Donde se cierra una puerta no
siempre se abre otra.
Estos axiomas nunca funcionan
con certeza, pero cierta gente
termina
haciéndoles caso. Anotan la
doble oración
en una libreta, repasan la
amenaza, absorben
la alegría de mostrarse fuera de
límites.
En verdad, se trataba de un
portón mal cerrado
un viejo garaje desde donde aún
puede
olerse la densidad de un grupo
de jóvenes
en su intento de darle nombre a
una banda
de rock. El mundo se parecía y
mucho
a este vapor caliente que
atraviesa la ciudad;
los árboles apenas recortados
por una bruma
venida de antiguos canales de
riego, y donde
las estructuras parecieran
formas ebrias,
ahora dispuestas como cáscaras
de edificios
a medio deshacer, tras el choque
entre
la imagen de la nueva fundación
y la raíz cuadrada de la antigua
modernidad. Alguna
vez, la idea de usurpación
pareció una fuente
propicia de materia prima, y por
eso mismo
un grupo de talentos en vía de
desarrollo
pertenece a un hormiguero que no
se somete
a ninguna ley ni se deja
planificar, y así
volverán a triunfar sobre una
humanidad
oscura, e impenetrable. Los
cambios
llegaron demasiado rápido. Ya
los vecinos
no preguntan por la
contaminación sonora,
y siquiera se muestran
interesados
por los horarios de ensayo.
Plantado
el fresno, ya sobrepasó el
garaje; ahora
es sencillo pasar una aguja por
un camello,
mientras el desierto interrumpe
cualquier
trabajo esclavo. Pensabas que un
árbol
jamás crecería a tu ritmo. No
hay asunto
que no pueda sobrestimarse.
Bien, los poemas
siempre vienen de otro mundo, y
nadie
está preparado para ignorarlos,
como si
amasáramos un sonido mixto, una
estación
perenne, la puesta a punto de un
instrumento
cuya sensación participa del
abandono
repentino. Cerrá la puerta,
porque todo cambió.
Las iglesias dieron un vuelco, y
ahora son
depósitos de aire fresco. Los
garajes
fueron arrancados de una lista
de nombres
propios. Ya nadie toca música en
ellos.
Mi respiración, y el aire que se
fuga,
no parten de la misma novedad.
¿ES TAN
DIFÍCIL HACERSE ENTENDER?
Si cuando se habla sólo se
replica
es que nada estamos diciendo
de nosotros mismos. No se puede
uno refugiar en el arquetipo
del adolescente para comprender
qué le ocurre a un hijo por
fuera
del control insuficiente de los
padres.
Nada alcanza, apenas un abrazo.
Hoy me pidió uno mi hija, los
dos
solos en la terraza de Radio
Universidad.
El abrazo y la fuerza de ese
abrazo son
el lenguaje de las carencias y
la abundancia
que ellos desean recibir.
Quieren oler
qué se siente estar dentro del
padre.
Lo que percibimos, eso creo, es
que ese
abrazo será insuficiente para
quien lo recibe,
porque se vuelca sin miramientos
detrás
de una lengua pre-digerida. Debo
definir
más cosas de las previstas,
antes que sean
asunto consumado. Y porque a una
persona
se le puso un nombre para que
marche,
no para que refracte en su
semilla.Mario Arteca
Mario Eduardo Arteca nació en La Plata, Argentina, en 1960. Trabaja como periodista. Publicó: "Guatambú", "La impresión de un folleto", Bestiario búlgaro". En antologías: "Jardim de Camaleoes" (San Pablo, Brasil); "Actual Triantología" (Homúnculus, Lima); "Naranjos de fascinante música" (Libros de la talita dorada, City Bell) y "Pulir huesos" (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona). Publicó críticas en ya desaparecido Diario de Poesía, y algunos de sus textos fueron recogidos en "Mandorla", publicación anual de la Universidad de Illinois, y en Hispanic Poetry Review, de la Universidad de Texas, entre otros. La editorial VOX edito en 2008 su libro "Cinco por uno". En 2009, la editorial mexicana Bonobos publicó"Géminis" y la chilena La Calabaza del Diablo, "Nuevas impresiones"; siguieron los libros: La orquesta de bronces (Goles rosas, Mar del Plata, 2010); el pekinés (Determinado rumor, 2011); Vinilo y Circular (ambos, en Lumme editor, Sao Paulo, Brasil, 2012); Géminis (Vox, 2012); El pronóstico de oscuridad (2013); Hotel Babel (2014) y Noticias de la belle époque (2015), entre muchos otros. Fue traducido al inglés, alemán, francés y portugués.
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