domingo, 20 de mayo de 2018

LAS CASAS


3

recordarás un día. el contacto de mi mano
en la tuya. el que ahora te ofrezco. sólo diremos 
que era en junio, hace muchos años. recuerdo un 
día sólo porque viene con tu nombre mezclado. y 
lejos y muy cerca. y pronto.
como una ola, pronto. y donde todo acaba
o todo comienza. como mi padre me miraba
un día. suelo asentir a lo que decís. y sé que eso 
me alboroza. ahora ya soy viejo
y lo comprendo, hija.


9

necesito dormir hasta la próxima ciudad
en la que el ómnibus se detenga. todo plan resulta 
perfecto si nadie se equivoca. aprendimos
esa lección al punto de cometer un error tras otro. 
una respuesta en la cabeza: se acabaron
las costumbres. ya no sirven. ya no queda nada. 
cedo a la negra noche. a la ruina de un hogar 
cuyos horcones encierran el color del mistol 
pulverizado. desde la primera huella de mi tranco 
aplico un cartabón convertido en su espejo.


14

ya te mostré la derrota en aquel mundo 
vespertino y perdido. en la pureza del brillo 
intacto de la luz, lo que era real desaparece 
con un bullicio apagado. pasa de largo el mar
a oscuras. resultó de la colisión entre un conjunto 
de datos objetivos y la línea tersa donde la orilla 
se perfila con nitidez y se hace a un lado
y se aleja al fin. llevado por la ligera huida 
de los elementos todo ha caído,
ahora todo ha caído.


15

las casas se derrumbaron. desaparecieron
las últimas poblaciones. se inundaron los prados. 
el único producto exportado es la luna. estaba 
incluido en los cálculos. tengo mis privilegios.
o soy cómplice o soy testigo.
eso quiere decir que estoy pensando en vos. 
en no olvidarte al pensar. las cosas que haga
un tipo siempre tienen alguna relación entre sí.
esta noche ya bebí demasiado.
que alguien me encierre, por favor.


22

la pared desnuda de una choza de adobe. 
horcones. una casa, alega mi padre. de otrora, 
de afuera.fijate si empleás un canto venerable,
adecentado, enfrente de tu hilera de teclas negras. 
o la extrañeza. para la postal revisionista
de los fogones. fogatas, dirías vos. datos 
biográficos, listas de tus obras, pa, tus empleos. 
solicitaría un plus de sentido. preferimos
la limeta. señala la boca del subte: 
acá empezaba el zanjeo.


26

sus ojos se humedecieron tras los lentes. 
cantábamos en voz alta canciones de amor
y de júbilo. sin otras ocupaciones que el cuidado
del jardín. y parecía que se hubiese suavizado 
mi rudo acento. vitrales, añicos de la iglesia
de combray, en mi vaso. y alcohol con cocaína,
para no quedarme dormido, en mi vaso. 
hallaría su formulación explícita. la sucia 
nieve de los recuerdos en pleno sueño.


31

la casa está en orden y silente el barro, 
permitime  que intente evocar el antiguo 
rito de magia negrísima, adversa y trabajo 
manuaL irreconciliable, sin alias propios, 
palabras, locuciones en clave, implícitas, 
jergas o giros particulares. e indiferente 
respecto a todo lo ajeno, a tantas sectas 
encantadas. y así aceptar lo que es posible 
de nuevo y que pase más deprisa el tiempo que 
falta para que volvamos a vernos.


32

nunca vamos a estar más cerca
de lo que estamos ahora. sin importar
qué o quiénes somos. la oportunidad histórica 
del comunismo concluyó. aún podríamos estar 
en el rincón de donde escapamos. un rincón 
donde habríamos podido vivir siempre.
no puedo prometerte  lo que ya sé ahora, 
lo que buscaba en algún lugar del mundo, 
la idea de estar seguro, a salvo en algún 
lugar, con alguien como vos.


34

qué grandes somos todos juntos a la luz
del cielo. tal vez hoy les dije lo mismo,
no lo recuerdo. nuestros criterios no precisan 
cumplidos, una divisa, una soledad artificial
o partir el amor que otros tuvieran entre sí.
la emoción que en ellos concurre seguirá 
presente cuando muchas cosas de solidez 
notable ya no estén en su sitio.


57

hoy, recién hoy, me di cuenta de que tenemos 
todo el tiempo. y el mejor lugar del mundo, 
merlina. lanzás una canción al aire y yo
que nada sé, cedo y recuerdo en el mismo 
instante. porque aparecen tu imagen y tu voz 
y te encuentro aquí y allá. veremos pasar
y pasar el disco cobrizo del péndulo 
como una luna plena. y finalmente 
todos  se irán. pero nosotros no.


79

aunque ya no nos pertenezca. y es seguro 
que no volveremos más. los más tersos
y hermosos haces de estrellas. creí que eras vos, 
que regresabas. también podía ver que sonreías. 
no ceso de atisbar todos los ruidos de la noche. 
de seguir esperando a que se abra aquella puerta. 
y después, lo volví a pensar, cada cual regresó
a su sitio, en silencio. nada ha cambiado todavía.


85

intentás contar los puntitos, la noche
estrellada. pero siempre perdés la cuenta. 
tal vez tengan algo para vos. un montón
de arena y mucho cielo azul. aunque el brillo 
no resista más y caiga hacia adentro
como si estuviera lleno de piedras. 
te escribo porque no estás
sola en el mundo.

(Envío de Verónica, 
del libro Las casas
editado por Barnacle, 
Bs.As., 2018)
Alberto Cisneros (Argentina, Buenos Aires, La Matanza, 1975)



IMAGEN: Casa de las tejas, fotografía de Hugo Aveta.






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