Besé sus labios como una ramera besaría sus labios, acerqué mi mano a su rostro, como una ramera lo haría, clavé mis ojos en los suyos pero desvió la mirada, apretó fuerte el volante como si algo escapara de la escena, desvirtuó las señas para no confundirse en el abismo, estuvo al borde; la arenilla cayó desde la pendiente, las pequeñas piedras rodaron, el silencio escampado de la noche, acá desde el límite, en la ruptura, la caricia huidiza sobre las medias, como se acarician las piernas de una ramera, el pecho sudoroso, los ojos revueltos con la sangre, el signo espectral del abandono, entonces abrí la puerta del automóvil y me eché a andar, crucé la avenida en medio del tráfico.
No cierres los ojos para olvidarme
no me dejes tendida en medio del tráfico
no sé aguantar de ningún modo.
Todas estas mujeres salen cubiertas de pieles de la ópera, yo escucho a Jessie Norman semidesnuda, bebiendo un poco, escribiendo estas cosas que no sé qué son, ni para lo que podrían servir, salvo para otros que están como yo aburridos, sin hacer más que leer o arrojarse en una butaca a ver un buen film, no intento conmover a nadie, la jubilosa masa de gente recorre el centro, y sus ropas cambian de color bajo los innumerables letreros, yo descanso de ellos en este apartamento sin ninguna compañía. Des la ventana los veo caminar enmudecidos por el tráfico y la música de los clubes nocturnos, un par de muchachos cantan un viejo bolero a la entrada, una fina lluvia comienza a caer. Este es mi futuro, mi tremenda soledad.
En sus adaptadas caras los años pasan sin perdón, es mi fastidio lo que los mantiene vivos, si no los viera felices cuando el tiempo se invierte, pensaría que la vida ha sucumbido, por suerte ha pasado la hora, mientras la lluvia cae más gruesa, la calle ha quedado sola, cojo del frasco un par de pastillas y me hecho a dormir.
EL CEMENTO
Me perdí en Buenos Aires, ebria, me hallaron en un Bunker,
bailando en medio de travestis, un hombre pensó que yo era
un muchacho, salimos a la calle a tomar unas cervezas, me
habló de su amado por horas, me dijo que lo golpeaba, que
cuando quiso matarlo él le besó su trasero, luego habló de unas
luces que ve al cruzar la calle de San Telmo, un viejo barco que
lo llevó una noche a un extraño lugar.
Deslizó su mano hasta tocar la mía.
nos parecíamos a una breve imagen del abandono.
Dame tu sucio amor que se quema sin llamas, mi corazón ha afollado, derramado en su vicio, alojado en su tumor, labré mi dolor en la peor herrería, el barro cubre mis pies, me he revolcado en un amor bastardo, con la holgadura de una delincuente cercené, arrojé la dura carga de amar en la soledad, en medio de la caída y el desfallecimiento, dame ese amor sucio, lastima mi alma, cúbreme.
(Del libro: Dame tu sucio amor,
Editorial Surada, 2001)
Malú Urriola
Malú Urriola. Poeta chilena. (Santiago de Chile, 1967). Ha publicado Piedras Rodantes, 1988; Dame tu sucio amor, 1994, Hija de perra, 1998 y Nada, 2003, y Bracea, 2007. En el 2004 Recibe el Premio Mejor Aporte Televisivo, que otorga el Servicio Nacional de la Mujer a medios de comunicación, por el guión Sofía, (Una historia de maltrato a la mujer) dirigido por Christine Lucas, para la serie “Cuentos de Mujeres”, transmitido por Televisión Nacional de Chile en el 2003. En el 2004 Recibe el Premio Municipal de Poesía por el libro Nada. Y el Premio Mejores Obras Editadas 2004, que otorga el Consejo Nacional del Libro. En el 2006 recibe el Premio Pablo Neruda. En el 2002 realiza el proyecto poético de intervención urbana Poesía es +: Lectura de poesía desde globos aerostáticos en diferentes partes de Santiago y en la ciudad costera de San Antonio de Chile.
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