De esta canción estábamos conformes:
una potencia meliflua,
arborescente,
hablar sin esperanza de
respuesta,
templada sensación en la
garganta
como la primavera avanzando en
una choza
con vistas a cascadas
discursivas,
vanos que se abren al decir
“acá” o “ustedes”.
Eh, estamos preocupados pero no tanto.
Si dejáramos de cumplir
obligaciones
el castigo iba a ser más que
sutil.
Estaríamos lejos siempre de un
acuerdo.
Y eso que nuestra satisfacción
contiene
el espesor de un suspiro que
pudiera
bien expresar placer o angustia
o ambas cantidades condensadas.
La templanza es una lágrima que
cae
como rastro en la mejilla de
babosa.
En la caja tu selección de marca
blanca
rima una sola nota interpretada
por un ensamble de cinta y
ciberpájaro.
Y el tres por dos, fruición que
eriza.
Ahora tenemos tiempo para cosas
así.
Ahora tales cosas, así, son
nuestra ganancia.
Cuando entrás, suena
tu casa como una campana.
La ciudad, de noche,
plantación abandonada.
Bronceado de mitología
vuelve de la biblioteca
y ahora sabe que se puede
caer al cielo como a un pozo.
Un poema no tiene nada que ver
—se dice pero nada que ver
con—
el espíritu, un poema es una
plusvalía,
aspiración que no prescribe.
En el cielo nítido como un pdf
el viaje del poeta y de la
historia
se cruzaron en la zona
necrosada de la lengua,
cada uno revelado por el otro.
Me gustaría que vinieras,
claro, pero si estuvieras acá
quién iba a mandarme cartas.
Prefiero que me escribas
-no lo tomes a mal.
Es lindo recibir cartas:
las apilo, sin abrir,
en este rincón del escritorio.
Puedo tocarlas hasta a ciegas,
tu letra inquieta adentro.
Te ruego: no dejes
de mandarme postales aunque no salgas
de la casa.
Edgardo Dobry
Edgardo Dobry. Poeta y ensayista argentino, nacido en
Rosario, en 1962. En 1986 se trasladó a vivir en Barcelona donde se doctoró en
Filología en la Universidad de Barcelona, donde tiene una cátedra de Teoría de la
poesía lírica. Ha trabajado como editor y traductor en diversas editoriales
barcelonesas y es traductor del italiano. Colabora habitualmente en el
suplemento Babelia del diario El País. Integró el consejo de dirección del Diario
de Poesía, en su última etapa. En 1992 publicó Tarde de cristal, al que
seguiría Cinética en 2004 y El lago de los botes en 2005, Cosas en 2008 y
Contratiempo en 2013. También publico
los ensayos: Orfeo en el quiosco de
diarios; ensayos sobre poesía, 2007 y Una profecía del pasado: Lugones y la
invención del "linaje de Hércules" 2010.
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