento cultural Ñ (Argentina) y La Galla Ciencia (España). Estuvo a cargo de la selección y prólogo de la antología de poesía latinoamericana, compuesta por poemas inéditos de poetas de todos los países de Latinoamérica. Editada en La Galla Ciencia, España.
 
 

-Fue imposible respetar totalmente el interlineado del segundo poema, por limitaciones 
de mi blog (Nota del Ad.) 



viernes, 15 de octubre de 2021

MALDONADO


 







Un cuerpo
no podría
no sabría
remontar
el recurso
del río
el curso
de la ley
 
Nadie
no sabe
lo que no puede
un cuerpo
 
 
Ezequiel Zaidenwerg

CABA, 1981
Brooklyn (New York)
 
/de: FLOTAR (100 poemas sobre ríos
100 poetas argentinos.
Camalote, Bicéfalo, Paraná,2020)



miércoles, 13 de octubre de 2021

LA CASCADA ES PARTE DEL RÍO









 

Hay un murmullo que me acompaña
a donde vaya.
Es suave, como la cascadita que forman las piedras en el río.
Suena bajito y constante
no necesita del orgullo de la espuma
ni del virtuosismo de caídas ruidosas.
Su compás de agua dulce no altera el ritmo de la corriente
ni genera un oleaje violento
que pueda modificar lo que habita en las orillas.
Pareciera imperceptible y, sin embargo,
cada vez que me freno, lo siento
como caricia en la espalda.
Me recuerda que, cuando el amor anida bien profundo
ya no se necesitan efectos especiales
para saber que está ahí.
 

 
Antonella Tosco (Río Cuarto (Cba.), 1990.
 
/de: FLOTAR (100 poemas sobre ríos
100 poetas argentinos.
Camalote, Bicéfalo, Paraná,2020)

IMAGEN:  Fotografía de Río Cuarto, Córboba (De archivo)




lunes, 11 de octubre de 2021

Luna creciente y marea alta


 










Luna creciente y marea alta
el río como sábanas
que se extienden
sobre el cansancio
 
Dormir en ese sonido
bajo ese resplandor.
donde los ojos cerrados
caminan infantiles
a través del blanco,
caen bajo una cúpula
de estrellas.

 


 
Alicia Genovese (Lomas de Zamora, Bs.As.,1953
CABA/Delta del Tigre.
 

/de: FLOTAR (100 poemas sobre ríos
100 poetas argentinos.
Camalote, Bicéfalo, Paraná,2020)