Me amanecía entre libros raros
que hablaban de mi alcurnia celeste,
de cuando la muerte largara
fuegos artificiales hacia arriba
y yo me volvería Universo.
Otros me ofrecían asiento en una nube,
el cetro en la mano
y corona de rey hasta las orejas.
Otros nada, ni en muerte ni en vida.
Y me venía pensar: Tanto
que somos dioses dioses,
pero en verdad andamos a los palos
con nosotros mismos
o de rodillas veces y extendida mano
a días que se van mientras lloramos
en serio o a lo cocodrilo.
Mas mirándolo bien me dije acaso
sea cierto soy dios y puede ser
porque siento en la punta de la lengua
la verdad del mundo; nada más que todavía
no se me desprende.
Jorge Leonidas Escudero (San Juan, Argentina, 1920-2016)
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