3
recordarás un día. el contacto de mi mano
en la tuya. el que ahora te ofrezco. sólo diremos
que era en junio, hace muchos años. recuerdo un
día sólo porque viene con tu nombre mezclado. y
lejos y muy cerca. y pronto.
como una ola, pronto. y donde todo acaba
o todo comienza. como mi padre me miraba
un día. suelo asentir a lo que decís. y sé que eso
me alboroza. ahora ya soy viejo
y lo comprendo, hija.
9
necesito dormir hasta la próxima ciudad
en la que el ómnibus se detenga. todo plan resulta
perfecto si nadie se equivoca. aprendimos
esa lección al punto de cometer un error tras otro.
una respuesta en la cabeza: se acabaron
las costumbres. ya no sirven. ya no queda nada.
cedo a la negra noche. a la ruina de un hogar
cuyos horcones encierran el color del mistol
pulverizado. desde la primera huella de mi tranco
aplico un cartabón convertido en su espejo.
14
ya te mostré la derrota en aquel mundo
vespertino y perdido. en la pureza del brillo
intacto de la luz, lo que era real desaparece
con un bullicio apagado. pasa de largo el mar
a oscuras. resultó de la colisión entre un conjunto
de datos objetivos y la línea tersa donde la orilla
se perfila con nitidez y se hace a un lado
y se aleja al fin. llevado por la ligera huida
de los elementos todo ha caído,
ahora todo ha caído.
15
las casas se derrumbaron. desaparecieron
las últimas poblaciones. se inundaron los prados.
el único producto exportado es la luna. estaba
incluido en los cálculos. tengo mis privilegios.
o soy cómplice o soy testigo.
eso quiere decir que estoy pensando en vos.
en no olvidarte al pensar. las cosas que haga
un tipo siempre tienen alguna relación entre sí.
esta noche ya bebí demasiado.
que alguien me encierre, por favor.
22
la pared desnuda de una choza de adobe.
horcones. una casa, alega mi padre. de otrora,
de afuera.fijate si empleás un canto venerable,
adecentado, enfrente de tu hilera de teclas negras.
o la extrañeza. para la postal revisionista
de los fogones. fogatas, dirías vos. datos
biográficos, listas de tus obras, pa, tus empleos.
solicitaría un plus de sentido. preferimos
la limeta. señala la boca del subte:
acá empezaba el zanjeo.
26
sus ojos se humedecieron tras los lentes.
cantábamos en voz alta canciones de amor
y de júbilo. sin otras ocupaciones que el cuidado
del jardín. y parecía que se hubiese suavizado
mi rudo acento. vitrales, añicos de la iglesia
de combray, en mi vaso. y alcohol con cocaína,
para no quedarme dormido, en mi vaso.
hallaría su formulación explícita. la sucia
nieve de los recuerdos en pleno sueño.
31
la casa está en orden y silente el barro,
permitime que intente evocar el antiguo
rito de magia negrísima, adversa y trabajo
manuaL irreconciliable, sin alias propios,
palabras, locuciones en clave, implícitas,
jergas o giros particulares. e indiferente
respecto a todo lo ajeno, a tantas sectas
encantadas. y así aceptar lo que es posible
de nuevo y que pase más deprisa el tiempo que
falta para que volvamos a vernos.
32
nunca vamos a estar más cerca
de lo que estamos ahora. sin importar
qué o quiénes somos. la oportunidad histórica
del comunismo concluyó. aún podríamos estar
en el rincón de donde escapamos. un rincón
donde habríamos podido vivir siempre.
no puedo prometerte lo que ya sé ahora,
lo que buscaba en algún lugar del mundo,
la idea de estar seguro, a salvo en algún
lugar, con alguien como vos.
34
qué grandes somos todos juntos a la luz
del cielo. tal vez hoy les dije lo mismo,
no lo recuerdo. nuestros criterios no precisan
cumplidos, una divisa, una soledad artificial
o partir el amor que otros tuvieran entre sí.
la emoción que en ellos concurre seguirá
presente cuando muchas cosas de solidez
notable ya no estén en su sitio.
57
hoy, recién hoy, me di cuenta de que tenemos
todo el tiempo. y el mejor lugar del mundo,
merlina. lanzás una canción al aire y yo
que nada sé, cedo y recuerdo en el mismo
instante. porque aparecen tu imagen y tu voz
y te encuentro aquí y allá. veremos pasar
y pasar el disco cobrizo del péndulo
como una luna plena. y finalmente
todos se irán. pero nosotros no.
79
aunque ya no nos pertenezca. y es seguro
que no volveremos más. los más tersos
y hermosos haces de estrellas. creí que eras vos,
que regresabas. también podía ver que sonreías.
no ceso de atisbar todos los ruidos de la noche.
de seguir esperando a que se abra aquella puerta.
y después, lo volví a pensar, cada cual regresó
a su sitio, en silencio. nada ha cambiado todavía.
85
intentás contar los puntitos, la noche
estrellada. pero siempre perdés la cuenta.
tal vez tengan algo para vos. un montón
de arena y mucho cielo azul. aunque el brillo
no resista más y caiga hacia adentro
como si estuviera lleno de piedras.
te escribo porque no estás
sola en el mundo.
(Envío de Verónica,
del libro Las casas,
editado por Barnacle,
Bs.As., 2018)
Alberto Cisneros (Argentina, Buenos Aires, La Matanza, 1975)IMAGEN: Casa de las tejas, fotografía de Hugo Aveta.
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